Durante la cena, Hayley sintió la penetrante mirada de Alexander Hughes, quien le dedicaba furtivas observaciones, tratando de disimular, aunque sin mucho éxito, la curiosidad que despertaba en él. Su actitud extraño la desconcertaba, pero decidió ignorarlo y concentrarse en la conversación que mantenían los demás en la mesa.El padre de Evan sostenía una amena charla con el señor de bigotes rojizos, Gregory. La conversación giraba en torno a negocios, cuando la esposa de Gregory intercedió, claramente interesada en la joven.—Y dime, Hanna, ¿cómo les va como recién casados? Debe ser difícil acostumbrarse en los primeros años, pero luego uno se adapta a los cambios —dijo Ágata, interrumpiendo sin ningún tipo de delicadeza la conversación que mantenían los hombres.Los caballeros guardaron silencio, atentos a la atrevida pregunta de la señora, quien parecía más interesada en Evan y Hayley que en lo que discutían los varones.—Supongo que es así. En nuestro caso, nos ha ido bien a pesar
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