La mañana siguiente Lirio despertó primero que el hombre a su lado y que la tiene prisionera de su caliente cuerpo fornido. Viéndolo dormir ella se da cuenta de que su aspecto dominante solo se ve cuando abre aquellos impresionantes ojos que ocultan grandes y oscuros secretos.
Ahora mismo para ella, Dantes se ve tierno en su estado de inconsciencia, con sus labios entre abiertos y sus largas pestañas negras.
El hombre se removió apretándola un poco más y dejando salir un bajo gruñido.
—Buenos días —lo escuchó murmurar con voz ronca—. Has despertado temprano —masculló al ver la hora en su reloj digital colocado en su mesita de noche.
—No tenía sueño —murmuró sin apartar la vista de los ojos grises de Dantes y ocultando muy bien la verdadera razón por la que sea despertado.
—He contratado un personal para que te hagan deslumbrar esta noche —informó—. Llegarán a las cuatro —añadió a lo que ella solo asintió, no tenía más opciones que seguir las indicaciones de su alfa.
—¿A dónde vamos exactamente? —Preguntó con esa curiosidad que la caracteriza y que a Dantes le parece bastante tierna.
—Es una fiesta que organiza un amigo, van muchas personas de diferentes partes del mundo —explicó distraído en su recorrido por la cintura de Lirio que contiene su respiración al momento de Dantes llegar al elástico de su braga. —¿No deseas hacerlo? —interrogó sin comprender por qué su luna está tensa, él deseaba iniciar una mañana escuchando sus gemidos.
—Es… mmm… —se sonrojó.
—Dime —ordenó como siempre sabe hacer.
—Me acaba de llegar el período y he ensuciado todas las colchas —soltó rápido mientras trata de esconder su rostro avergonzado en el fuerte brazo de Dantes que solo deja salir un suspiro, esperaba algo mucho peor, pero puede vivir con esto, ya que sabe no va a durar más de una semana así.
—No debes preocuparte, no te tocaré en tus días. Aunque los orgasmos son bueno para ayudar con los dolores menstruales —murmuró curvando sus labios en una sonrisa coqueta que solo la hace sonrojar, Dantes vuelve a suspirar y decide restarle importancia al asunto y sobre todo al hecho de que las colchas se encuentran manchadas. —Vamos, te prepararé un baño —este salió de la cama con un elegante gesto y vistiendo únicamente un bóxer negro que no disimulaba en lo más mínimo su deseo por la loba.
Una tímida Lirio lo siguió hasta el cuarto de baño en donde Dantes llenó la tina con agua tibia, le agregó sales y aceites con un olor bastante similar al de Lirio, se giró hacia la joven loba y se encarga de deshacerse de la camiseta en conjunto a la ropa interior de ella.
Observó su cuerpo brevemente notando el sonrojo en sus mejillas, Dantes acaricio ese rojizo intenso y negó para sí mismo.
»Entra —ordenó de forma autoritaria a lo que esta hace lo que pide, Dantes quita su bóxer y Lirio mira a otro lado mientras escuchó como este libera una risa bastante masculina. —Mueve un poco hacia delante —pidió a lo que ella así lo hace, el agua de la tina se desborda al momento del cambio de nivel dentro de ella.
La hizo recostar su espalda a su torso para luego tomar una esponja, le aplicó un poco de gel de baño y empieza a tallar sus brazos, Liria no protesta y dejó a Dantes bañarla, le lavo el cabello con hábiles dedos que la hicieron relajarse bastante bajo esas caricias a su cuero cabelludo.
Le saco toda la espuma para dejarlo limpio, se apresuró a hacerle un moño con su propio cabello para dejar a la vista su marca en el hombro de Lirio, le dio un beso y la escucho gemir muy bajo.
—Probaré algo —susurró el príncipe, deslizando su mano por su vientre, ella se tensó enseguida.
—Dijiste no me to-carias —masculló en un débil jadeo.
—Deseas que lo haga… huelo lo excitada que te encuentras —gruñó en su oreja ante de mordisquear su lóbulo y continuar su camino hasta el sexo de la loba.
La joven loba solo separó más sus piernas y se aferró al borde la tina mientras Dantes acariciaba su clítoris.
—Ah… —jadeo en el momento que el alfa la penetro con dos de sus dedos, le estimulaba su interior mientras frotaba con la palma de su mano su clítoris, Lirio cierra sus ojos disfrutando de la sensación de placer que recorre su cuerpo.
Recibió besos por parte de Dantes en su marca en conjunto a uno que otros mordiscos que enviaron descarga de placer a su centro.
Está perdida en la nebulosa de la excitación, por lo que no tardó mucho tiempo en alcanzar el orgasmo con un fuerte gemido y desvaneciéndose en el pecho de Dantes que se encuentra duro detrás de ella.
—¿Mucho mejor? —Interrogó el alfa mientras dejaba pequeños besos en su hombro, esperaba paciente una respuesta y lo que dijo solo provoco que se tensara.
—Pensé que lo verías asqueroso —susurró con sus ojos cerrados y sintiéndose muy apenada por este momento que al mismo tiempo fue muy excitante para ella.
—¿Por qué pensaría eso? —Cuestionó el príncipe acariciando la pierna de la loba que reposaba al lado de la suya que es de mayor tamaño, ella no responde—. Dime —ordenó, Lirio dejó salir un suspiro.
—Una vez uno de los amigos de Dominick llego de visita —el príncipe se tensa al escucharla relatar, pero decide dejarla continuar mientras continúa acariciando su pierna—. Yo le supliqué al alfa que no me enviara, sin embargo, eso no le importo y me envío con su amigo —ella revive ese momento con una expresión sombría en su rostro.
