Media hora después, Isabella se encontraba sentada en el taxi, observando a lo lejos el Mercedes rosa.Gabriel abrió el techo solar y, en cuestión de un minuto, el Mercedes comenzó a sacudirse con violencia.Varias personas se detuvieron a mirar, asombradas.—Sexo al aire libre… ¡qué emocionante!—Vaya, así viven los ricos: junto al lago, en un Mercedes, con una belleza. La está pasando increíble esta noche.Isabella, con los ojos enrojecidos, miraba el coche. Se sentía completamente helada. Con manos temblorosas, sacó su teléfono y grabó un video de cinco minutos.Sin pensarlo dos veces, se lo envió a su secretaria y con voz ronca le instruyó:—El día de la boda, muestra este video.Después de enviar el mensaje de voz, Isabella marcó el número de Mariana, su madre.—Mamá, en siete días iré a Noruega a verlos a ti y a papá —dijo, intentando mostrarse serena.Sin embargo, al otro lado de la línea, Mariana notó que la voz de Isabella temblaba ligeramente. Era evidente que algo
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