Un silencio incomodo se instaló en el interior de la limusina, Lirio se removió incomoda junto a Dantes, quien mantenía su mirada fija en la ventana, con la mandíbula tensa en una discusión interna con su lobo Naiko. —No debiste ser tan brusco con ella —le regañó su parte animal. —Mientras más rápido se haga a la idea de que no estamos interesados en ella, menos sufrirá —respondió, sin querer herirla. Había compartido un tiempo juntos, pero ya todo eso había terminado. —Nos ama —le recordó—, y llegué a sentir algo por ella —añadió, sumiendo a Dantes en más de esos recuerdos. —Hicimos un acuerdo. Yo cumplí mi parte contigo… ahora cumple tú con la tuya —pidió el príncipe. —No, todo se arruina con esta mujer —gruñó su lobo Naiko, cortando la conexión. —¿Quién era esa mujer? —preguntó la loba, sacándolo de sus pensamientos. Dantes la miró, provocando que se sintiera avergonzada y temerosa ante la frialdad de su mirada. —Nadie que deba importarte —respondió, haciendo que ella se enc
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