Capítulo treinta y ocho: La Casa Hija se defiende.
Tragué saliva. Me quedé viendo a Austin como si fuera un holograma, un espectro. Sus palabras me dejaron estupefacta. No me lo podía creer. Primero lo de mis recuerdos alterados y ahora esto. Debía ser una broma de muy mal gusto. Mi padre era machista y retrograda, pero… ¿un asesino? ¿Capaz de lastimar a su propia hija, sangre de su sangre? Me crió desde mi nacimiento, me dio la mejor educación, alimentos, me leía antes de dormir y me preguntaba sobre mi día después de llegar de la escuela. Si, me crió bajo términos machistas, pero jamás me desamparó física, psicológica o emocionalmente. O… eso creía. Si lo que me contó Austin era cierto, me abandonó en los tres aspectos que mencioné anteriormente. No solo me abandonó, realizó una de las peores maldades que pueden cometer contra un hijo. Y ahora me estaba diciendo que es un asesino, homicida. O, al menos, aún no. Pero eso no quita que lo haya intentado. Quiere matar al hombre con el que salí en el pasado, el mismo hombre al que me
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