Cap. 35. Testigos inesperados.
Narrador omnisciente.Aris disfrutaba cada segundo del desconcierto de Javier, saboreando la manera en que él miraba la mano de Maite, esa que, hasta hace un instante, lo sostenía con fuerza… y que ahora lo había soltado.Maite, en cambio, estaba furiosa consigo misma. ¿Por qué demonios lo había hecho? No había ninguna razón, ningún motivo lógico. No lo había pensado, simplemente actuó, impulsiva, sin premeditación. Y ahora, ver la expresión herida de Javier la hacía sentir miserable. Él siempre había estado a su lado, y ponerlo en esa situación le parecía cruel.El aire estaba cargado de tensión. Aris y Javier se miraban con una intensidad salvaje, como si estuvieran a punto de lanzarse el uno sobre el otro, como dos bestias defendiendo su territorio.—¿Qué buscas aquí? —le espetó Maite a Aris, con la mandíbula tensa.Él, con esa despreocupación arrogante que hacía sentir a todos como unos completos idiotas, alzó una carpeta con naturalidad y sonrió.—Vine por varias razones, pero e
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