Todos los capítulos de Ex esposo arrepentido: Vuelve a mí, querida: Capítulo 211 - Capítulo 220
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211
Natalia entrecerró los ojos, estudiando a Simón con una mezcla de escepticismo y curiosidad. Finalmente alzó una ceja y preguntó con voz cargada de curiosidad.—¿Es cierto lo que ella dice? ¿Hailey es una especie de enfermera encargada de cuidarte? Simón apenas abrió la boca para responder cuando Keiden soltó un bufido desde el rincón donde estaba apoyado, cruzado de brazos. —Da igual quién sea esta mujer. Hay cosas más importantes que discutir ahora mismo. —Giró su atención hacia Hailey, quien lo observaba sin alterar su postura tranquila—. No te ofendas, pero acabas de interrumpir una conversación. —Keiden, no tienes que ser grosero todo el tiempo. —La voz de Simón sonó cortante, y la tensión en su mandíbula se notaba incluso desde donde Natalia estaba parada—. Hailey no tiene la culpa de tu mal humor o de tus inseguridades. Keiden se enderezó, clavando sus ojos fríos en Simón. —No tengo inseguridades, pero parece que a ti te encanta proyectar las tuyas —respondió con una
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212
La enfermera Rita se mantenía en la esquina de la sala de espera, oculta tras un grupo de familiares que conversaban animadamente. Sus ojos recorrían a todos los presentes mientras su dedo tocaba discretamente la pantalla de su celular, grabando cada palabra que se decía. Había algo que la hacía sentirse poderosa en ese instante, algo que se alimentaba de la información que recolectaba. Una sonrisa ligera se dibujaba en su rostro, casi imperceptible para quienes la rodeaban, pero suficiente para que ella misma se sintiera satisfecha de la tarea que había cumplido hasta ahora.Allí estaban Natalia y Simón, con sus respectivos conocidos reunidos, sin saber que estaban siendo observados, que ella ya conocía más de lo que podían imaginar. Cada gesto, cada mirada, cada pequeño susurro entre ellos lo captaba con total atención. Ella había aprendido a hacerlo de forma tan natural que casi ni lo pensaba.El resto del dinero que le prometieron parecía tan cercano, tan tangible, que su moral
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213
Hailey, quien hasta ese momento había mantenido una expresión de cortesía y serenidad, dejó de sonreír de repente. Su rostro se endureció, y un suspiro pesado escapó de sus labios mientras rodaba los ojos, como si la situación ya fuera demasiado absurda para ella.–Isabella me conoce del mismo lugar del que yo los conozco a ustedes… al menos a la mayoría –dijo, con una mezcla de cansancio y frustración en su voz, mientras miraba a los presentes.El silencio fue inmediato. La confusión creció a medida que las palabras de Hailey se sumaban al caos de la sala. Natalia la miró fijamente, buscando en su rostro alguna señal que pudiera dar sentido a todo aquello.–¿De qué lugar hablas? –preguntó Natalia, la desconfianza aún estaba impregnada en su tono.Fue Simón quien, por fin, pareció encontrar algo de claridad en medio del desconcierto. Abrió los ojos, sorprendido, y lanzó una pregunta que se sentía como una revelación.–¿Nos conocemos de la universidad? –preguntó, observando a Hailey co
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214
La pregunta flotó en el aire como una bomba más, dejando a todos sorprendidos. Hailey sintió que su rostro se calentaba, y un nudo se formó en su garganta. Simón estaba procesando todo lo que su hijo había dicho. Hizo una mueca y lo miró por un momento, sorprendido por la pregunta tan directa. Sus ojos se suavizaron al instante, aunque la incomodidad seguía dibujada en su rostro. Nunca imaginó que la situación se complicaría de esa forma. –No... –dijo, dudando un segundo, como si tratara de encontrar la manera correcta de responder. Miró a Hailey brevemente antes de continuar–. No es eso, Nathan. Esto es… algo que aún no está decidido… –No, pequeño… no voy a ser tu mamá –interrumpió Hailey con una sonrisa tensa–. Estoy aquí como amiga. Nada más. Los ojos de Nathan los miraba curioso, pero no parecía convencido del todo. Miró a Simón, luego a Hailey, y finalmente a los demás adultos que lo rodeaban, todos con expresiones complicadas. –Entonces, ¿por qué todos están hablando de c
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215
El hospital estaba en completo caos mientras los hombres de Keiden revisaban cada rincón en busca de pistas. La tensión se sentía en el aire, y las miradas ansiosas iban de un lado a otro al notar que una de las enfermeras había desaparecido. La promesa de Keiden de atrapar a Isabella resonaba en sus cabezas, pero la frustración crecía con cada habitación revisada sin éxito. Keiden se encontraba en la sala de monitoreo, con los ojos fijos en las pantallas de las cámaras de seguridad. Su mandíbula estaba tensa mientras revisaba cada grabación, buscando algún indicio. Pero era como si la aliada de Isabella o alguna otra pista hubieran desaparecido sin dejar rastro. —¡Maldita sea! —gruñó golpeando la mesa con el puño cerrado—. No puede estar muy lejos. Mientras tanto, en un lugar muy apartado, Calvin llegó apresurado hasta donde Isabella estaba, vigilando todo gracias a sus contactos. Ella lo miró con fastidio, tamborileando los dedos sobre el borde de la madera. —¿Qué haces aquí
