—Estás dispuesto a sacrificarlo todo, ¿verdad? —preguntó ella, con un tono de admiración y desdén—. Incluso a tu propia familia.—Si eso significa proteger a la manada y a ti —respondió Nolan, sin titubear—, entonces sí, lo estoy.Alaia sintió que su corazón se aceleraba, pero no era por la rabia que había esperado sentir. Era por la confusión. Durante mucho tiempo, había creído que tenía el control, que Nolan sería alguien fácil de manipular, de alejar. Pero ahora, este Nolan era fuerte, decidido, y lo que era peor, parecía verla más allá de la coraza que había construido.—No puedes salvarme, Nolan —dijo en un susurro, bajando la mirada.Él dio un paso más hacia ella, pero aún se mantuvo a una distancia prudente. No quería forzar nada, pero tampoco iba a dejarla escapar tan fácilmente.—No quiero salvarte —replicó suavemente—. Quiero caminar contigo a donde sea que decidas ir. No estás sola, Alaia, y por más que intentes empujarme, no me voy a ir.Ella alzó la vista lentamente, y p
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