36. La espera
A la mañana siguiente, Hellen descansaba en la recámara en donde se había estado quedando en la mansión de su tía. Se había terminado de duchar y se había colocado ropa más cómoda. Había comido del desayuno que habían preparado. Se tiró boca arriba en la cama.Hellen cerró los ojos, tratando de encontrar un momento de paz en la oscuridad detrás de sus párpados. Las imágenes del evento que había tenido que realizar se repetían una y otra vez en su mente, pero ahora, en la luz del día, parecían más difusas, casi irreales. Henry, su príncipe de cuento de hadas, el hombre que la había poseído en aquella penthouse, ahora se sentía como un sueño distante, un personaje sacado de sus fantasías más secretas.En esos días previos a su encuentro, había sufrido una angustia constante, imaginando cómo sería estar frente a ese hombre desconocido, el cliente que había pagado por sus servicios como dama de compañía. La incertidumbre, el miedo, y la anticipación la habían atormentado, haciéndola pregu
Leer más