Todos los capítulos de De exilio a venganza: El despertar de la luna blanca.: Capítulo 41 - Capítulo 50
70 chapters
41.
Cuando llegué al palacio esa noche, el rumor se había esparcido como pólvora caliente. Era la gran desventaja de la telepatía de los lobos: los rumores se expandían en solo un segundo. A veces se necesitaba solo un corto minuto para que toda la manada supiera que algo estaba pasando. Y aunque era una excelente ventaja para cualquier otra cosa, tal como seres vivos y conscientes, el chisme siempre lo superaba todo. Al abrir las puertas del palacio, lo primero que me encontré fue con la cara enojada de Lilith, que me apuntó con el dedo. — ¿Qué diablos es lo que vas a hacer? — le preguntó con rabia. — Sinceramente, estoy harto de pelear. Ya lo sabes: guiaré una pequeña expedición a la aldea de la Gente del Bosque. Necesito información. — ¿Qué clase de información? — Ya lo sabes. Hay algo que no cuadra en todo esto. — ¿Odias a tu hermana? Pero no puede ser tan ingenua y tapar el sol con un dedo. Los lobos que tenemos abajo encerrados no trabajan con la manada de hielo ni con El
Leer más
42.
La aldea de la Gente del Bosque estaba más lejos de lo que habíamos imaginado. Corrimos toda la noche y toda la mañana, y entrando el atardecer del segundo día de viaje, tuvimos que detenernos a descansar. Ángel y yo éramos más rápidos y más fuertes, pero el resto de nuestros acompañantes estaban quedándose rezagados. — Ya habíamos decidido que eran tres días de viaje — dijo Ángel mientras se acurrucaba entre la nieve y metía la punta de la nariz entre su estómago — . El viento que venía desde la tormenta eterna sacudía su pelaje oscuro. Yo me senté entre el hielo para descansar un rato. Levanté el hocico y olfateé el aire, pero no había ningún aroma conocido: un ciervo en las inmediaciones, la sangre de un conejo que era devorado por un lobo cerca de la orilla del río. — Creo que podemos descansar — le dije a los demás — . Nos hemos esforzado mucho. Los lobos cesaron, se dejaron caer en la nieve y se acurrucaron. Tal vez era un lugar un poco expuesto. Pensé que debimos habernos
Leer más
43.
La fuerte sensación me embargó: oscura y fría, como estar sumergida en el agua. Como si mi cuerpo estuviese en una tienda con un líquido espeso. Miré hacia arriba: el cielo se hacía blanco, el suelo era blanco. La niebla alrededor era como si flotara en una blancura eterna. La criatura que me llevaba por el aire era fuerte. Sus alas oscuras contrastaban con el ambiente perfectamente blanquecino, y yo intenté moverme, pero no pude hacerlo. Como si de verdad algo me tuviera completamente aprisionada. Incluso intenté gritar, pero algo me lo impedía: una sensación agobiante, algo que habían cernido sobre mí como una capa a mi espalda. Entonces lo sentí venir. Sentí que llegaba, y esta vez no tuve miedo de dejarlo fluir. El poder del hielo se abalanzó en mi pecho como una flecha atravesándolo. Había llegado en el momento en el que más lo necesitaba, y me sentí un poco aliviada por eso. Pero no podía perder el conocimiento, no en ese momento. Tenía que ser fuerte y aprender a controlarlo.
Leer más
44.
Yo me quedé ahí de pie, sin saber qué hacer o qué decir. Estaba confundida, sin energía, como si algo me hubiese de arenado toda la fuerza. — Ven aquí — dijo él, extendiendo su brazo hacia mí. Yo tuve el impulso de levantar mi mano y tomarla. ¿Aún podía confiar en él? ¿Lo podía confiar en el hombre que amaba? No estaba segura. — ¡Ya déjala en paz, Cristo! — alguien frente a nosotros. Cuando yo volteé a mirar, me topé con los clarísimos ojos de Valentín. Estaba en una celda frente a nosotros con otros dos hombres que yo no conocía. Valentín corría hasta los barrotes y estiré la mano para intentar alcanzarlo. Él hizo lo mismo, pero estábamos demasiado separados por un largo pasillo. — ¿Qué pasó? — pregunté. Él se encogió de hombros. — Nos atacado la gente del Bosque. Ahora somos prisioneros. — ¿A todos? ¿Dónde está Sirius? — pregunté. — Aquí estoy. Entonces, cuando volteé a mirar hacia donde estaba mi amigo, fui consciente del espacio que nos rodeaba: era un grupo de cel
Leer más
45.
Yo pensé que la afirmación de Valentín era un poco exagerada, pero en cuanto volteé a mirar a Ismael, supe que la cosa realmente era en serio. — ¿Un Rey Cuervo? — dije en voz alta, mientras caminaba por la celda, alejándome un poco de la mirada que había puesto en mí Ismael — . Creo que he escuchado ese término, pero no recuerdo dónde o cómo. ¿Qué es un Rey Cuervo? — Los Reyes Cuervo son la cadena máxima de sangre pura de la gente del bosque. ¿Por qué no lo sabías? ¿No te lo enseñaron en tu educación?Yo lo miré mal. — Tú sabes mejor que cualquiera que mi padre nunca me permitió estudiar nada más allá de lo que consideraba “correcto”. Siempre pensó que estudiar las demás especies del submundo era una pérdida de tiempo. — Sí... lo siento — dijo. Luego caminó hacia donde estaba la pequeña chimenea en la pared junto a la celda y se sentó en el suelo para que el calor le invadiera el cuerpo — . Los lobos pensamos que somos los más fuertes del submundo. De alguna forma, sí lo somos.Yo
Leer más
46.
