Decir que las cosas eran extrañas era quedarse corta. Adhara no lograba sentirse a gusto desde que comenzó toda esta locura con Oliver. Los días pasaban y la invasiva presencia del hombre era cada vez más insistente, eso sin contar, con las desagradables puyas que lanzaba su madre cada vez que tenía oportunidad. Irina Volkov no se tomó nada bien la reconciliación del matrimonio.En el mismo instante en que se enteró rompió en cólera, lanzando un par de jarrones de incalculable valor en la sala de la mansión.Oliver tuvo que intervenir para que su madre no se hiciera daño a sí misma, pero estaba completamente fuera de sí, mientras la apuntaba con su dedo y juraba que la mataría. —¡Vas a morir, maldita perra! —gritó fuera de control.Ese día, cuando subió al auto con Oliver luego de la escena, no pudo quedarse en silencio, es decir, las palabras asesinas de Irina parecían muy sinceras. —¿Se atreverá realmente tu madre a matarme? —le preguntó. Sus ojos se mantenían entrecerrados en s
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