Al llegar a la habitación, Mary me ayuda a quitarme la ropa. Entro al baño y me doy una ducha completa. Al salir, me pongo una pijama y me recuesto. Unos diez minutos después, escucho suaves golpes en la puerta. —Adelante —digo con voz apagada. Veo que se trata de Mary, quien trae una bandeja en sus manos. —Señora, le he traído su cena —dice amablemente. —Muchas gracias, Mary, pero no tengo nada de hambre —respondo desanimada. —No diga eso, debe comer o se enfermará. Sin ganas de discutir, hago lo que me pide y empiezo a comer. Veinte minutos después, termino, y Mary se lleva la bandeja, cerrando la puerta tras de sí. Me quedo mirando un punto fijo hasta que escucho unos pasos firmes acercarse a mi habitación. Segundos después, la puerta se abre abruptamente, y en mi campo de visión aparece el rostro frío de Alexander. De inmediato, me incorporo y retrocedo hasta un rincón de la cama. —¿Qué es lo que quieres ahora? —le digo, sintiendo cómo la ira crece dentro de mí. —Te ad
Leer más