Al día siguiente, Nolan se levantó con la sensación de que el tiempo se le escapaba. La presión de la reunión del consejo lo había dejado exhausto, pero el temor de perder a Alaia era aún más abrumador. Si Liam lograba persuadir al consejo, podría asegurarse de que Nolan no ascendiera al poder. —No puedo permitir que eso suceda —murmuró para sí mismo mientras se preparaba. Se reunió con algunos miembros leales de la manada, incluido su viejo amigo Kai, quien siempre había creído en su potencial para ser Alfa. —¿Estás listo para enfrentarlo? —preguntó Kai, con su tono lleno de confianza. —No tengo otra opción —soltó un largo suspiro—. No puedo dejar que Liam continúe dictando el futuro de nuestra manada. Y, sobre todo, no puedo perder a Alaia.La determinación llenó el aire mientras se dirigían hacia el claro.La conversación con Alaia aún resonaba en su mente. La idea de que ella pudiera marcharse, llevándose consigo la paz que tanto deseaba, lo atormentaba.“Tengo que encontrar
El día del juicio contra Agnes había llegado, y el aire en la sala del consejo estaba cargado de tensión. La gran estructura de piedra, con altos ventanales que dejaban entrar la luz del atardecer, parecía aún más imponente ante la gravedad del momento. La manada se encontraba dividida, algunos susurraban entre ellos, mientras otros observaban en silencio, incapaces de predecir el desenlace. Alaia estaba de pie frente a todos, su rostro imperturbable, pero por dentro, sentía el peso del juicio como una losa sobre su pecho.—Agnes—la voz del anciano del consejo resonó en la sala, acallando cualquier murmullo—. Estás aquí para enfrentar los cargos que se te imputan, entre ellos, el más grave: la administración de veneno a Alaia Grayson hace siete años y el robo de su hijo Logan, haciéndolo pasar por tuyo.Agnes, atada de manos y con el rostro pálido, alzó la mirada. Aún mantenía una expresión desafiante, pero había algo en sus ojos que revelaba su miedo. No era el mismo tipo de miedo
El crepúsculo teñía el cielo de un profundo carmesí mientras Alaia permanecía en su consultorio, observando la pequeña botella vacía sobre su escritorio. Había tomado la última dosis de la cura y su corazón latía con una mezcla de ansiedad y esperanza. El ambiente en la pequeña habitación se sentía cargado, casi eléctrico. Alaia respiró profundamente, tratando de calmar los nervios que revoloteaban en su estómago. Sabía que, si la cura funcionaba, no solo significaría el regreso de Nyra, sino la posibilidad de haber encontrado un remedio para la Luparia, el veneno para matar lobos.Respiró profundamente, sintiendo cómo su ser se completaba nuevamente. Cerró los ojos, permitiendo que la conexión se afianzara, inundando su pecho de una mezcla de alivio y gozo.De repente, sintió una vibración en lo más profundo de su ser y permitió que esa sensación la invadiera, sin oponer resistencia. Y entonces, como un torrente, la presencia de Nyra la envolvió.—Nyra… —susurró Alaia, sus labios
Alaia dio un paso atrás, obligando a su cuerpo a romper el contacto que la mantenía atada a Nolan. Su mirada firme no disimulaba la lucha interna que enfrentaba.—No puedo hacer esto, Nolan —dijo con esfuerzo, su voz quebrándose ligeramente—. No puedo simplemente dejarme llevar.Nolan bajó la mirada, aceptando su decisión con una calma que sorprendió a Alaia. Dio un paso atrás también, dándole espacio.—Nunca te obligaría a nada, Alaia —respondió con suavidad, pero con un tono firme que dejaba claro que no había necesidad de más palabras.Sin decir más, ambos volvieron a sus respectivos trabajos, aunque la tensión seguía latente en el aire. Alaia pasó el resto del día en su consultorio, revisando expedientes, pero sin poder concentrarse. Los pensamientos sobre Nolan inundaban su mente, especialmente lo que él representaba para ella: su Mate. Era algo imposible de ignorar, por más que se esforzara en negarlo.Su loba, Nyra, no la dejaba en paz.“Es inútil seguir negándote a él,” la re
