La luz cálida de las grandes lámparas que estaban colgando del techo de la mansión iluminaba la sala, creando un ambiente cálido y acogedor, Luc, Nammi, Máximo, Mimi y León estaban sentados alrededor de una mesa de café, compartiendo una rara pero significativa reunión, pues Luc siempre se había sentido solo, y ahora con Nammi a su lado y Máximo, creía que al fin esa soledad que lo asechaba como un fantasma fúnebre, poco a poco se iría.Máximo, siempre inquisitivo y con un toque de sarcasmo en su voz, rompió el silencio inicial, tratando de distraer a Nammi y sus preguntas hacia Mimi, pues la joven había notado el cambio en el semblante de la mayor, quien, con poco nivel de actuación, solo le dijo que le dolía la cabeza.— Luc, cuéntame, ¿cómo van tus empresas de moda? He oído que estás haciendo un trabajo impresionante en ese campo, dando a conocer a diseñadores por los que nadie apuesta, sin embargo, la suerte parece seguirte. — Luc, no pudo evitar comparar lo irónico de la situació
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