Todos los capítulos de La obsesión del abogado mafioso : Capítulo 31 - Capítulo 36
36 chapters
¿Que le paso a Remo?
Pude observar cómo Elijan le propinó un puñetazo a Ricardo, un golpe que resonó en el aire con una brutalidad escalofriante. Instintivamente, abracé a Rubí, sosteniéndola en mis brazos para que no presenciara esa escena violenta. Su pequeño cuerpo temblaba contra el mío, y el peso de la angustia me oprimía el corazón. Elijan se veía completamente fuera de sí, sus ojos ardían con una furia incontrolable, y cada golpe que le daba a Ricardo parecía liberarle una tormenta de rabia contenida. Silvia, al borde de la histeria, no dejaba de llorar y gritar. Su voz, llena de desesperación, atravesaba la atmósfera cargada de tensión—. ¡Ya basta! —exclamó, la angustia reflejada en su rostro—. ¡Lo matarás! ¡Alexa haz algo! Pero en ese momento, nada parecía poder detener a Elijan. Continuaba golpeando a Ricardo, que ya tenía la nariz y la boca ensangrentadas, la vista perdida en una mezcla de dolor y sorpresa. Era como si hubiera despertado una bestia salvaje dentro de él, y cada puñetazo que
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El Zar
—¡Eres una idiota, Alexa! —gritó Raegan, su voz llena de frustración—. ¿Qué demonios te pasa? Te has dejado envolver por este tipo y no piensas en tu hijo. —¡Cállate, Raegan! —respondí, sintiendo que la ira y la preocupación se mezclaban en mi pecho— ¿Que le paso a Remo? —Estás tan cegada por este miserable que te olvidaste de lo que realmente importa. —dijo Raegan, cruzándose de brazos con desdén. Justo en ese momento, Elijan apareció en la puerta, su mirada oscura y llena de rabia. Se plantó en la entrada, como un muro de contención. —¿Qué estás haciendo aquí, Raegan? —preguntó Elijan, acercándose con una presencia amenazante mientras tomo mi cintura—. No creo que seas bienvenido. ¿Acaso no te has dado cuenta de que Alexa es mía? Anoche, como tantas otras veces, estuvo en mi cama. La tensión en el aire se volvió densa. Raegan apretó los dientes, su frustración creciendo. —¡Ya basta los dos! ¿Qué le pasó a Remo? —pregunté, la angustia apretando mi garganta. —Remo está d
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Mi pasado
Estoy completamente enojado con Alexa. No puedo creer que se haya marchado con ese imbécil de Raegan. Estoy en mi departamento, sentado en el sofá con Rubí, quien me acaba de obligar a cepillar su cabello. —¡Ay, me duele, Elijan! —se queja Rubí, retorciéndose un poco en su asiento mientras trato de desenredar su cabello. —Lo siento, princesa... —le digo, intentando ser suave mientras tomo su cabello con cuidado y lo guardo en una coleta. Su dolor me preocupa, pero mi mente está nublada por la furia hacia Alexa. Mientras la peino, no puedo dejar de pensar en Remo. Ya llamé a mis contactos para que investiguen sobre su desaparición, y la presión crece en mi pecho. —¿Dónde está mi hermano? —pregunta Rubí, mirándome con esos grandes ojos que tanto me afectan. —No te preocupes, cariño. Pronto lo encontraremos —le aseguro, aunque en el fondo siento la desesperación apoderarse de mí. Con un simple mechón de cabello de Rubí, puedo iniciar la investigación para saber quién demonios
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Mato a mi bebé
Estoy completamente desesperada. La noche está cayendo y sigo sin saber nada de mi pequeño Remo. Levanté la denuncia, revisaron las cámaras de la clínica, y todo apunta a que este miserable lo tenía planeado; las cámaras estaban apagadas justo cuando se lo llevaron. Se sabe cuidar demasiado bien. He pasado todo el día haciendo trámites, proporcionando información a la policía y recorriendo lugares con Raegan, pero todo fue en vano. Me siento agotada. Finalmente, llegué al departamento de Regina, quien me dijo que Rubí ha estado preguntando por mí. Antes de entrar, Raegan me detiene y coloca una mano en mi cintura. —Necesito que te calmes —me dice, con voz firme pero suave—. Rubí no puede verte mal. Asiento lentamente, tomando aire y tratando de recomponerme. Cuando entro, veo a Regina en la sala, sentada junto a Rubí, quien está prácticamente dormida en sus brazos. —Hola, Alexa —susurra Regina al verme—. La pequeña ha estado preguntando mucho por ti, pero logré calmarla. —
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¿Donde está Alexa?
El frío del campo baldío se sentía como una advertencia. Mientras avanzábamos, cada paso me llenaba de una mezcla de desesperación y rabia. No podía aceptar que Remo estuviera ahí, no el hijo de Alexa, no el pequeño que había iluminado su vida y, de alguna forma, también la mía. Esos dos mocosos no eran como otros niños, tenía la necesidad de protegerlos. Raegan caminaba a mi lado, pero su calma era casi inquietante. Observaba el área con una mirada fría, como si no se permitiera reaccionar, o tal vez como si ya estuviera planeando su siguiente movimiento. Cuando llegamos al cuerpo, vi a los oficiales intercambiar miradas, uno de ellos asintiendo con pesar antes de mirarme. —¿Es... el niño que buscan? —preguntó uno, cauteloso. Tragué el nudo en mi garganta y apreté los puños, negándome a responder. Me acerqué con lentitud, la rabia encendiéndose en mí mientras contenía las lágrimas. Raegan se mantuvo a mi lado, su rostro imperturbable, y entonces, antes de que pudiera hacer al
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Las condiciones del Zar
Mis pensamientos eran un caos, la confusión y el miedo se mezclaban en mi mente. Solo había salido a caminar, necesitaba un poco de aire, despejarme, salir del departamento sin que Regina se diera cuenta. Pero alguien me había cubierto la boca, y lo siguiente que recordaba era haber despertado en este lugar, con los ojos vendados y amarrada a una silla. —Por favor... —mi voz salió rota, apenas un susurro que se fue transformando en un grito desesperado—. Quiero ver a mi hijo, por favor. Él necesita estar internado... se los suplico... Las lágrimas resbalaban por mis mejillas, mientras me esforzaba por controlar el temblor que se apoderaba de mi cuerpo. Fue entonces cuando escuché la puerta abrirse, los pasos pesados acercándose. Alguien estaba aquí, pero no podía verlo. Sentí cómo la figura se inclinaba hacia mí, una mano áspera acariciando mi mejilla, antes de que su agarre se trasladara a mi cuello. —Mátame a mí —sollocé, con la voz quebrada por el terror—, pero no le hagas da
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