El sueño era distinto esta vez.No había sombras acechándome ni lobos corriendo a lo lejos. Solo uno. Un lobo blanco, herido, con una mirada antigua y sabia, acostado bajo la luna llena. Su pelaje estaba manchado de sangre en un costado y su respiración era irregular, como si acabara de sobrevivir a una batalla. Me miró directamente a los ojos.—Ayla… —susurró con una voz que no era humana. Ni masculina ni femenina. Solo… eterna.Desperté sobresaltada, con el corazón latiendo como un tambor frenético en mi pecho. La sábana pegada a mi piel, el cabello revuelto, las uñas marcando las palmas de mis manos de tanto apretarlas. Otra pesadilla. Otro aviso.Pero esta vez no era solo un mal sueño. Esta vez… lo sentía en el cuerpo.Me levanté a tientas, buscando el interruptor de la lámpara, pero ni siquiera lo necesité. La habitación estaba en penumbras, y aun así podía ver con claridad. Las sombras no eran tan densas. Podía distinguir los contornos, los objetos, incluso leer el título del li
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