70. Sed De Venganza
Sin necesidad de pronunciar una palabra, un leve movimiento de su mano bastó para que el guerrero comprendiera lo que debía suceder. Cassius, quien permanecía a su lado como un fiel guardián, asintió imperceptiblemente.—Puedes retirarte… Cassius te recompensará por tu esfuerzo, tal como te lo había prometido —dijo Nayla con voz serena, su tono impecable, pero carente de toda emoción.El guerrero, que había confiado en sus palabras, esbozó una leve sonrisa de alivio antes de inclinar la cabeza una vez más.—Gracias, mi señora…Cassius lo acompañó fuera del palacio en completo silencio. La noche los envolvía con su manto oscuro, y el aire helado soplaba entre las columnas de mármol. Caminaron por un sendero apartado, donde las sombras se alargaban como espectros en la penumbra. Cuando consideró que estaban lo suficientemente lejos, Cassius se detuvo en seco.El guerrero apenas tuvo tiempo de volverse antes de que el brillo acerado de una espada destellara en la oscuridad. Cassius actuó
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