Capítulo 22

Mimi recibió la orden de un muy alegre Luc, de que le ayudara a instalar en la mansión a su pobre y buen medio hermano, y ahora se encontraba caminando por el largo pasillo de la mansión, su corazón latiendo con ansiedad en su pecho, mientras Máximo la seguía, en silencio, pero no era solo la tarea en sí lo que la incomodaba, sino la presencia de ese pelirrojo, quien caminaba detrás de ella, en un silencio casi opresivo.

Mimi se sentía como si estuviera siendo seguida por un fantasma, un espectro de su pasado y el cual conocía su secreto, y que decir de la forma en que máximo la miraba, con una intensidad que la hacía sentirse desnuda, y no de vestimenta, más bien del alma, la hacía sentirse incomoda y vulnerable.

Mimi dejo salir un largo suspiro, al tiempo que se detuvo frente a la puerta de la habitación y se volvió hacia Máximo, de la misma forma en la que una protagonista de película de horror giraría a ver sobre su hombro eso que ella sabe bien la destruirá.

—Aquí esta, tu habit
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