Dantes se guio por el olor para encontrar a Lirio, ella se encontraba en su habitación, se acercó a la cama y allí estaba ella dormida entre sus colchas. Suspiro para deshacerse de su ropa quedando en bóxer e ingreso a la cama, se encargó de atraer a su luna hasta su cuerpo brindándole su calor.
El príncipe acarició el hombro de su luna mientras su mirada permanece en el techo, Dantes se sentía completo, sin embargo, no era suficiente.
—Algo no está bien, Naiko —su única opción era consultarle al molesto lobo.
—La unión no sea completado —soltó de mal humor trayendo a la cabeza de Dantes fragmentos de cuando le hablo sobre la marca.
—Lo había olvidado —mascullo hacía su lobo.
La unión solo se completa cuando se una físicamente con Lirio, ya que de lo contrario el vínculo seguirá incompleto y dolerá para la persona que fue marcada. No desea que su luna pase por más dolores, sin embargo, este no pretende obligarla a tener sexo con él como quizás hicieron aquellos hombres a los que Dominick la entrego como bala de cañón.
Suspiró y cerró sus ojos para caer en la penumbra de la noche con esa sensación de vacío.
(…)
Dantes despertó primero que Lirio, se levantó y arreglo para irse a la empresa, no sin antes dejar órdenes claras al personal de la casa para cuando la joven despertase. Esta abrió sus ojos en eso de las 9:00 am, se quedó observando la enorme habitación vacía y al mismo tiempo llena del característico olor de su mate.
La joven Lirio se asustó cuando la puerta fue tocada.
—Señorita, ¿está despierta? —interrogó Marcela desde el otro lado.
—Si —respondió a lo que la señora abrió la puerta e ingreso con dos bolsas en sus manos.
—El señor Marchetti envió a comprarle prendas de vestir, le dejo dicho que volverá más tarde y que si tiene alguna inquietud puede llamarlo —informó—. El teléfono está en el estudio, si desea llamarle me puede decir y le muestro donde queda —se ofreció con amabilidad. —¿Quiere que le prepare algo en específico para desayunar? —cuestionó con una amable sonrisa en sus labios.
—Con unos huevos revueltos es suficiente —la mujer asintió antes de retirarse dejándola sola en la habitación, Lirio miro las bolsas para acercarse y encontrar en estas algunos vestidos.
No podía evitar pensar que la persona que eligió tiene buen gusto, no creía que su mate tuviera tiempo como para escoger ropa para ella, suspiró. Tomó un vestido junto a un conjunto de braga y sostén de encaje y luego irse al baño en donde se dio una larga ducha, se observó en el espejo notando la enrojecida marca de los caninos de Dantes en su cuello.
Le ardía mucho, Lirio sabía que si no completaba su unión sufriría mucho más, sin embargo, no entiende qué puede hacer para que su mate terminara lo que empezó y tampoco está segura de sí quiere estar atada a ese hombre de por vida.
La joven de igual modo piensa que si la incompleta marca termina con su vida, será una muerte capaz de aliviar el peso del sufrimiento que carga su alma.
Al salir del cuarto de baño a la habitación se encontró un carrito con varias bandejas en este, se acercó y abrió cada una encontrándose con frutas, huevo revuelto con bandas de beicon y un yogur griego. Se dispuso a comer tratando de dejar el menor desperdicio posible mientras que en sus labios se dibuja una pequeña sonrisa por el manjar recibido, Liria no recordaba la última vez que pudo comer de ese modo.
Su estómago satisfecho le dio nuevas energías para explorar la lujosa mansión hasta que encontró el lugar perfecto para perder el tiempo. El estudio de Dantes que se encontraba repleto de libros de diferentes temas, mientras que el centro de todo encontró un tomo dedicado a la familia Marchetti, no quería tocarlo, sin embargo, su curiosidad fue mayor, sin poder detener sus manos agarra el libro con una cubierta de cuero.
Lo abrió encontrándose con fotografías de la familia Marchetti, no entendía por qué un álbum de linaje estaría en una biblioteca y no en un lugar más apropiado para objetos familiares, Lirio alzo sus hombros restándole importancia y camino hasta el sofá más cercano para hojear cada página.
