Observé cómo los hombres de seguridad llegaron y rápidamente se acercaron a Elijan, sosteniéndolo con firmeza. Mientras tanto, corrí hacia Marcos, quien estaba en el suelo, tratando de levantarse. Noté que comenzaba a toser, y mi corazón se apretó por la preocupación. —Si lo tocas, lo remato, Alexa... —gritó Elijan, su voz llena de rabia y amenazas. —Estoy bien, no me ayudes... —respondió Marcos, intentando quitarse la mano de encima y levantarse por su cuenta, aunque la debilidad en su voz lo traicionaba. En ese momento, la puerta se abrió y Raegan apareció, su expresión de preocupación rápidamente se transformó en incredulidad al ver la escena. —¿Qué está pasando aquí?.¡Llévense a este tipo! —ordenó Raegan, señalando a Elijan, quien seguía forcejeando con los guardias, intentando liberarse de su agarre. —Yo no me voy sin mi mujer, ¡sueltenme! —gritó Elijan, su voz resonando en la sala, llena de frustración y enojo. Me giré hacia Raegan, buscando su apoyo, sintiendo la ne
—Por aquí no es el camino hacia el departamento —hago saber mientras miro por la ventana, el paisaje urbano desvaneciéndose rápidamente.—No iremos al departamento —responde él, con un tono seco que me pone en alerta.Luego de media hora de viaje, llegamos a una zona alejada de la ciudad. Lo único que percibo en este lugar es un denso bosque que se extiende en todas direcciones, envolviendo el entorno en un silencio inquietante.Me estremecí. Creo que si él deseara asesinarme, este sería el lugar perfecto; nunca nadie me encontraría aquí.Cuando el automóvil se detuvo, divisé una pequeña cabaña de madera, deteriorada por el tiempo y rodeada de maleza. La imagen era escalofriante, como un vestigio de otro tiempo.Sin pensarlo dos veces, quito el seguro del carro y bajo rápidamente, intentando escapar. Pero él me toma de la cintura con fuerza, me levanta en brazos y comienza a caminar hacia la cabaña.No protesté, porque ya me estaba acostumbrando a que él me cargara como una bolsa de p
Han sido días muy intensos. He seguido trabajando como modelo, viajando de un lugar a otro, haciendo sesiones de fotos y desfiles. A veces me encuentro con Elijan, pero trato de que esos encuentros sean en secreto, como si nuestra relación fuera algo que no podemos mostrar al mundo. Por suerte, no he recibido más mensajes del Zar, pero me siento ansiosa porque el mes se está terminando y Remo necesita su antídoto. Esa preocupación no me deja en paz. Finalmente, llegó el día de una fiesta de gala de las empresas Stravos y debo asistir porque trabajo allí . El ambiente está lleno de expectativa y nervios. El señor Luca Stravos ha organizado una impresionante fiesta de gala de beneficencia, y la atmósfera está llena de elegancia y emoción. Los mejores diseñadores han expuesto varios vestidos deslumbrantes, listos para ser vendidos, todo con el propósito de recaudar fondos para la caridad. Sin embargo, sé que esto también es parte de una estrategia para ganar votos en la próxima elec
Estaba en completo estado de shock mientras Julia me abrazaba. No podía creer que ella había regresado después de tanto tiempo. Su presencia era un torbellino de emociones, reviviendo recuerdos que había tratado de enterrar. —¿Por qué no me dijiste que ha regresado? —le pregunté a Mike, sintiendo que mi voz sonaba un poco más alta de lo que pretendía. —Quería que sea una sorpresa —dice ella, sonriendo con una alegría que me resulta contagiosa. Pero en medio de esa felicidad, mi mente se aferra a la imagen de Alexa a mi lado. —¿Quién era esa mujer que estaba contigo? —Alexa es... —empiezo a responder, pero la interrupción de Mike me detiene. —No es nadie —responde Mike por mí, como si intentara restarle importancia. —Vamos a disfrutar de la fiesta, ¿verdad? Cuando giro para buscar a Alexa, un escalofrío recorre mi cuerpo al darme cuenta de que ya no está. Es evidente que se ha enojado, muy enojada. Mi corazón se hunde, pero en este momento, lo que más importa es Julia. Pa
