ZAYEDLlego a la casa sintiendo el peso de mis decisiones aplastarme. Cada paso que doy parece más pesado que el anterior, como si el remordimiento, algo a lo que no estoy acostumbrado, se colara por cada poro de mi piel. No soy una buena persona, lo sé. No me hago ilusiones de merecer la paz o la redención, y sin embargo, el anhelo de tener algo más, algo que se parezca remotamente a la felicidad, me carcome. Es un deseo egoísta, lo sé, pero no puedo evitarlo.El aire está tenso en la mansión. Karim cumplió mi orden de reforzar la seguridad, y ahora hay guardias en cada esquina. Puedo sentir sus ojos sobre mí mientras cruzo la entrada, pero ninguno se atreve a detenerme. Algo está mal. Lo noto en el ambiente, en la forma en que todos están más rígidos de lo habitual. Sigo mi camino hacia la habitación, con la necesidad de encerrarme y procesar todo lo que ha pasado hoy, pero antes de llegar, uno de los guardias se interpone en mi camino.—Señor, hay un problema —su voz tiembla ligera
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