PARÍS: Esa noche, después del día tan agitado que tuve por causa de piero, no lograba conciliar el sueño. Daba vueltas y vueltas en la cama, con los ojos abiertos me sobresaltó el timbre de mi teléfono. —Vaya, la llamada es de Máximo. —Hola. —Hola bonita, ¿te desperté? —No, estoy en la cama, pero no tengo sueño, al parecer es noche de insomnio. —Acá ya amaneció, pero estoy igual que tú no pude pegar un ojo en toda la noche, no te vayas a reír, pero estuve pensando en ti, te estoy llamando por eso, ¿estás bien? —Sí, estoy bien. —No me convences, no sé, pero tengo la impresión que algo te está quitando el sueño, siento que estás preocupada, cuéntame, te acuerdas cuando éramos amigos, nos sentábamos a orilla de la playa y tú me contabas tus cosas, pasábamos horas hablando. —Sí, claro que lo recuerdo, allí a orillas de la playa fue cuando me declaraste tu amor. —Ya tú lo sabías, era evidente que estaba enamorado de ti, sólo faltaba q
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