Nammi sentía el nerviosismo de la anticipación recorrerla, los minutos se habían convertido en horas, y el rostro de Luc continuaba siendo el mismo, su seriedad, no era lo que la preocupaba, sino la oscuridad de sus ojos, pues en ellos ardía una furia que no se disipaba con el paso de las horas, pero trato de convencerse que no pasaría a mayores, porque él era Luc, un empresario respetado y decente, no es como que fuese Greco De Luc, ¿verdad?— Señor, el señor Máximo está en la entrada, como lo ordeno, no se lo dejo ingresar a la propiedad y está pidiendo por usted. — aun el custodio estaba hablando, cuando Luc salió de la sala, lugar al que se habían trasladado con Nammi y León, como una familia que esa en estado de alerta, sin saber de dónde vendrá el próximo ataque, pero sabiendo que habrá uno, pero que los encontrará unidos.— Luc. — lo llamo un poco preocupada Nammi, porque el caminar del mayor era apresurado, como quien está a punto de iniciar una pelea.— Por favor, Nammi, quéd
Nammi se dejó llevar a la sala, asegurándole al custodio que ya estaba mejor, al menos ahora estaba mas tranquila al saber que Luc no mataría a Máximo, pero eso no queria decir que su mente dejara de funcionar.— El egocéntrico y narcisista siempre buscara la forma de menospreciarte, desde tu sexo u ocupación, no debes temerle a eso, ni tampoco permitir que te afecte. —Valentina caminaba por el infierno como la dueña y señora que era, como la maldita reina de la mafia, la reina de Chicago y como cada día Nammi la seguía, como si fuese una polilla y Valentina la luz mas bella y brillante que alguna vez pudiera ver.— Pero… siento que mis colegas de trabajo ya no me ven de la misma forma, desde que saben que trabajo aquí, y eso que les aclare que solo soy camarera. — la angustia se filtraba en su voz, pero era inevitable, durante tantos años fue despreciada, primero por los vecinos, luego por sus compañeros de colegio, cualquiera que supiera que era hija de un alcohólica, a la cual su p
Luc vio llegar a esa mujer que él queria como una madre, la que lo había ayudado a cambiar los pañales de León, la que incluso, paso más tiempo al lado de la cama del pelirrojo que él mismo.— Luc, ¿Qué significa esto? — pregunto con molestia, de la misma forma en que tantas veces lo había regañado, tanto de adolescente como de adulto.— Déjenla. – dijo con la voz estrangulada.— Luc, ¿solo eso les dirás?, ¿has visto como me traían casi esposada? — Nammi la vio por medio segundo, recordando cuando se le acerco en la cafetería, esa sonrisa cálida, esa mirada cansada y la forma en la que se preocupaba por León, ¿Cómo podía fingir de ese modo?— No, ellos no te esposaran Mimi. — aseguro Luc, haciendo un movimiento con su cabeza, hacia uno de los guardias de seguridad, quien salió a dejar ingresar a la policía. — Eso lo harán los policías. — aseguró y Mimi sonrió.— Pero… ¿de qué hablas? ¿es algun tipo de broma? — Nammi apretaba con fuerza sus labios, deseando lanzar una maldición, porque
Luc se sentó al lado de Nammi, tomándole la mano mientras el técnico preparaba el equipo de ecografía y León observaba atento en un rincón, sin querer estorbar, pero sin perderse nada de lo que sucedía, la habitación estaba llena de un silencio expectante, solo interrumpido por el suave zumbido de la máquina, Luc trato de recordar la emoción de cuando acompañaba a su difunta esposa a los controles mientras esperaban a León, pero solo logro recordar la indiferencia de la joven, como si el saber si León estaba bien o no, no le importara, en cambio Nammi se veía entusiasmada, sus ojos brillaban, y sus manos sudaban, y Luc sentía una mezcla de emoción y nerviosismo en su estómago, como si estuviera a punto de descubrir un secreto que cambiaría su vida para siempre, claro que no había tal secreto, sabía muy bien que dentro de Nammi crecía su hijo, y su pecho latía con entusiasmo, con felicidad, dispersando cualquier malestar preexistente.Cuando el técnico aplicó el gel en el abdomen de Nam
