Todos los capítulos de Ex esposo arrepentido: Vuelve a mí, querida: Capítulo 151 - Capítulo 160
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Al salir de la oficina de Natalia, Simón sintió que sus piernas temblaban de manera incontrolable. Tuvo que apoyarse en la pared más cercana, respirando con dificultad mientras el peso de lo que acababa de presenciar caía sobre él como un alud. Trató de tragar saliva, pero su garganta estaba seca, y un nudo comenzaba a formarse en su pecho. Parpadeó rápidamente para contener las lágrimas que amenazaban con salir, consciente de que no podía permitirse derrumbarse allí mismo. El pasillo estaba desierto, pero una mujer, empleada del lugar, apareció con un portapapeles en las manos. Al verlo, frunció el ceño con preocupación. —¿Se encuentra bien, señor? —preguntó con tono amable. Simón negó con la cabeza, incapaz de articular palabra. Señaló uno de los sofás de la sala de espera y se dejó caer sobre el más cercano, apoyando los codos en sus rodillas mientras enterraba el rostro en sus manos. Su mente daba vueltas, tratando de asimilar lo que había pasado en la oficina: Keiden, rad
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La mirada de Simón, cargada de esperanza y una súplica silenciosa, hizo que Natalia sintiera un nudo incómodo en el estómago. No era el tipo de emoción que alguna vez imaginó volver a experimentar con él, no después de todo lo que había pasado. Cerró los ojos por un momento, tratando de calmar la tormenta de pensamientos en su mente y soltó un suspiro pesado, apretando los puños a sus costados mientras buscaba las palabras adecuadas. "Sabía que este día llegaría," pensó con frustración, mientras su mandíbula se tensaba. Finalmente, abrió los ojos, enfrentándolo con la misma frialdad calculada que había mostrado desde el principio. —Por eso insistí en hablar únicamente de negocios contigo, Simón. —Su voz era firme, casi cortante—. No estoy interesada en ningún otro tipo de conversación. Las palabras cayeron como un balde de agua fría. Simón sintió cómo la sangre le abandonaba el rostro. Su piel palideció, y tragó saliva con dificultad, incapaz de procesar completamente lo que
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El ambiente en el pasillo del juzgado estaba cargado de tensión, pero también de una curiosidad palpable. Los abogados observaban a Astrid y Daniel con interés, como si acabaran de presenciar el inicio de una intrigante historia. Uno de ellos, un hombre de cabello entrecano y gafas redondas, se inclinó ligeramente hacia adelante, estudiando a la pareja con una sonrisa burlona. —Vaya, señorita Morales, no lo esperaba de usted —comentó con un tono que mezclaba sorpresa e incredulidad, mientras su mirada saltaba entre Astrid y Daniel. Astrid sintió que el calor se le subía al rostro. El sonrojo que había empezado en sus mejillas ahora le quemaba hasta las orejas. Daniel, sin perder la compostura, tomó ese momento como una victoria y sonrió con descaro. —Bueno, apenas estamos comenzando —dijo, colocando una mano sobre el hombro de Astrid con una naturalidad ensayada—. Ella quería ser un poco reservada al principio sobre lo nuestro. Otro de los abogados, un hombre corpulen
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Natalia cruzó los brazos, su mirada estaba fija en Simón con una mezcla de intriga y frustración. Había algo en su actitud relajada que la irritaba profundamente, como si disfrutara verla confundida. Finalmente, rompió el incómodo silencio con un tono firme. —Te lo preguntaré de nuevo, Simón. ¿Cómo sabes que la niñera renunció? —Su voz llevaba un tinte de irritación que no se molestó en ocultar. Simón levantó las manos en un gesto defensivo, como si quisiera calmar las aguas antes de que ella se enfureciera más. —No es nada raro, Natalia. Ariana me llamó para agradecerme por salvarle la vida aquel día. —Hizo una pausa, bajando un poco la voz—. Y me contó que había decidido renunciar a cuidar de Nathan, a pesar de que lo quería muchísimo. Las palabras parecieron suavizar la postura de Natalia. Sus hombros se relajaron y su expresión adquirió un tinte melancólico. Desvió la mirada hacia el suelo y dejó escapar un suspiro pesado, como si llevara semanas cargando un peso invisib
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Simón estaba parado frente a Natalia con las manos en los bolsillos y el semblante tenso. Ella, por el contrario, estaba firme, con los brazos cruzados y una sonrisa sarcástica pintada en el rostro.—Mi corazón fue pisoteado, mutilado, aplastado y, finalmente, destruido por ti —dijo con voz afilada—. Murió esa noche que me pediste el divorcio y, para colmo, me sacaste de mi casa para meter a Isabella.Las palabras cayeron como un golpe directo al estómago de Simón. Abrió la boca para responder, pero Natalia levantó una mano, cortándolo de inmediato. —No hables —ordenó con frialdad—. Eres un descarado, un cínico por atreverte a decir que ahora me amas, después de que me dijiste tantas veces que no estabas interesado en mí para nada. Simón bajó la mirada, titubeando. Se pasó una mano por el cabello, claramente incómodo. —Eso cambió, Natalia —dijo finalmente, su voz sonando más suave, casi suplicante—. Dame la oportunidad de demostrar que mi amor es sincero.Natalia soltó una risa s