—Alaia… no sé qué sucederá mañana, pero sí sé que nunca te he deseado más que ahora. No solo porque seas mi Mate, sino porque eres tú. La mujer fuerte y valiente que siempre he admirado. —Inclinó su cabeza, besando su frente con suavidad—. No prometo que todo será fácil, pero sí prometo que estaré contigo en cada paso, si me dejas.Alaia sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos ante sus palabras, pero no las dejó salir.Era la primera vez en mucho tiempo que alguien la veía de esa forma, no como una víctima, ni como una mujer rota, sino como alguien digno de amor y respeto. Su corazón latía con fuerza, luchando entre el miedo y el anhelo de creer en lo que Nolan le ofrecía.—Entonces… no te vayas nunca —murmuró, dejando escapar finalmente una lágrima que rodó por su mejilla. Nolan la atrapó con su pulgar, su mirada estaba cargada de una promesa que parecía tan eterna como la luna.—Nunca lo haré —respondió él, antes de besarla nuevamente.El beso fue suave al principio, pero
—¿Tu Mate? —repitió Liam con incredulidad, su voz estaba cargada de desprecio—. ¿De verdad crees que puedes apropiarte de ella tan fácilmente? Alaia merece algo mejor que un alfa a medias, uno que apenas puede mantenerse en pie. Es patético.Alaia sintió una punzada en el pecho al escuchar las palabras de Liam.Quiso intervenir, detener la conversación antes de que fuera demasiado lejos, pero Nolan no titubeó. Su mano se apretó con más fuerza alrededor del teléfono, su mandíbula tensa.—Lo que tú creas no importa —respondió Nolan, con una calma que parecía desmentir la furia contenida en su interior—. Ella ya no está bajo tu control. No tienes derecho a dictar lo que es mejor para ella.El silencio al otro lado de la línea fue palpable. Alaia sintió cómo la tensión entre ellos aumentaba, como si un huracán estuviera a punto de desatarse. Por un momento, pensó que Liam colgaría. Pero no lo hizo.—¿Es eso lo que piensas, Alaia? —preguntó Liam finalmente, con un tono que mezclaba rabia
Alaia salió de la mansión Ryker con el corazón latiendo desbocado, casi sin aliento. Aún sentía los labios de Liam sobre los suyos, un recordatorio amargo de que, a pesar de todo, él seguía queriendo ejercer control sobre su vida. Caminó rápido hacia el auto, donde Logan y Sally esperaban con inocencia, ajenos al caos que acababa de suceder.Al llegar al vehículo, se tomó un momento para calmarse. Sabía que no podía mostrar debilidad frente a sus hijos. Con las manos temblorosas, abrió la puerta y se deslizó en el asiento del conductor. Logan la miró con curiosidad.—¿Estás bien, mamá? —preguntó él, con la voz suave, inclinándose un poco hacia adelante.Alaia asintió, esforzándose por sonreír.—Estoy bien, cariño —dijo, aunque la mentira le supo amarga en los labios. Encendió el auto y puso las manos firmemente en el volante—. Vamos a casa.El viaje fue silencioso, con Logan y Sally entretenidos con sus juguetes en el asiento trasero, mientras Alaia luchaba por mantener su mente en
El consultorio estaba sumido en una tenue luz que se colaba por las cortinas, envolviendo el espacio en una atmósfera íntima y cargada de tensión. Alaia aún sentía el calor de los labios de Nolan sobre los suyos, mientras él se inclinaba y pegaba su frente a la de ella. Ambos respiraban profundamente, como si el aire a su alrededor hubiese cambiado, cargado de una electricidad palpable. Nolan sonreía, con una expresión que revelaba tanto ternura como satisfacción.Alaia abrió los ojos lentamente y lo encontró a centímetros, observándola con una calidez que la hizo sentir vulnerable. No podía evitarlo, sentía su corazón latir con fuerza en el pecho, como una adolescente presa de un enamoramiento intenso. Un suspiro escapó de sus labios, y eso bastó para captar la atención de Nolan.—¿Qué sucede? —preguntó, su voz baja y suave, cargada de complicidad.—¿Es normal que me sienta así, como fuera de este mundo? —preguntó algo tímida, aunque sacudió la cabeza por lo absurdo que sonaba.—Yo