El rostro de Sara era de sorpresa, no podía creer o asimilar, aún, que el hombre, frente a ella, estuviera proponiéndole algo como eso, ¿era verdad?, ¿O solo jugaba con ella? —¿Tu socia? —pregunto por quinta vez, logrando que Daría perdiera la paciencia. —Sí, Sara, mi socia, como sabrás, estoy en trámites de divorcio, y mi maldita esposa es una víbora que quiere quedarse con la mitad de mis bienes, cosa que no voy a permitir, he luchado mucho por conseguir lo que ahora tengo. —¿Y por eso necesitas un socio? —asintió. —Si las acciones de mi empresa, están muy por debajo del cuarenta por ciento, ella no podrá obtener nada. —Pero estás poniendo tu empresa en mis manos, ¿no tienes miedo de que te robe? —él sonrió apagando su puro. —Créeme que lo que menos querrás será robarme —un escalofrío recorrió el cuerpo de Sara cuando ese hombre frente a ella dijo eso. Tampoco estaba pensando hacerlo, puede ver que Daría es peligroso. —Lo que aún no entiendo, es, ¿Qué gano yo? —Soy socio de
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