Cuando Elena llegó a la comisaría, aún no había amanecido, y las pequeñas gotas de lluvia se arremolinaban en el viento nocturno, deshaciéndose al tocar el suelo y formando una capa de lodo sobre el pavimento.Dos horas antes, había recibido una terrible noticia: Miguel, su esposo, con quien acababa de casarse, había sido arrestado bajo sospecha de violación. Por lo que, pensando que no quería alarmar a su familia, y en calidad de abogada y familiar directa, fue ella quien acudió de inmediato a la comisaría.Sentada en la sala de visitas, Elena se encontraba limpiando cuidadosamente el barro de sus tacones cuando Miguel entró, cabizbajo y escoltado por dos policías.Al verla, los oscuros y penetrantes ojos de Miguel mostraron una leve de sorpresa, y, de inmediato, se acercó, desplomándose en la silla que se encontraba frente a ella, con una actitud algo despreocupada.Elena se enderezó un poco y observó cómo Miguel cruzaba las piernas, con una desconcertante calma, exhibiendo una
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