—Buenos noche, mi amor —Sonríe Antonella mientras toma a la pequeña Isabella entre sus brazos para amamantarla, coloca su pecho entre sus labios pero la niña no succiona como habitualmente lo hace. La pelirrubia, como toda madre primeriza, se preocupa e insiste pero la bebé continúa rechazando su pecho. Al tocarle el rostro, siente que está más caliente de lo normal. En seguida toma el termómetro digital, lo coloca en su boquita y la niña comienza a llorar. Camina de un lado a otro, intentando calmar el llanto de su pequeña. La acuesta en la cama, recordando algunos consejos de su madre, toma una toalla, la humedece y envuelve los piecitos de la bebé para bajarle la temperatura. Angustiada, llama a Angelo a su móvil, pero éste no le atiende. Mira la hora, ya debería estar en casa. Decide llamar a la empresa, aguarda algunos segundos y nadie contesta. “Quizás ya viene en camino” piensa. Deja entonces un mensaje de voz, informándole sobre la situación de su hija. Ansiosa, nervio
Leer más