Él estaba recostado al marco de la puerta del baño mientras la veía hacerse una trenza en su larga cabellera rojiza.Ariadna se movía con gracia, aunque con cierta torpeza, intentando dominar el cabello que parecía tener vida propia. Max observaba en silencio, disfrutando de ese momento íntimo que, aunque cotidiano, le resultaba fascinante. Notaba cómo la luz del baño resaltaba los tonos cobrizos de su cabello, y cómo sus manos, aunque temblorosas, trabajaban con determinación. Era una imagen que lo llenaba de ternura.Lo hacía recordar como amanecieron esa mañana… ella pegada a él, su respiración acompasada y su rostro tan sereno.—Vamos a ir al pueblo a comprar algunas cosas que necesitas —dijo Max, rompiendo el silencio con un tono suave.Ariadna asintió sin mirarlo, concentrada en su tarea. Finalmente, logró terminar la trenza y se ajustó el elástico en la punta. Se levantó del taburete y se acercó a él, pasando a su lado con un movimiento rápido.—Ya estoy lista.—Abrígate bien —
Leer más