Todos los capítulos de La Esposa del Candidato a la Presidencia : Capítulo 51 - Capítulo 54
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51: Ese será nuestro trato.
Elian.Desperté en un lugar que olía a estiércol, a ganado, pero especialmente, a cochino. No podía ver nada, pero el olor intenso me tenía mareado, al igual que el dolor en la parte izquierda en mi cabeza.Por un momento agradecí darme cuenta que más allá de esos dos contratiempos no había ninguna otra herida en mi cuerpo.Si me pensaban torturar, mi cuerpo estaba entrenado para soportarlo.Entré a las Fuerzas Armadas, fui uno de los soldados más destacados, y las marcas cicatrizadas de supervivencia en todo mi cuerpo eran la prueba de ello.Sabía por qué me tenían allí atado.Grité, pero no me escuché. Así que para cuando paré de forcejear para intentar desatarme, quitaron la mordaza de mi boca, al igual que la venda en mis ojos.Acostumbrándome a la luz del sol demasiado fuerte pensé en que no podía ser posible que hubiese dormido por tanto tiempo.—Al fin despierto, princesito. —Sebastian, el guardaespaldas de Ámbar, me sonrió.Me di cuenta que estábamos en medio de un granero, a
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52: Misión suicida.
Elian.—Pequeña... —murmuro, sintiendo mi pecho salirse de control—. Lo siento.—Pensé que te había pasado algo, que te habían robado, encontrado aquella noche y quizás mata... —Lo último lo dice en un hilo de voz que me hace detestar la idea de que llora por mí—. Gracias al cielo estás bien.—Lo siento… —Respiro profundo porque no quiero sonar vulnerable ahora—. Quise esperar unos días hasta que fuese seguro… —le digo, y la escucho suspirar—. ¿Tú cómo estás?—Es un infierno estar aquí, pero es mucho peor porque te extraño.Boom, boom, boom.Las palabras se incrustan en mi pecho, llenándome de ilusión, de amor, de nostalgia, tantas emociones bonitas y amargas que me imposibilitan no soltar un par de lágrimas.—Cariño... —digo con dificultad—. Siento mucho no poder hacer nada ahora, Ámbar. Siento mucho no poder rescatarte, pero estoy planeando algo, algo grande y prometo que vamos a vernos pronto.—Elian...—Dime, Ámbar.De nuevo suspira.—¿Te arrepientes de haberte quedado esa noche c
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53: Necesito verlo.
Ámbar.—Este, vendría siendo una especie de salón espiritual… —Melissa, una de los miembros de la organización, me dice con una sonrisa señalándome un amplio espacio que huele a inciensos, en donde hay algunas personas practicando yoga junto a su instructor.Algunos me miran, y hay algo diferentes en sus miradas muy contradictorio a la lastima; eso me hace darles una sonrisa de vuelta.Las personas están decepcionadas de Darwin, no de ti, me repito.Aunque haya una minoría ignorante preocupándose por otras cosas que no son de completa importancia.A veces las personas se concentran tanto en señalar, que pierden de vista tantas cosas importantes.Algunos ni siquiera piensan cómo puedo yo estarme sintiendo por todo lo que he tenido que ver y pasar.Suspiro. Salón espiritual, arte, música, deporte, gimnasia, juegos. Ya los he conocido todos junto a Carly, y no me cabe duda que han hecho un excelente trabajo durante estos quince años que comenzaron simplemente siendo una especie de casa h
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54: A escondidas.
—¡Bienvenida seas! —Gabriel me dice, acercándose y tomándome por los hombros para dirigirme al lugar correspondiente.Veo a Carly de reojo arrastrando a Melissa fuera de la habitación después de que ambas me dan una mirada asegurándose que estoy bien y les sonrío en respuesta aunque mis músculos se tensan al ver la hora frente a mí.Desde hace un rato son las cinco.Elian no tarda en llegar.Controlo mis respiraciones cada que la manecilla avanza. Me preocupa que haya sido visto como un intruso espía y lo hayan sacado. Estoy tranquila porque sé que Sebastian no está cerca, y al menos eso es ventaja.Las puertas se abren de nuevo, y aunque siento los nervios de punta a punta, solo me concentro en picar algunos aliños mientras la imagen de la sonrisa de Elian acompaña mis pensamientos; pero todos guardan un repentino silencio.—Él es...—¿Elian? —Gabriel habla detrás de mí.Suelto el cuchillo que tengo en las manos por escuchar su nombre, y la mirada de nosotros se cruza, dejándome a mí
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