Eleonor se había sentido complacida al recibir a su nuera en casa. A pesar de no conocerla profundamente, aquella joven le resultaba agradable. Había algo en su actitud que le transmitía la impresión de ser una buena persona, una mujer sin dobles intenciones hacia su hijo. Las circunstancias que los habían llevado al matrimonio no eran precisamente ideales, pero Eleonor había observado con atención ciertos detalles que hablaban bien de ella. Por ejemplo, Evan le había contado que la joven se negaba rotundamente a depender de su fortuna. De hecho, había optado por trabajar en una editorial para mantenerse independiente, algo que, sin duda, hablaba de su carácter.Ese gesto de esfuerzo e independencia tranquilizaba a Eleonor. Aunque no podía asegurarlo con certeza, todo indicaba que la castaña no estaba interesada en el dinero de los Bourousis. O al menos, eso quería creer.Evan y su padre, Stephen, habían tenido que ausentarse para atender una llamada importante de un cliente, lo que l
Hayley sostenía la carta con dedos temblorosos, recorriendo por enésima vez cada palabra escrita con una caligrafía apresurada. La hoja, arrancada de un cuaderno con evidente descuido, era el único rastro tangible que su hermana había dejado tras su precipitada partida. Nada en el mensaje daba indicios de que Hanna hubiese escapado con Alexander Hughes, pero Hayley sabía que era una omisión deliberada. Su hermana había querido mantenerla al margen, ocultándole sus verdaderos motivos.Sin embargo, una frase en particular que había pasado desapercibida en sus primeras lecturas ahora parecía brillar con una intensidad distinta."Pero tengo mis razones, y si lo he hecho es para protegernos."¿Protegerlas? ¿De qué? ¿Qué razones podrían justificar el caos que Hanna había provocado? Hayley trató de encontrar lógica en esas palabras, pero solo logró sentirse más frustrada. Parecía que su hermana trataba de aliviar su propia culpa, como si escribir aquello fuese suficiente para justificar el a
Hayley observaba el rostro de su hermana con atención, buscando desesperadamente algún indicio que delatara lo que había estado haciendo todo este tiempo. Sin embargo, no encontró más que una expresión de incredulidad en sus facciones, como si esta se burlara en silencio de su insistencia. Antes de que pudiera decir algo más, Hanna la tomó firmemente del brazo y, con un gesto decidido, la arrastró hacia el interior del vestíbulo del edificio. La rubia echó un vistazo rápido a ambos lados de la calle, como asegurándose de que nadie las observaba. Luego, casi sin decir palabra, se dirigió al ascensor y presionó el botón para llamarlo. Cuando las puertas se abrieron, ambas entraron, y Hanna pulsó el número tres. Durante el breve trayecto, el silencio entre ellas fue tan pesado que parecía llenar todo el espacio. —¿A dónde me llevas? —indagó Hayley finalmente, su tono lleno de desconfianza. No entendía qué pretendía su hermana con aquel arrebato.Hanna la miró de reojo, su expresión per
Evan esperaba pacientemente en el interior de su coche, observando el reloj con creciente inquietud. Su esposa no había regresado como le había prometido, y la preocupación comenzó a apoderarse de él. Tras unos segundos más de duda, salió del vehículo con decisión. Algo no estaba bien.El frío del pasillo del edificio lo recibió mientras caminaba hacia el mostrador principal. La mujer detrás de la recepción levantó la vista y su rostro se iluminó al instante. No era todos los días que tenía frente a ella al renombrado Evan Bourousis, el arquitecto más solicitado de la ciudad.—Disculpe, ¿ha visto a mi esposa? Es una mujer castaña, lleva ropa casual —preguntó con tono firme, aunque sin perder la cortesía.La recepcionista asintió rápidamente, aún algo embelesada por su presencia.—Ha subido junto con una residente del edificio —respondió sin titubeos, incluso indicándole el número del departamento sin que él lo pidiera.Evan agradeció con una inclinación leve de cabeza, ignorando la so
