[Lávalas y todavía sirven. Las paredes son delgadas, así que no hagan tanto ruido.]Tres días después del divorcio, Camilo fue a armar un escándalo a la empresa. Usó el nombre de mis padres para hablar directamente con el estudiante de mi padre. Este ya era un mando medio y le había conseguido el trabajo como favor a mi padre.Camilo, sin mencionar nuestro divorcio, tuvo la cara dura de pedirle más ayuda. El estudiante, Jorge, un hombre educado y amable que me había dado clases particulares, intentó convencerlo de que se marchara, pero Camilo se puso terco.Jorge me llamó frustrado: —Dice que quiere una indemnización, pero ya ha faltado al trabajo varias veces.—Camilo ya en serio no tiene nada que ver conmigo —respondí tranquilamente—, manéjalo como corresponde.Jorge hizo una pausa: —Bien, entiendo entonces.Cuando Camilo volvió, ni siquiera pudo entrar; los guardias lo detuvieron en la puerta. Entonces se rindió completamente, volviendo a holgazanear en casa. Aunque en redes sociale
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