Todos en el lugar se tensaron. Valentín se puso de pie y dio la vuelta para mirar a la cara a Ismael. — Eso es imposible — dijo — . La antigua portadora del hielo no tuvo hijos. — ¿Y tú cómo estás seguro de eso? — fue lo único que respondió el Alfa de Luna Azul, mientras se ponía de pie y caminaba para estar más cerca del fuego.Nuestras ropas estaban ahí. Tomó lentamente una de las prendas y luego me la lanzó. Fue gracioso cómo yo aún seguía tan somnolienta que la ropa me dio en la cara sin poder evitarlo. Él comenzó a vestirse con una sonrisa en los labios. — Fue lo que me dijo mi maestro. Es lo que asumieron. — ¿No conociste a tus padres? — le preguntó Valentín, y él negó. — Me habían dicho que murieron cuando yo nací, o cuando estaba pequeño. Crecí en una especie de orfanato en Luna Azul, pero mi maestro me contó la verdad hace unas noches. Me dijo que me habían encontrado en el bosque. Tienen pruebas suficientes para pensar que soy hijo de ella. — Después, cuando nació Alic
Leer más
47.
Sirius tenía miedo. Llevaba muchísimo tiempo sin sentirlo, y había comenzado desde el momento en el que el Rey Cuervo había levantado a Alicia de su lomo y la había elevado por el aire. Algo lo había golpeado: una fuerza que lo había dejado paralizado, y un miedo que lo embargó… Y desde ese momento no había desaparecido.Cuando lo lanzaron a la celda, el lobo pensó que podría tener un segundo de paz mientras pensaban las cosas. Pero no. Había tenido que presionar con fuerza la herida para que aquel no se desangrara, y se preguntó una y otra vez por qué hacía eso. ¿No se suponía que eran manadas enemigas? ¿No se suponía que el hombre al que le estaba salvando la vida era un enemigo? Lo correcto sería dejarlo morir… ¿o no?La pregunta asaltó su cabeza por muchas horas mientras seguía presionando la herida. Pero ahora ya no estaba tan seguro. El hombre ya había perdido la conciencia; se veía completamente pálido, ya no parecía un lobo… Era como un vampiro. Entreabrió los ojos y lo miró.
Leer más
48.
La noche había caído. Podía verse irremediablemente a través de la luz que ya no entraba por la puerta por donde se habían llevado a Sirius y Ángel. Pude ver cómo el semblante de Ismael se hacía cada vez más y más pesado, mientras se quedaba mirando la hoguera. Los leños que alimentaban el fuego comenzaban a agotarse, hasta que ya no quedaban más que un par de carbones que apenas eran capaces de iluminar el rostro anguloso, de rasgos rectos y fuertes, del hombre del que alguna vez estuve enamorada.Pero luego me regañé a mí misma. Era una ingenua si realmente pensaba que yo aún no estaba enamorada de Ismael. Había pasado muy poco tiempo, tal vez un par de meses, desde que todo había cambiado, desde que anunciaron que ya no se casaría conmigo… y que se casaría con...¿Cómo podía uno perder el amor por alguien en tan poco tiempo? Alguien que me había dado tantas increíbles horas de esparcimiento, de cariño… No, no es imposible que pudiera perder ese amor de un día para otro.Y verlo ahí
Leer más
49.
No pude evitar dar dos pasos atrás. Otras personas venían detrás de él con antorchas, y toda el área del calabozo donde estaban las celdas quedó completamente iluminada, lo suficiente como para poder ver con claridad al extraño ser que había entrado.Era completamente diferente a lo que yo me había imaginado. Era un hombre común. De hecho, muy atractivo. Tenía la piel trigueña, como la canela, y el cabello oscuro, abundante, frondoso, hermoso, brillante como la cera. Sus ojos azules como el hielo contrastaban completamente con el color de su piel, pero lo que más me sorprendió, aparte de las increíbles alas que colgaban de su espalda, fueron los cuernos marfilados que salían desde su frente, creando una ondulación hacia atrás que terminaba casi en la coronilla de su cabeza.Tenía un porte extraño y altivo. Se veía arrogante. Su caminar era firme, como se supone que debía comportarse un rey. Llevaba una túnica oscura que se arrastraba por el suelo. Caminó hacia donde estábamos nosotros
Leer más
50.
— No importa — dije — . Estaba realmente desesperada, necesitaba cualquier información, lo que fuera que me ayudara a entender el poder que tenía y cómo controlarlo. — Creo que este no es lugar para hablar. Saquen a los invitados, los veo en unos minutos en mi trono. Creo que ahí podremos hablar con más calma. Lo que tengo que contarles no lo puede escuchar cualquiera.Dicho esto, salió. Sus alas golpearon una última vez uno de los barrotes y el metal tintineó. Cuando se fue, varios de los otros hombrecitos de piel verde, bajitos, abrieron las celdas y nos dejaron salir. Pero antes de que pudiéramos subir por las escaleras que salían de las prisiones, uno de ellos portaba una bolsa de lona de donde sacó un collar. Se acercó a uno de los lobos que había venido de Luna Azul y lo apretó con fuerza contra su cuello. Cuando lo hizo, un clic fuerte y metálico resonó por el lugar. — ¿Qué es eso? — preguntó el hombre. Intentó quitárselo, pero este había quedado perfectamente aferrado a su c
Leer más
Escanea el código para leer en la APP