Nammi limpio su nariz, no se sentía avergonzada, por raro que pareciera, con Luc se sentía entre amigos, por decirlo de alguna forma, tenía tanto que purgar, tanto que sacar, en especial la perdida de los reyes, esa que a nadie había podido contar, sin embargo, Luc conocía de la mafia, ¿verdad? No se espantaría por ese detalle, o eso esperaba.— No sabes lo difícil que fue, Luc — prosiguió Nammi, su voz apenas un susurro. — A pesar de todas las promesas y esfuerzos que mi madre hizo, al final el alcoholismo la venció. Su hígado no pudo recuperarse. Era desgarrador verla en ese estado, y lo peor de todo es que, en esos últimos días de agonía, Marsella solo me culpaba a mí. Me miraba con esos ojos llenos de resentimiento y me decía que yo era la razón de su sufrimiento.Nammi se detuvo un momento, la voz quebradiza por el dolor, poco la dejaba hablar, por lo que interrumpió su relato, en busca de aire, y Luc solo la podía ver con una ternura indescriptible, tratando de absorber al menos
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