49.

No pude evitar dar dos pasos atrás. Otras personas venían detrás de él con antorchas, y toda el área del calabozo donde estaban las celdas quedó completamente iluminada, lo suficiente como para poder ver con claridad al extraño ser que había entrado.

Era completamente diferente a lo que yo me había imaginado. Era un hombre común. De hecho, muy atractivo. Tenía la piel trigueña, como la canela, y el cabello oscuro, abundante, frondoso, hermoso, brillante como la cera. Sus ojos azules como el hielo contrastaban completamente con el color de su piel, pero lo que más me sorprendió, aparte de las increíbles alas que colgaban de su espalda, fueron los cuernos marfilados que salían desde su frente, creando una ondulación hacia atrás que terminaba casi en la coronilla de su cabeza.

Tenía un porte extraño y altivo. Se veía arrogante. Su caminar era firme, como se supone que debía comportarse un rey. Llevaba una túnica oscura que se arrastraba por el suelo. Caminó hacia donde estábamos nosotros
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