Luc había llegado quince minutos antes a la sala de juntas de su empresa, desde joven había aprendido la importancia del tiempo, por lo que no le gustaba desperdiciarlo, mucho menos hacérselo perder a los demás.— Señor Ambiorix, ¿Qué es este memo que me envió? — Olivia, lo vio con sus pobladas cejas fruncidas, su pequeña boca arrugada de lo mucho que la apretaba, y sus lentes chuecos, como de costumbre.— Olivia ¿has adelgazado? — pregunto saliéndose por la tangente Luc, y aferrándose a lo único que podía hacer que su secretaria se distrajera.— Oh, solo media libra, ¿puede creerlo? Tres meses de dieta y solo media libra, es una tortura, creo que me realizare esa cirugía después de todo. — reconoció la regordeta mujer, mientras sus tacones resonaban con cada paso que daba.— ¿No te había dicho el medico que era muy riesgoso? — la joven de cabello tan negro como el carbón dejo salir un suspiro pesado, mientras llegaba al lado de su jefe.— Claro que lo hizo, no es como que me gusta to
Nammi observaba a León, la alegría de pasear por el jardín ya no era tal, no era tristeza, solo que parecía que un eterna y profunda melancolía se había instalado en su mirada, y decidió utilizar su embarazo una vez más.— León, ¿Qué te parece si vamos al centro comercial?— No lo sé, Mimi solo me sacaba al parque, decía que no era bueno estar rodeado de otras personas, que podía darme alguna crisis o algo. — Nammi se maldijo el ser tan idiota y no darse cuenta de cómo Mimi había aislado a León, de la misma forma que lo había hecho con Luc.— Eso, no es así, ya te dije que tu solo tienes problemas de ira, no te dará ninguna crisis y de igual forma, si algo así llegase a suceder, yo cuidare de ti. — aseguro Nammi y León sonrió.— Pero… ¿Quién te cuidara a ti? — Nammi sabía que León no era tonto, era un joven que acababa de cumplir 18 años, con un cuerpo y estatura propio de su edad, entonces, si sufría una crisis de ira, bien podía herirla, tenía lógica su pregunta.— Tú lo harás, conf
Nammi veía la tumba que Luc le había señalado como la de su padre, y misma que rezaba “Aquí yace un buen hombre”, y la fecha de su deceso, claro que todo eso fue obra de Luc y no de Antonny.Nammi dio tres pasos, y sus piernas cedieron y aunque Luc quiso llegar a ella, León lo evito.— Ella necesita esto. — solo eso dijo, y Luc se sorprendió, al percatarse que su hijo había generado un vínculo de ese talle con Nammi, sus emociones estaban conectada, León nunca se equivocaba en ese sentido, pues las veces que el pelirrojo decía, “Papá no me puede ver”, no mentía, aunque él pensara que lo despreciaba, cuando la verdad era que Luc no podía ver a su hijo, sin recordar como había lastimado a Nammi, buscando liberarlos de la maldición.Y mientras Luc comprendía muchas cosas, los recuerdos de Nammi la llevaron a la fecha que tenia la última carta que su padre había enviado, era del mismo día, Nicanor la debió enviar, horas antes de su muerte.— Entonces… aquí estabas. — dijo con la voz rota
Antonny dio un paso al frente, y Luc no lo pensó, su mano se cerro y viajo al rostro de su padre, ese hombre que no merecía respeto alguno, pero aquel golpe poco significaba para Antony, no porque Luc lo golpeara con poca fuerza, sino que había conseguido lo que necesitaba, una distracción, fue solo coincidencia ver a sus hijos allí, pero no se acercaría sin un plan a Luc, fue por ello que lanzo la verdad de la paternidad de León, sin saber que Luc lo supo desde que su esposa murió y aun así para Luc León era su hijo, no permitiría que Antonny lo contaminará, no permitiría que ese hombre continuara arrebatándole la poca felicidad que poseía, claro que Luc no podía saberlo todo, no tenia como imaginarse que Antonny y su acercamiento no era casual, que lo único que deseaba era llegar a Nammi y no a León y mientras Antonny sonreía y regresaba el golpe que Luc le había dado, con agrado vio como León comenzó a arrastrar a Nammi, por supuesto, León era un buen niño, como Mimi tantas veces l