Por este libro se enteró de que Dantes tienen muchos hermanos con miradas bastante similares, Lirio regreso a la fotografía de su nuevo captor y observo con más calma cada centímetro de su rostro, ya que su miedo hacia él, no le permitía permanecer mucho tiempo con sus ojos puestos en su cara.
—Ah… —gimoteo llevando su mano a su marca que ardía como nunca, no pudo evitar dejar salir las lágrimas. Su dolor era tanto que no pudo permanecer despierta por mucho tiempo con la vaga esperanza de que su mate la encontrara a tiempo.
(…)
El joven príncipe se removió incómodo en su oficina, le ardía todo su cuerpo e incluso sentía que le faltaba la respiración. Su mejor amigo pudo notar que algo no estaba bien por lo que enseguida se acercó a este.
—Dantes, ¿Qué ocurre? —cuestionó, Carter quien enseguida frunció su ceño.
—Algo no está bien, Lirio —se puso de pie y luego se dispuso a abandonar la empresa, Carter por su parte ordeno a Marcus que esperara al alfa en la puerta principal y lo llevara lo más pronto posible a la mansión. —Marcela, ¿Dónde está Lirio? —interrogó en el momento que ella tomó la llamada.
—En el estudio joven —respondió deteniendo sus quehaceres.
—Ve con ella y revisa que todo esté bien —ordenó, Marcela con el teléfono en su oreja, camino lo más rápido que sus cortas piernas le permitían. Abrió las puertas del estudio encontrando a Lirio inconsciente.
—Oh Dios… la señorita se encuentra muy pálida y su respiración es lenta —le informó, Dantes deja salir un gruñido.
—¡Acelera, carajo! —le gritó a su chofer a lo que este enseguida pisa con fuerza el acelerador utilizando su habilidad de piloto de carrera para llevar a su jefe lo más pronto posible a la mansión.
Cuando el auto se detuvo, Dantes se bajó de este para correr hacia el estudio, se encontraba agitado al momento de atravesar las puertas, Marcela lo miro y por la mirada del príncipe supuso que no quería a nadie allí. Salió y cerró la puerta mientras que el joven Marchetti se acerca rápido a su luna.
Escuchó sus latidos, le reviso la marca observando que esta se encuentra bastante roja, Dantes no tiene idea de que podía hacer.
—Naiko, ayúdame… por favor —le suplico a su lobo.
—Déjala morir, se lo merece —fue la respuesta de manera fría y sin una pisca de sentimiento hacía su mate.
—¡Maldición, Naiko! Ella no es la mujer que mato a Tachara, no puedes culparla de algo que no fue su culpa —soltó apretando con fuerza su mandíbula, el lobo libera un bramido de molestia.
—Lame su marca, le aliviará el dolor, pero no va a durar mucho —este enseguida hace lo que dijo su lobo. Reparte besos, lamidas y pequeña mordida hasta que escucha el gemido de su luna, se separa de su cuello para observar sus ojos verdes mirarlo con cierto temor y al mismo tiempo deseo.
—No quiero morir —la escucho susurrar con miedo, Liriro al fin caía en cuenta de que prefiere estar en manos del desconocido que es su mate a morirse por una mordida que la hará estar al lado de ese hombre para siempre.
—No dejaría nunca que algo te pase, mi flor —acarició su brazo derecho hasta llevar sus largos dedos a su rostro—. Eres mía —gruñó paseándolo por su labio que desea morder en este momento.
—¿Por qué me dejas sufrir? —Cuestionó con dolor en su voz—, me marcas y dejas que me consuma el dolor —reclamó la loba por la falta de empatía de Dantes al no completar la unión como se debe.
—Deseo tomarte, pero no a la fuerza —ella lo mira como si ya lo hubiera hecho antes. —Te marqué para protegerte, Lirio, no quiero hacerte más daño del que te han hecho en tu vida —añadió.
—Entonces, tómame.
