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Todos los capítulos de El Lazo Perfecto: Capítulo 61 - Capítulo 70
72 chapters
60. El Secreto Revelado
Está a salvo —respondió al fin, con el peso del secreto aún oprimiéndole el alma —Pero no puedo decirte dónde. No ahora.Celeste cerró los ojos, y una lágrima solitaria resbaló por su mejilla. Sintió un nudo en la garganta al ver la expresión de Sonya. Algo en su mirada la preparó para lo peor, pero aun así, cuando habló, su mundo se sacudió.—Tu hija… —Celeste tomó aire, como si cada palabra le costara más de lo que podía soportar —No solo es tuya, Sonya. También es hija de Kael.El silencio se extendió entre ambas, helado, opresivo. Sonya sintió que el aire abandonaba sus pulmones.—¿Qué… qué estás diciendo? ¿Cómo lo supiste? Solo Ibrahim lo sabía… ¿Acaso él te ha dicho esto? —indagó Sonya, con el rostro palideciendo de preocupación. El sudor frío empezó a recorrer su espalda al pensar que su secreto más oculto había salido a la luz.Celeste la miró fijamente, una calma tensa en sus ojos. No había rabia ni juicio en su voz, solo una profunda comprensión.—No, no me ha dicho nada… —r
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61. La Distracción Perfecta
Sabía que el rey Salim y sus allegados se verían obligados a centrarse en otros asuntos, desviando su atención, al menos por un tiempo. Ese tiempo era crucial.Mientras los movimientos del reino se alzaban con la noticia, Hassan se preparaba para dar el siguiente paso. Su mente estaba en constante cálculo, con cada minuto que pasaba acercándose al momento decisivo. Sabía que debía ser rápido, pero también inteligente. El rey Salim no era fácil de engañar, y sus hombres, leales hasta la muerte, serían un obstáculo formidable. Sin embargo, Hassan había apostado todo a este movimiento. Si el rey y sus seguidores se mantenían ocupados, él podría llevar a cabo su plan sin ser detectado.En su corazón, la misión era clara: rescatar a la hija de los Arden, despojar al rey Salim de su juguete, y devolver la esperanza al pueblo. Hassan no dejaría que la oscuridad se apoderara de la joven, no bajo su vigilancia. El futuro de muchos dependía de lo que sucediera en los próximos días. Y Hassan est
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62. El Riesgo Del Engaño
Cada paso que daba lo acercaba más al objetivo, pero también a un peligro mortal si algo salía mal. Su estrategia era simple, entrar, liberar a Celeste y salir sin dejar rastro. Los guardias serían ocupados con la falsa rebelión, por lo que Tabat tenía una ventana de tiempo limitada. La velocidad sería esencial.Con la información que había reunido, Tabat sabía exactamente cómo entrar al área de las celdas sin ser detectado. A través de un pasadizo oculto que él mismo había descubierto años atrás, podía acceder al nivel más bajo del palacio, donde las celdas de los prisioneros se encontraban. Allí, entre las sombras, se movería con la agilidad de una sombra, liberando a Celeste y asegurándose de que ningún guardia la viera salir.Celeste y Sonya permanecían en la penumbra de la habitación, ajenas al caos que se desataba más allá de los muros de piedra del palacio. El aire estaba cargado de un tenso silencio, solo roto por el crujido ocasional de la madera en la chimenea y el eco de lo
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63. Sombras En Movimiento
Recuperar a Celeste de un calabozo era una tarea difícil, pero infiltrarse en las habitaciones del príncipe era un desafío mayor. ¿Por qué Alexander la tenía? ¿Qué pretendía?El primer guardia dejó escapar una risa burlona antes de añadir.—Al parecer, nuestro querido príncipe Kael decidió quedarse con Sonya. Es curioso, ¿no? Hace semanas parecía un simple peón en este juego de poder, pero ahora parece que quiere jugar su propia partida.Tabat apretó los dientes. La información que acababa de obtener era demasiado importante para ignorarla. Celeste estaba con Alexander, lo que significaba que su misión de rescate sería aún más arriesgada. Y Sonya… si Kael había decidido quedarse con ella, entonces algo más estaba en juego. Nada era lo que parecía.Con un leve asentimiento, Tabat fingió no darle importancia a la conversación y salió de la sala con la misma discreción con la que había entrado. Ahora tenía un nuevo objetivo: infiltrarse en los aposentos de Alexander y descubrir qué desti
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64. Sombras Y Estratagemas
—Podría hacer que Hassan envíe a sus hombres a crear un alboroto cerca de los establos —murmuró —Si los caballos entran en pánico y los soldados creen que alguien intenta escapar a caballo, enviarán refuerzos allí.—Eso nos dará tiempo suficiente para llegar hasta Celeste —asintió Nayla.Tabat exhaló lentamente. No le gustaba depender de otras personas, pero esta vez no tenía opción. Nayla le ofrecía una oportunidad única, y si quería salvar a Celeste, tendría que confiar en ella.Finalmente, apartó la daga de su cuello y la deslizó de nuevo en su cinturón.—Muy bien —dijo con voz firme —Vamos a sacar a Celeste de ahí… pero si me estás mintiendo, Nayla, juro que seré yo quien te entierre.Ella le dedicó una leve sonrisa, oscura y cargada de determinación.—Entonces asegúrate de que sobrevivamos esta noche, Tabat. Porque si fallamos, ambos estaremos muertos antes del amanecer.Sin más, ambos se perdieron entre las sombras, listos para jugar su última apuesta en aquel peligroso tablero
