NICOLÁSEl pueblo no ha cambiado tanto.Las calles siguen siendo las mismas, con ese aire tranquilo que tanto odiaba cuando era joven y soñaba con salir de aquí. Las casas, aunque algunas renovadas, conservan su esencia. Incluso el bar de la esquina donde solíamos reunirnos después de clases sigue en pie.Y, sin embargo, todo se siente diferente.Tal vez porque yo soy el que ha cambiado.Me digo a mí mismo que estar aquí no tiene nada que ver con ella.Que mi regreso es una simple pausa, una estrategia para alejarme del escándalo que me estalló en la cara. Que en cuanto todo se calme, volveré a mi vida en Los Ángeles y esto no será más que un maldito paréntesis.Pero es mentira.Porque desde que vi a Camila ayer, desde el segundo en que mis ojos se encontraron con los suyos, no he pensado en otra cosa.Me levanto temprano y salgo a caminar, intentando despejarme. El aire fresco de la mañana se siente distinto en comparación con la contaminación de la ciudad. Aquí todo huele a campo, a
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