En los ojos de Lirio solo había determinación absoluta ante sus palabras, Dantes permanecía quieto en su lugar tratando de que su cabeza ordenara con cautela esas palabras.—¿Segura? —Fue lo que salió de su boca, Lirio asintió con un leve rubor en sus mejillas, no esperaba sentirse tan avergonzada al pedirle tal cosa a su mate. —Vamos —se puso de pie ofreciéndole su mano a lo que la loba acepto, Dantes la guio hasta su habitación en donde cerró la puerta con seguro.Uno frente al otro en medio de todo, deseosos de terminar lo que se inició hace días, Naiko se mantiene oculto en las penumbras de la mente de Dantes, no quiere ser partícipe de la traición hacia Tachara.El príncipe cortó la distancia, Lirio tuvo que levantar su cabeza para continuar viendo su rostro, no quería perder detalle y dejo todo su miedo en un pequeño baúl hasta que sea momento de dejarlos salir, Dantes descendió hasta su rostro para unir sus labios mientras que con una mano, sujetó su pequeña cintura.La beso si
—Espero que ya te encuentres mejor —hablo Carter ingresando a la oficina de Dantes el cual ni se inmuta ante su presencia, sin embargo, lo escucha respira de manera exagerada—. Apestas a sexo —sacude su mano frente su rostro tratando de espantar el olor de su alfa.—Eres muy molesto algunas veces —lo mira directo a los ojos—¿Qué quieres? —interrogó con exasperación fingida.—Solo quería saber si estabas bien, pero veo que te encuentras de maravilla. También vengo a informarte que la fiesta del rey vampiro es en dos días. Se realizará en su lujosa mansión y es como un baile de máscaras y es muy tradicional para mi gusto —hace un ademán con su mano para expresar su disgusto mientras le extiende la invitación. —Bien —murmuró—. Ayer hablé con Enzo y me recordó nuevamente el cumpleaños de mi sobrino Liam —informó a su mejor amigo.—Nueve años el mocoso —Carter recuerda bien al pequeño príncipe travieso, puesto que en su visita a la casa del rey este niño lo hizo tropezar y caerse a la pis
La mañana siguiente Lirio despertó primero que el hombre a su lado y que la tiene prisionera de su caliente cuerpo fornido. Viéndolo dormir ella se da cuenta de que su aspecto dominante solo se ve cuando abre aquellos impresionantes ojos que ocultan grandes y oscuros secretos.Ahora mismo para ella, Dantes se ve tierno en su estado de inconsciencia, con sus labios entre abiertos y sus largas pestañas negras.El hombre se removió apretándola un poco más y dejando salir un bajo gruñido.—Buenos días —lo escuchó murmurar con voz ronca—. Has despertado temprano —masculló al ver la hora en su reloj digital colocado en su mesita de noche.—No tenía sueño —murmuró sin apartar la vista de los ojos grises de Dantes y ocultando muy bien la verdadera razón por la que sea despertado.—He contratado un personal para que te hagan deslumbrar esta noche —informó—. Llegarán a las cuatro —añadió a lo que ella solo asintió, no tenía más opciones que seguir las indicaciones de su alfa.—¿A dónde vamos ex
La maquilladora da un último retoque a los finos labios de Lirio, quien se observa en el espejo, maravillada por el trabajo de la mujer. Nunca se había sentido tan hermosa. Luego, se dejó ayudar para ponerse el vestido y evitar dañar el trabajo de varias horas de todas dos chicas que se encuentran con a su lado en este momento.—Ha quedado como toda un princesa, señorita —la halagaron al verla con su vestido verde oliva.—Gracias —murmuró.Le ayudaron a colocarse las prendas que le compró Dantes y se retiraron, dejándola sola en la habitación, contemplando su reflejo en el espejo. Suspiró pesadamente, tomó la bolsa a juego y se sintió como una chica diferente en ese momento. No sabía qué papel desempeñaba, pero recordó las palabras que el príncipe dijo en la tienda el día que estuvieron de compras: "mi novia". Eso la hizo sonreír.Cuando Lirio llegó al salón principal, Dantes se puso de pie para admirarla con una sonrisa.—Te ves hermosa —le dijo, con esa mirada felina puesta en la jo
