Alan observaba a su hermano Rafir, el hermano del medio, sonreía, apretando a su lado a aquella mujer que siempre deseo, pero que no podía tener, porque como siempre, su hermano mayor, tomaba lo que era de él. —Que bueno volver a verte, querido hermano —dijo Rafir, con una sonrisa macabra en el rostro. —Deja de decir estupideces, sabes que lo que menos te alegra es verme, dime algo, ¿por qué te gusta recoger mis sobras —Rafir y Sarif gruñeron con fuerza, haciéndolo reír.—¡¡Eres un cretino!! —grito Sarif con fuerza, no estaba contenta con ser la tercera esposa de Rafir, eso no estaba entre sus planes, pero no le quedaba otra salda, quería venganza y solo a su lado la conseguiría. —Si bueno, eso jamás lo he negado, no soy como tú, yo sí, muestro lo que soy, no me escondo detrás de una falda de niña linda, sabiendo que soy una víbora descarada. —¡¡Te exigió respeto para mi esposa, Alan!! —el rey volvió a reír. —¿En serio?, no creo que lo merezca y de mi parte no lo tendrá, ahora
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