Llegar a casa jamás se había sentido tan pesado como en aquel momento. Hayley apenas podía procesar la magnitud de lo que acababa de suceder. Su propia hermana, la había arrastrado a una situación que ahora parecía insostenible. ¿Cómo había sido capaz de actuar con tanto egoísmo y vileza? Todo por la simple razón de no tener el respaldo de Hayley ante aquella relación que mantenía con Alexander Hughes. Claro que no la apoyaría. Nunca. Ser la amante de un hombre casado era repugnante, una decisión denigrante que jamás habría imaginado de Hanna. Lo peor de todo era que ese capricho no solo estaba destruyendo el matrimonio de su amiga Kenia, sino que ahora también arrasaría con la vida de aquella criatura inocente que ella llevaba en su vientre. Sentía un nudo en el estómago solo de pensar en ello.Un ruido la sacó bruscamente de sus pensamientos. —¿Ibas a decírmelo alguna vez? —La voz de Evan resonó desde el umbral de la sala, helada como una hoja de acero, cortando el aire entre ell
Evan había informado a sus padres de la situación esa misma noche, y la reacción no se hizo esperar. Su padre, Stephen, estaba indignado, casi furioso, al enterarse del engaño perpetrado por Jacob Hamilton. Ese hombre no solo había mentido descaradamente, sino que había involucrado a su propia hija en un acto tan despreciable para salvarse a sí mismo. Para Stephen, estaba claro que ese hombre no tenía reparos en usar a sus hijas como piezas de un juego para resolver sus problemas financieros. Pero saber que, además, le habían entregado a la hija menor en lugar de la mayor era un insulto que no pensaba tolerar.En la sala, Stephen aguardaba junto a su esposa. Ella, aunque también se sentía traicionada por la joven que había logrado ganarse su aprecio en tan poco tiempo, mantenía una calma exterior que contrastaba con la tormenta de emociones que se agitaba en su interior. Su mirada estaba fija en el suelo, pero sus pensamientos eran un torbellino de dudas y decepción.Stephen, incapaz
Habían transcurrido varias semanas desde la última vez que Hayley había puesto un pie en la imponente mansión de los Bourousis, y desde entonces no había vuelto a coincidir con Eleonor. Su ausencia en las habituales reuniones sociales organizadas por las damas en la residencia de los Hughes resultaba, cuanto menos, desconcertante para la joven. En más de una ocasión, había considerado preguntarle a Evan por su madre, pero él parecía evitar cualquier tipo de interacción con ella. Su rutina era un misterio, cuando despertaba por las mañanas, él ya había salido rumbo a la empresa, y al anochecer, regresaba muy tarde, siempre con la excusa de los interminables proyectos que requerían su atención. Sin embargo, desconocía este detalle y había llegado a una amarga conclusión.Tal vez Evan simplemente prefería quedarse trabajando con tal de no soportar su compañía. Reconocía que, en el fondo, él tenía razones de sobra para distanciarse de ella. Su mentira había sido grave, y no sería sencil
Hayley acababa de salir del edificio cuando Jared apareció en su camino, acompañado por Debby y otra chica que recordaba vagamente como parte del equipo de redacción. Su intuición no fallaba: seguramente iban a invitarla a los planes que habían estado comentando durante el día. Había escuchado sobre un club nocturno que, según ellos, prometía ser la mejor opción para pasar un buen rato.—¿Qué harás más tarde? —preguntó Jared, esbozando su característica sonrisa coqueta. Antes de que pudiera responder, añadió con un tono burlón—. Y no nos salgas con que tu esposo no te deja salir. Si es así, deberías considerar el divorcio. Tengo contactos...Hayley rodó los ojos con una mezcla de exasperación y diversión. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Debby intervino con los ojos brillando de curiosidad.—¿Estás casada? —preguntó, sorprendida.—Sí, lo estoy —afirmó Hayley con un tono neutro, evitando dar más detalles—. Y, para que lo sepan, claro que puedo salir sin su permiso. Mi espos