Elijan MorganLa rabia me consumía mientras buscaba desesperadamente algún rastro de Alexa. No podía entender cómo alguien podía desaparecer sin dejar rastro, y mucho menos ella. Mis contactos me decían que no sabían nada, que estaban investigando, pero para mí, eso no era suficiente. La incertidumbre y la frustración me hervían en las venas. Después de horas de buscar y presionar a los informantes, finalmente recibí una pista. Un lugar apartado, en las afueras de la ciudad, uno de esos sitios donde nadie se atreve a entrar sin razón. Apreté los dientes, sin dejarme llevar por la duda, y conduje hasta allí con una velocidad que hacía rechinar los neumáticos. Al llegar, el silencio era inquietante. Me adentré en la oscura edificación, siguiendo el único rastro que había encontrado. Finalmente, al abrir una puerta entreabierta, me encontré con la figura diminuta de Remo, acostado en una camilla, conectado a varias máquinas. Su pequeño cuerpo parecía frágil, cubierto por una manta, y
Me acerqué a ver a Remo y lo abracé con todas mis fuerzas. Él ya estaba despierto, sus bellos ojos azules intensos y su cabello oscuro desordenado me llenaron de alivio. Deje varios besos en su carita, haciéndolo reír. —Mami, ya... —se queja, con una sonrisa. —Mi amor, te extrañé tanto —le respondí, sintiendo el nudo en mi garganta. —Mami, te vi ayer... —me dice él, con su inocencia brillando. —¿Qué es lo último que recuerdas, cariño? —le pregunté, preocupada por cualquier indicio de lo que había pasado. —Que me diste muchos besos y me dijiste que vendrías mañana —responde, su expresión relajada. Una mezcla de tristeza y alegría invadió mi corazón. Quería protegerlo de todo lo que había ocurrido, de la oscuridad que lo rodeaba. —Eso es verdad, mi amor —le dije, acariciando su cabello—. Siempre estaré aquí para ti. —¿Vas a quedarte? —me pregunta, sus ojos llenos de esperanza. —Claro que sí. No te dejaré solo nunca más —le aseguro, aunque sabía que la amenaza del pasad
—Elijan, yo seguiré viviendo con Regina... —afirmé, tratando de mantener la calma—. Ella pronto me vendera el departamento. Ya hemos llegado a un acuerdo. —No digas tonterías —me interrumpió, su mirada fija en mí—. Tú eres mía, mi mujer, y tu lugar es en mi cama. Su tono era autoritario, y una oleada de enojo y confusión recorrió mi cuerpo. Intenté mantenerme firme. —Ve a buscar tus pertenencias y las de los niños. Paso por ti a las ocho —sentenció, como si tuviera el control total de la situación. —No me has escuchado, Elijan. Te dije que no volveré contigo... —replicqué, sintiendo la necesidad de defenderme—. No quiero seguir siendo tu amante. Te pagaré todo el dinero que gastaste en el juicio. De todas formas, ya no vale la pena; mis hijos son solo míos y la custodia es mía. Elijan frunció el ceño, su rostro tornándose serio, casi amenazante.— Paso por ti a las ocho, Alexa. Cuando le dieron el alta a Remo, me dirigí de inmediato al departamento de Regina. Al abrir la pu
Elijan Morgan Me dediqué a jugar con esos pequeños demonios, haciéndole cosquillas a Rubí, que se retorcía de la risa en mis brazos. Su risa era contagiosa, clara y cristalina, y ver su rostro iluminado me llenaba de una alegría que rara vez sentía. Besé sus mejillas una y otra vez, hasta que me rogó entre risas que me detuviera. Remo observaba desde la cama, aún algo débil, pero con una sonrisa suave en sus labios. No quería hacerlo reír demasiado fuerte, así que me acerqué a él y le revolví el cabello con cariño. —¿Así que tú eres el valiente, eh? —le dije, guiñándole un ojo. Rubí, recuperando el aliento, se acomodó en mi regazo y me miró con curiosidad. Luego, como si estuviera pensando en algo muy serio, me soltó de repente: —¿Tienes hijos, Elijan? Su pregunta me sorprendió. Me quedé mirándola, sin saber exactamente qué responder, y terminé sonriendo. —No, princesa. Ustedes son lo más parecido que tengo. Rubí me abrazó con fuerza y apoyó su cabecita en mi pecho, com