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216
Días después, Delia caminó con paso lento hacia la casa de Natalia, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. Aún estaba recuperándose del ataque que casi le cuesta la vida, pero la verdadera carga que llevaba era la de los secretos que debía guardar. Al entrar, encontró a Natalia en la sala, acariciando distraídamente su vientre mientras hojeaba un libro de maternidad. —¡Por fin apareces! —exclamó Natalia, levantándose con cuidado para abrazarla—. ¿Dónde te habías metido? ¡Te perdiste la primera ecografía del bebé! El tono molesto de su amiga la golpeó como una daga. Delia sintió un nudo en la garganta mientras su culpa comenzaba a agobiarla. —Lo sé, lo siento mucho —respondió en voz baja, con sus ojos brillando con lágrimas contenidas—. De verdad, no quería perderme ese momento. Natalia la miró con el ceño fruncido, pero al notar la humedad en los ojos de Delia, su expresión se suavizó. —¿Por qué estás tan sensible? —preguntó con curiosidad, ladeando la cabeza—. ¿Es q
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217
Los días transcurrían apacibles, y Natalia comenzaba a notar un pequeño bulto entre sus caderas que crecía día tras día. Esa sutil evidencia de su embarazo la llenaba de emoción y reforzaba la sensación de estabilidad que había encontrado junto a Keiden, Astrid, Nathan y sus padres. Por primera vez en mucho tiempo, podía permitirse un suspiro de alivio. La amenaza constante que había representado Isabella parecía desvanecerse lentamente, aunque el recuerdo de su conversación con Simón seguía rondando su mente. Tenía un plan y estaba decidida a ejecutarlo.De pie frente al espejo grande de su habitación, Natalia ajustó el vestido azul ceñido que había elegido. La tela envolvía suavemente sus curvas, destacando una ligera protuberancia en su vientre.Observó su reflejo con una mezcla de asombro y ternura, cuando de repente escuchó la voz alegre de Astrid detrás de ella.—Ya se te nota la pancita de embarazada —comentó su hermana menor, con una sonrisa divertida mientras se apoyaba en
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Henry Mcgregor tamborileaba los dedos sobre el brazo de su sillón, su mandíbula apretada y su mirada fija en el fuego de la chimenea. —Isabella —murmuró con una furia contenida, casi como si la sola mención de su nombre quemara su lengua. Hugo, su fiel vasallo, estaba de pie a un lado de la sala, observándolo con la lealtad de un hombre dispuesto a cualquier cosa. —Siempre supe que esa mujer no era de fiar —dijo Hugo con voz firme—. Pero esto… esto cruza cualquier límite. Henry giró lentamente la cabeza hacia él, sus ojos oscuros estaban reflejando una determinación fría. —Quiero matarla —declaró con una calma que era aún más aterradora que un grito. Hugo inclinó ligeramente la cabeza, esperando el resto de sus palabras. —Pero eso sería demasiado fácil —continuó Henry, sintiendo su voz endurecerse—. Isabella no merece una muerte rápida. Le gusta la buena vida, Hugo. La reputación, las cámaras, las portadas de revistas. Vamos a destruir todo eso. Una sonrisa sombría curv
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Hailey sintió un nudo en el pecho, una opresión que parecía crecer con cada palabra de Natalia. Tragó saliva y asintió lentamente, buscando la fuerza para aceptar lo inevitable.Tal vez, después de todo, había encontrado una razón de peso para romper ese compromiso con Simón, una excusa válida para dejar atrás toda ilusión que había concebido tontamente. Pero cuando sus ojos se encontraron con los de Natalia, percibió algo en su mirada que la descolocó. Fue entonces cuando Natalia dejó caer la bomba con total franqueza. —Simón nunca estuvo enamorado de mí —dijo con voz firme, rompiendo el silencio.Hailey levantó la cabeza de golpe, el ceño fruncido y la incredulidad marcando cada línea de su rostro.—Eso no puede ser cierto —replicó, con un tono más tenso de lo que pretendía—. Simón arriesgó su vida por ti… ¿me vas a decir que eso no fue por amor?Una sonrisa irónica cruzó los labios de Natalia, quien negó despacio con la cabeza.—No fue amor, Hailey. Fue culpa —soltó un largo su
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220
—¿Qué haces aquí? —preguntó Simón, incapaz de ocultar su sorpresa.Hailey se encontraba delante de él con el rostro aparentemente sereno, pero su corazón latía con tanta fuerza que sentía el palpitar retumbar en sus oídos.—No me parecía justo que estuvieras tan solo —respondió ella, con los brazos cruzados sobre el pecho, tratando de sentirse protegida al tenerlo nuevamente cerca.Simón la miró fijamente, intentando descifrar sus intenciones.—¿Eso significa que ya no vas a cancelarlo todo? —preguntó en un tono entre sarcástico y esperanzado.Hailey apretó los labios, y su corazón se aceleró aún más ante la pregunta. Finalmente, dio un paso hacia él, alzando la barbilla con determinación.—Eso depende de ti, Simón. Pero no vine aquí para pelear ni para hablar de lo que harás con tu vida —se encogió de hombros, aunque sus manos temblaban—. Solo quiero que sepas que aún tienes opciones.Simón no supo qué responder de inmediato. Por primera vez en días, sintió algo diferente a la frustr
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