Un silencio incomodo se instaló en el interior de la limusina, Lirio se removió incomoda junto a Dantes, quien mantenía su mirada fija en la ventana, con la mandíbula tensa en una discusión interna con su lobo Naiko. —No debiste ser tan brusco con ella —le regañó su parte animal. —Mientras más rápido se haga a la idea de que no estamos interesados en ella, menos sufrirá —respondió, sin querer herirla. Había compartido un tiempo juntos, pero ya todo eso había terminado. —Nos ama —le recordó—, y llegué a sentir algo por ella —añadió, sumiendo a Dantes en más de esos recuerdos. —Hicimos un acuerdo. Yo cumplí mi parte contigo… ahora cumple tú con la tuya —pidió el príncipe. —No, todo se arruina con esta mujer —gruñó su lobo Naiko, cortando la conexión. —¿Quién era esa mujer? —preguntó la loba, sacándolo de sus pensamientos. Dantes la miró, provocando que se sintiera avergonzada y temerosa ante la frialdad de su mirada. —Nadie que deba importarte —respondió, haciendo que ella se enc
El jet privado de Dantes reluce bajo el sol de la mañana. Su exterior impecable reflejando los destellos dorados del radiante sol mañanero. Su diseño aerodinámico, una obra maestra de ingeniería, prometía un vuelo tan suave como el terciopelo, deslizándose en los cielos con la gracia de un ave majestuosa. La pintura, en un elegante tono gris metálico, llevaba sutiles detalles en cromo que resaltaban su exclusividad, como si el mismo cielo hubiera bendecido al aparato con un toque de nobleza. Los pilotos saludaron a Dantes con formalidad mientras el chofer cargaba el equipaje. Dantes recibió las últimas instrucciones del vuelo a Sicilia en italiano, y Lirio permaneció a su lado, observando mientras él comenzaba a subir las escaleras del jet. El interior revelaba un refugio de lujo y sofisticación, un oasis alejado de la realidad mundana. El primer pasó de Lirio sobre la alfombra de lana, ella sintió como si hundiera sus pies en las nubes, una bienvenida a un mundo donde cada detalle h
El jeep recorría suavemente las calles serpenteantes carreteras de Sicilia, un camino que parecía tallado en las laderas mismas de la historia. A cada lado, los paisajes se extendían en una mezcla de colores vibrantes y texturas antiguas: campos dorados por el trigo, viñedos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y olivos centenarios, sus troncos retorcidos como si guardaran los secretos de mil años. Lirio observaba maravillada mientras avanzaban por la carretera, bordeando acantilados que caían abruptamente hacía el mar. A lo lejos, el Mediterráneo brillaba bajo el sol de la tarde, sus aguas de un azul profundo que parecía fusionarse con el cielo. A medida que el auto se adentraba en la campiña siciliana, los pequeños pueblos aparecían y desaparecían como fragmentos de un sueño: casas de piedra encaramadas en colinas, con balcones llenos de geranios en flor y ancianas que observaban el mundo desde sus puertas, envueltas en pañuelos negros. Las calles eran estrechas, empedr
Lirio se quedó quieta después de esa orden. Dantes, por otro lado, empezó a caminar por la habitación hasta una neverita de donde sacó hielo, copas y frutas. Esperaba pacientemente a que la loba hiciera lo que le había ordenado. En el momento en que parecía que su mente hacía clic, ella se deshizo del vestido, quedando en braga y sostén.—Toda la ropa fuera —expresó lentamente. Sonrojada, ella lo hizo y lo observó dejar todo lo que sacó en la mesita de noche antes de ingresar al vestidor.El aire fresco, impregnado con un leve aroma a cuero, madera noble y algún cítrico que describe el olor corporal de Dantes, emanaba de las paredes revestida en paneles de roble oscuro.La iluminación, cuidadosamente diseñada, provenían de luces empotradas que se derramaban suavemente desde el techo y los estantes, destacando la riqueza de las textur