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65. El Juego De La Traición
—¿Un espejo? —Salim frunció el ceño.—Un espejo que muestra la verdad que preferirías no ver —replicó Hassan —Tus enemigos no están en los desiertos ni en las montañas. No somos nosotros los que te traicionamos, sino los que beben de tu copa y susurran en tus oídos.Las palabras de Hassan encendieron algo en los ojos del rey. Por un instante, su semblante se endureció. Faris y Amir permanecieron en silencio, expectantes.—¿Insinúas que hay traidores entre los míos? —preguntó el rey con voz gélida.—No lo insinúo —respondió Hassan con calma —Lo afirmo.Hubo un tenso silencio. La mano de Amir descendió lentamente hacia la empuñadura de su espada, listo para cualquier movimiento en falso. Pero Hassan se mantuvo imperturbable.—Dices muchas cosas, rebelde, pero no veo pruebas. Solo palabras.Hassan sonrió de lado.—Las pruebas, mi rey, llegarán a ti cuando menos lo esperes. Cuando el filo que te hiera no provenga de un enemigo en la sombra, sino de una mano en la que confiabas.El rey apr
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66. Palacio, acecho Y Muerte
Los guardias de la corte, divididos entre acudir al llamado del rey en el exterior y contener la revuelta dentro del palacio, perdieron completamente el control de la situación.En medio de este caos, Nayla avanzaba con paso seguro. Su túnica de seda ondeaba con cada movimiento mientras se deslizaba entre las sombras, oculta por su conocimiento de los pasadizos secretos del palacio. Ella no había huido como las demás concubinas aterradas; Nayla tenía un propósito más grande. Acabar con Celeste Arden.Desde el día en que había oído su nombre, Nayla la había odiado. Celeste era el símbolo de todo lo que ella despreciaba, la mujer que había cautivado a los hombres que Nayla alguna vez quiso manipular, la mujer que representaba un peligro para su influencia dentro del palacio. Pero sobre todo, Celeste era la razón por la que Alexander nunca la había mirado con deseo.Y ahora, por fin, tenía la oportunidad perfecta para deshacerse de ella.Mientras los guardias y sirvientes huían en todas
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67. Escape Entre Traiciones
La verdadera batalla apenas estaba comenzando.La habitación del príncipe Alexander estaba sumida en una penumbra silenciosa cuando Nayla y una sirvienta de confianza entraron con cautela. Las sombras danzaban en las paredes, iluminadas solo por la tenue luz de una lámpara de aceite.Celeste estaba encadenada, su cuerpo aún débil por las heridas, mientras que Sonya permanecía a su lado, con el rostro endurecido por la preocupación.La sirvienta sacó con rapidez una copia de los grilletes y comenzó a aflojarlos con manos expertas.—Síganme. Debemos movernos. Los rebeldes están atacando el palacio —La voz de la mujer fue baja, pero urgente.Sonya la observó con recelo. Nada en este escape parecía casualidad.—¿A dónde nos llevan? —preguntó, mientras ayudaba a Celeste a ponerse de pie.La mujer no respondió con detalles. No había tiempo para explicaciones. Solo se limitó a avanzar con pasos rápidos hacia una de las paredes de la habitación.Sonya sintió un escalofrío cuando la sirvienta
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68. El Camino Incierto
Decidió cambiar de ruta. Con un movimiento repentino, giró en una dirección distinta a la que tenía en mente originalmente. Sus sentidos estaban en alerta máxima. No podía confiar en las indicaciones de Nayla y, en el fondo de su corazón, sabía que la única forma de sobrevivir era seguir su propia intuición.El sonido de pisadas ocultas en la distancia confirmó sus temores. La emboscada era real. Si hubieran seguido el camino indicado, habrían caído en manos de los guerreros que los aguardaban. Con el pulso acelerado, Tabat se apresuró a encontrar otra salida. No dejaría que Nayla los condenara.El camino que Tabat tomó se tornaba cada vez más inhóspito. La senda serpenteaba entre formaciones rocosas irregulares, cuyos filos afilados parecían cuchillas esculpidas por el tiempo. La luz de la luna apenas alcanzaba a filtrarse entre los altos peñascos, proyectando sombras alargadas y amenazantes sobre el suelo cubierto de piedras sueltas.A medida que avanzaban, el aire se volvía más frí
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69. Desconfianza
La tensión en el aire era palpable, y sus manos descansaban sobre las empuñaduras de sus espadas, listas para desenvainarse en cualquier momento.No tardaron en encontrarse con un grupo de guerreros apostados en la intersección de los túneles. Los soldados, al reconocer a los príncipes, se arrodillaron de inmediato, inclinando la cabeza en señal de respeto. Sus rostros permanecían imperturbables, pero en el fondo de sus ojos ardía una chispa de inquietud. Sabían que la presencia de Alexander y Kael complicaba su misión secreta.—¿Qué hacen aquí? —preguntó Kael con tono severo, cruzándose de brazos mientras inspeccionaba a los guerreros con desconfianza.Uno de los soldados, quien parecía estar a cargo, levantó la mirada con cautela antes de responder.—Mi señor, estamos patrullando los pasadizos para asegurar la seguridad del palacio —dijo con firmeza, eligiendo sus palabras con precisión.Alexander entrecerró los ojos. Había algo en la postura rígida de los hombres que no le terminab
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