Los días habían transcurrido con rapidez, y Hayley, cada vez más inmersa en sus responsabilidades dentro de la editorial, comenzaba a destacar notablemente. Nathan, su jefe, había observado con detenimiento su esfuerzo y desempeño, además de identificar en ella un potencial que no estaba dispuesto a ignorar. Consciente de su talento, decidió darle la oportunidad que creía que merecía.Aquella mañana, mientras contemplaba la ciudad desde el enorme ventanal de su oficina, Nathan meditó sobre las posibilidades que ofrecía la obra de Hayley. El borrador que ella le había enviado recientemente tenía algo especial, algo que podía ser un éxito rotundo para la empresa. Con esa convicción en mente, apartó la mirada del paisaje urbano y volvió a fijarla en la pantalla de su portátil, donde el documento permanecía abierto. La decisión era clara. Sin titubear, tomó el teléfono y pidió a su asistente, Emily, que le dijera a Hayley que se reuniera con él de inmediato.La castaña, al recibir el mens
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