Alexa Brown Estoy aquí, intentando dejar atrás la furia y el dolor que Elijan me provoca, buscando en cada rincón de esta hacienda un respiro de la tormenta en la que él me ha sumido. Estoy cansada de su desprecio, de cómo me trata como si fuera un simple objeto que puede tener y desechar a su antojo. Ya no puedo con eso. Pero no quiero que ese enojo se note hoy, no aquí, no con Regina, quien ha sido una verdadera amiga para mí. Estamos en la hacienda de los Stravos, y aunque la belleza del lugar es innegable, se siente cargada de la autoridad de Luca Stravos. Él, el padre de Raegan, es una presencia intimidante. De ojos azules penetrantes y cabello oscuro, su porte es imponente, proyecta una mezcla de poder y frialdad. Es un empresario y político influyente, y se nota en la manera en que todos a su alrededor parecen medir sus palabras antes de hablar. Luego está la madre de Raegan, mucho más callada, sumisa, y siempre al lado de su esposo. Ella se llama Eleonora. Su mirada ref
Llegamos al departamento después de un largo día en la hacienda. Raegan estacionó el auto, y al abrir la puerta, el aire frío de la noche me despertó un poco. Me giré para ver a Regina y a los niños dormidos en el asiento trasero, tan tranquilos. Sin embargo, al mirar la pantalla de mi celular, noté varias llamadas perdidas de Elijan y mensajes que decían: "¿Dónde estás? No seas infantil, Alexa. Responde el celular." Nos despedimos de Raegan y entramos al edificio yo tenía a mis bebés entre los brazos. Al abrir la puerta del edificio, supe que algo andaba mal. Elijan estaba ahí, esperando en el pasillo del departamento, su figura rígida y dominante bajo las luces tenues. Me detuve en seco, y mi corazón empezó a latir más rápido. Lo miré unos segundos, tratando de evaluar la situación, cuando Regina apareció detrás de mí, cargando a los niños. Al verla, Elijan torció la boca en una sonrisa sarcástica. —Vaya, una reunión familiar —murmuró, sin apartar su mirada de mí. Regina
Observé cómo los hombres de seguridad llegaron y rápidamente se acercaron a Elijan, sosteniéndolo con firmeza. Mientras tanto, corrí hacia Marcos, quien estaba en el suelo, tratando de levantarse. Noté que comenzaba a toser, y mi corazón se apretó por la preocupación. —Si lo tocas, lo remato, Alexa... —gritó Elijan, su voz llena de rabia y amenazas. —Estoy bien, no me ayudes... —respondió Marcos, intentando quitarse la mano de encima y levantarse por su cuenta, aunque la debilidad en su voz lo traicionaba. En ese momento, la puerta se abrió y Raegan apareció, su expresión de preocupación rápidamente se transformó en incredulidad al ver la escena. —¿Qué está pasando aquí?.¡Llévense a este tipo! —ordenó Raegan, señalando a Elijan, quien seguía forcejeando con los guardias, intentando liberarse de su agarre. —Yo no me voy sin mi mujer, ¡sueltenme! —gritó Elijan, su voz resonando en la sala, llena de frustración y enojo. Me giré hacia Raegan, buscando su apoyo, sintiendo la ne
—Por aquí no es el camino hacia el departamento —hago saber mientras miro por la ventana, el paisaje urbano desvaneciéndose rápidamente.—No iremos al departamento —responde él, con un tono seco que me pone en alerta.Luego de media hora de viaje, llegamos a una zona alejada de la ciudad. Lo único que percibo en este lugar es un denso bosque que se extiende en todas direcciones, envolviendo el entorno en un silencio inquietante.Me estremecí. Creo que si él deseara asesinarme, este sería el lugar perfecto; nunca nadie me encontraría aquí.Cuando el automóvil se detuvo, divisé una pequeña cabaña de madera, deteriorada por el tiempo y rodeada de maleza. La imagen era escalofriante, como un vestigio de otro tiempo.Sin pensarlo dos veces, quito el seguro del carro y bajo rápidamente, intentando escapar. Pero él me toma de la cintura con fuerza, me levanta en brazos y comienza a caminar hacia la cabaña.No protesté, porque ya me estaba acostumbrando a que él me cargara como una bolsa de p