La habitación del hotel estaba en penumbra, iluminada únicamente por la tenue luz que se colaba entre las cortinas cerradas. Blair recogía sus cosas en silencio, moviéndose con lentitud, como si cada acción requiriera un esfuerzo titánico. Sobre la cama, su pequeña maleta estaba medio abierta, con la ropa cuidadosamente doblada. Sus manos temblaban ligeramente mientras guardaba una prenda tras otra, y su mente, como un océano embravecido, no dejaba de atormentarla con recuerdos y pensamientos confusos.La mentira de Alejandro Vitali pesaba sobre ella como una losa. Dos años de su vida robados, manipulados por un hombre al que apenas conocía realmente. Había confiado en él cuando su memoria era un vacío absoluto, y él había aprovechado esa vulnerabilidad para tejer una red de mentiras. Su frente palpitaba con un dolor punzante, y llevó una mano a la sien, tratando de calmarse.—Todo esto... —murmuró para sí misma, con la voz quebrada—. Todo esto ha sido un infierno.El sonido de unos g
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