Al llegar a casa, el dolor que sentía se hizo insoportable. Las lágrimas caían sin cesar, como si con cada una intentara soltar la angustia atrapada en mi pecho. Apenas crucé la puerta, me encontré con Regina, quien me miró con preocupación y me envolvió en un abrazo cálido.—¿Dónde estabas, amiga? —preguntó suavemente, como si temiera romperme.Tragué el nudo en mi garganta, pero las palabras salieron entre sollozos.—Hoy es el cumpleaños de Elijan... y le llevé el pastel que le preparé —logré decir, mi voz temblando.Regina se quedó en silencio un momento, tratando de asimilar mis palabras.—¿Por qué hiciste eso, Alexa? —me preguntó al fin, su tono reflejando una mezcla de ternura y tristeza—. Ese tipo está casado.Asentí, sintiéndome avergonzada.—Pues sí... pero pensé que tenía una explicación. Pensé que, tal vez, podía haber una razón... pero estaba con ella, Regina. Ya están viviendo juntos. —Las palabras se ahogaron en otro sollozo—. Soy tan estúpida.Regina me apretó con más f
Elijan MorganEstaba en la imponente mansión de los Foster, un lugar donde cada rincón destilaba lujo y poder. Me encontraba allí con Julia, su padre Alessandro, Diego y Michael, conversando en torno a las estrategias de negocio que Alessandro había estado planeando desde hacía meses. La atmósfera era relajada, aunque yo podía notar la intensidad en la mirada de Alessandro cada vez que el tema de las elecciones surgía en la conversación.Alessandro estaba visiblemente satisfecho, hablando con una confianza que, en su caso, rozaba la arrogancia. Las encuestas le daban una ventaja considerable, y no dudaba en compartir su entusiasmo. Mientras hablaba, sus manos gesticulaban con seguridad, como si estuviera señalando su victoria inevitable. La única preocupación que parecía perturbar ligeramente su paz era Raegan, un candidato joven que se había ganado cierta popularidad entre los votantes. Alessandro se encogió de hombros, restándole importancia.—Es una amenaza insignificante —comentó
Alexa Brown Cuando desperté, la confusión me envolvió como una niebla espesa. Apenas recordaba mi conversación con Elijan. La habitación era extraña, llena de luces brillantes y un zumbido constante que me molestaba. Entonces, noté que Raegan estaba a mi lado. Intenté hablar, pero la tos me interrumpió, rasgando mi garganta. —Tranquila, no te quites la máscara, tragaste mucho humo —dijo él, su voz calmada y serena. —¿Qué pasó? ¿Elijan? ¿Cómo se incendió? —pregunté, la preocupación creciendo en mi pecho. —No lo sé. Los forenses creen que fue provocado, están investigando. Nadie lo sabe, pero vieron a uno de los hombres del Zar merodeando —respondió Raegan, su mirada seria y tensa. —No puede ser... Mis hijos, ¿dónde están? —la angustia me atravesó, y la ansiedad me llenó de frío. —Están en mi casa con Regina. Yo los protegeré, Álex... —dijo, dejando un beso suave en mi frente—. Te amo tanto; casi morí cuando sentí que te perdía. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Las palabr
Raegan me toma de la mano y me guía hacia la majestuosa entrada de la mansión de los Stravos. No puedo evitar sentirme pequeña ante la inmensidad de aquel lugar, y el peso de la situación me llena de nervios. Sé que no tengo más opciones: no tengo el departamento, ni familia, ni nadie a quién acudir, y, en muchos sentidos, perdí la seguridad que alguna vez tuve. Pero lo que me resulta más doloroso es saber que mis hijos no merecen vivir en la calle, y eso me da el valor para seguir adelante. Al poco tiempo de entrar, una de las sirvientas se acerca tímidamente a mí, mirándome con curiosidad. Antes de que yo pueda decir algo, Raegan da un paso al frente y, con voz firme y autoritaria, se dirige a todos los empleados presentes en el vestíbulo. —Escuchen todos —dice, su voz resonando con un tono que exige respeto—. A partir de hoy, la señora Alexa es la dueña de esta casa. Quiero que todos se pongan a su disposición y le brinden cualquier cosa que necesite. No habrá espacio para erro