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El corazón de Astrid latía con fuerza mientras los labios de Daniel se fundían con los suyos. Había intentado resistirse, recordar dónde estaban y mantener el control, pero el calor y la intensidad de aquel beso la dejaron sin fuerzas. Los sentimientos que llevaba meses intentando sofocar brotaron con una intensidad casi abrumadora. La mano firme de Daniel en su cintura le provocaba escalofríos, y el calor de su beso la hacía sentir como lava derretida. La mano firme de él en su cintura le brindaba una seguridad que pocas veces había sentido, y sin quererlo, sus pensamientos se disolvieron en un remolino de emociones. "¡Qué bien besa, dios mío!" se encontró pensando, mientras sus dedos se aferraban a la tela de su camisa como si fuera su ancla. El corazón le latía con fuerza, un tambor imparable que resonaba en sus oídos. Sin embargo, los murmullos a su alrededor la hicieron volver en sí. Con esfuerzo, y sintiendo que apenas podía respirar, se separó, jadeando suavemente. Danie
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La oficina de Natalia estaba decorada con tonos neutros y toques minimalistas, lo justo para un ambiente profesional, pero acogedor. Delia se encontraba sentada frente a su amiga, jugando con un bolígrafo mientras los últimos ecos de su conversación sobre Simón se desvanecían. Natalia respiró hondo, intentando sacudirse cualquier residuo de incomodidad tras la confesión de Simón. Sin embargo, la pausa fue efímera. Delia, con una sonrisa traviesa que siempre anunciaba una pregunta incómoda, ladeó la cabeza. —Entonces... ¿Keiden y tú ya lo hicieron? —dijo, lanzando la bomba sin previo aviso.El bolígrafo quedó suspendido en el aire, y Natalia sintió un leve calor en las mejillas. La pregunta la tomó por sorpresa, pero no del todo. Conociendo a Delia, había estado esperando algo así, aunque no tan directo. Sin embargo, la sensación que se instaló en su estómago no era tan fácil de identificar. "¿Qué es esto? ¿Emoción o incomodidad? No, emoción, por supuesto que es emoción," se cor
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—Natalia, ¿qué estás haciendo? —Keiden suspiró pesadamente cuando ella comenzó a mirar las noticias en su propio teléfono. Ella tomó el aparato con manos temblorosas, ignorando las protestas de Keiden y buscó la noticia que él le había mostrado momentos atrás. A medida que leía, su ceño se fruncía más y más. **"La empresaria con un harén inverso"**, decía el titular de un artículo. Otro, más directo, proclamaba: **"El secreto de Natalia Huntington: Cómo tener a varios hombres a tus pies".** Según la nota, ella era la viva imagen de una mujer moderna y poderosa que había logrado tener a varios hombres a sus pies: Simón Cáceres, su todavía prometido Daniel Alves, y ahora Keiden Donovan. —¿Un harén inverso? —murmuró Natalia, con incredulidad y algo de enojo—. Esto es absurdo… —Deja de leer eso, Natalia. Son basura —Keiden intentó tomarle el teléfono, pero ella giró ligeramente para evitarlo, inmersa en el siguiente artículo. —No puedo evitarlo —respondió sin levantar la vista—
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Astrid se levantó, tomando su bolso con movimientos bruscos. Pero Daniel se puso de pie rápidamente, impidiéndole la salida. —Astrid, espera, esto no es verdad. —¿No es verdad? —preguntó ella, girándose para enfrentarlo. Sus ojos ahora estaban llenos de una mezcla de confusión y dolor—. Entonces, ¿qué es? Daniel apretó los puños, consciente de la mirada expectante de la periodista. No quería exponer la verdad de Natalia y la naturaleza de esa relación en aquel momento, pero estaba desesperado. —Ese compromiso... es falso. La periodista, ahora en éxtasis, se inclinó hacia él. —¿Entonces confirmas que no hubo un compromiso real? —sus ojos brillaban, ansiosos de información—. ¿Por qué no se ha anunciado públicamente? Astrid lo miró con incredulidad. —¿Cómo esperas que te crea después de esto? —gritó, con el rostro enrojecido de ira—. ¡Es algo que debiste haberme contado, Daniel! —Astrid, por favor, dame un momento para explicarlo —suplicó él, alzando las manos. Ella se ac
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160
La mansión de los Benavides estaba silenciosa cuando Natalia entró, mientras el eco de sus tacones resonaban en el mármol del vestíbulo. La cálida luz de las lámparas acentuaba el aire acogedor de la casa, pero ella se sentía atrapada en su propio torbellino emocional. Antes de que pudiera llegar al salón, su madre apareció desde la cocina con una taza de té en la mano. —Natalia, ¿qué haces aquí? —preguntó con el ceño fruncido, dejando la taza sobre la mesa. Su padre no tardó en unirse a ellas, observándola con la misma curiosidad. —¿No se suponía que dejarías a Nathan todo el fin de semana para pasar tiempo con Keiden? —añadió él, cruzándose de brazos—. Además, Nathan ya está dormido. Natalia suspiró, sintiendo el peso de la preocupación de sus padres. —Cambió un poco el plan. Solo... necesitaba un lugar tranquilo —respondió con evasivas, dirigiéndose hacia el sofá. —¿Qué pasó? —preguntó su madre, sentándose a su lado con una mirada inquisitiva. Natalia se llevó u
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