AzzuraHe pasado tres malditos restaurantes. Tres.El maldito Don no pudo mandarme más lejos porque ya sería tortura. Como si no fuera suficiente obstáculo matar a un hombre y buscar la manera de no ir presa.Once minutos exactos tardó el taxi desde la estación hasta este restaurante de m****a, apartado en la nada, rodeado de monte y con apenas un quiosco de limonada como vecino.Estupendo. Cuando lo mate, puedo sentarme a tomar una limonada mientras espero el taxi…Si es que viene antes de que me arresten.Los nervios me están carcomiendo desde que subí al auto.Para rematar, el negocio está a rebosar.Hay mesas afuera, alumbradas por luces colgantes, y todas ocupadas.Familias, parejas, grupos de amigos. Todos comiendo, riendo, sin imaginar que están a nada de presenciar un asesinato.Digo, prefiero que no se enteren hasta que esté lejos, de ser posible en el taxi, pero es imposible sin apoyo.Y no tengo apoyo.—Disculpe, ¿se va a bajar?La mujer lleva dos veces con la misma pregunt
Ler mais