»Cuando este se dio cuenta de mi condición me miro asqueado, me golpeo y dijo que era una perra al venir a él con mi período, por lo que, decidió castigarme y él… —se calló.
—¿Y él? —Interrogó el príncipe con su voz más ronca de lo normal.
—Me tomo por atrás —susurró eso último, Dantes dejo salir un rugido que estremeció a la loba.
—¿Quién fue? —Cuestionó con su voz que contiene la furia de mil demonios.
—Ibraham Fuler —masculló.
El príncipe asintió, no reconoce el nombre, sin embargo, lo anotó en su mente para enviarlo a investigar, por el hecho de que es una nueva persona que sea ganado todo su odio por dañar a su luna.
La maquilladora da un último retoque a los finos labios de Lirio, quien se observa en el espejo, maravillada por el trabajo de la mujer. Nunca se había sentido tan hermosa. Luego, se dejó ayudar para ponerse el vestido y evitar dañar el trabajo de varias horas de todas dos chicas que se encuentran con a su lado en este momento.—Ha quedado como toda un princesa, señorita —la halagaron al verla con su vestido verde oliva.—Gracias —murmuró.Le ayudaron a colocarse las prendas que le compró Dantes y se retiraron, dejándola sola en la habitación, contemplando su reflejo en el espejo. Suspiró pesadamente, tomó la bolsa a juego y se sintió como una chica diferente en ese momento. No sabía qué papel desempeñaba, pero recordó las palabras que el príncipe dijo en la tienda el día que estuvieron de compras: "mi novia". Eso la hizo sonreír.Cuando Lirio llegó al salón principal, Dantes se puso de pie para admirarla con una sonrisa.—Te ves hermosa —le dijo, con esa mirada felina puesta en la jo
Un silencio incomodo se instaló en el interior de la limusina, Lirio se removió incomoda junto a Dantes, quien mantenía su mirada fija en la ventana, con la mandíbula tensa en una discusión interna con su lobo Naiko. —No debiste ser tan brusco con ella —le regañó su parte animal. —Mientras más rápido se haga a la idea de que no estamos interesados en ella, menos sufrirá —respondió, sin querer herirla. Había compartido un tiempo juntos, pero ya todo eso había terminado. —Nos ama —le recordó—, y llegué a sentir algo por ella —añadió, sumiendo a Dantes en más de esos recuerdos. —Hicimos un acuerdo. Yo cumplí mi parte contigo… ahora cumple tú con la tuya —pidió el príncipe. —No, todo se arruina con esta mujer —gruñó su lobo Naiko, cortando la conexión. —¿Quién era esa mujer? —preguntó la loba, sacándolo de sus pensamientos. Dantes la miró, provocando que se sintiera avergonzada y temerosa ante la frialdad de su mirada. —Nadie que deba importarte —respondió, haciendo que ella se enc
El jet privado de Dantes reluce bajo el sol de la mañana. Su exterior impecable reflejando los destellos dorados del radiante sol mañanero. Su diseño aerodinámico, una obra maestra de ingeniería, prometía un vuelo tan suave como el terciopelo, deslizándose en los cielos con la gracia de un ave majestuosa. La pintura, en un elegante tono gris metálico, llevaba sutiles detalles en cromo que resaltaban su exclusividad, como si el mismo cielo hubiera bendecido al aparato con un toque de nobleza. Los pilotos saludaron a Dantes con formalidad mientras el chofer cargaba el equipaje. Dantes recibió las últimas instrucciones del vuelo a Sicilia en italiano, y Lirio permaneció a su lado, observando mientras él comenzaba a subir las escaleras del jet. El interior revelaba un refugio de lujo y sofisticación, un oasis alejado de la realidad mundana. El primer pasó de Lirio sobre la alfombra de lana, ella sintió como si hundiera sus pies en las nubes, una bienvenida a un mundo donde cada detalle h
El jeep recorría suavemente las calles serpenteantes carreteras de Sicilia, un camino que parecía tallado en las laderas mismas de la historia. A cada lado, los paisajes se extendían en una mezcla de colores vibrantes y texturas antiguas: campos dorados por el trigo, viñedos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y olivos centenarios, sus troncos retorcidos como si guardaran los secretos de mil años. Lirio observaba maravillada mientras avanzaban por la carretera, bordeando acantilados que caían abruptamente hacía el mar. A lo lejos, el Mediterráneo brillaba bajo el sol de la tarde, sus aguas de un azul profundo que parecía fusionarse con el cielo. A medida que el auto se adentraba en la campiña siciliana, los pequeños pueblos aparecían y desaparecían como fragmentos de un sueño: casas de piedra encaramadas en colinas, con balcones llenos de geranios en flor y ancianas que observaban el mundo desde sus puertas, envueltas en pañuelos negros. Las calles eran estrechas, empedr
Lirio se quedó quieta después de esa orden. Dantes, por otro lado, empezó a caminar por la habitación hasta una neverita de donde sacó hielo, copas y frutas. Esperaba pacientemente a que la loba hiciera lo que le había ordenado. En el momento en que parecía que su mente hacía clic, ella se deshizo del vestido, quedando en braga y sostén.—Toda la ropa fuera —expresó lentamente. Sonrojada, ella lo hizo y lo observó dejar todo lo que sacó en la mesita de noche antes de ingresar al vestidor.El aire fresco, impregnado con un leve aroma a cuero, madera noble y algún cítrico que describe el olor corporal de Dantes, emanaba de las paredes revestida en paneles de roble oscuro.La iluminación, cuidadosamente diseñada, provenían de luces empotradas que se derramaban suavemente desde el techo y los estantes, destacando la riqueza de las textur
El príncipe deslizó el hielo por su abdomen y lo dejó caer en el ombligo para beber el vino.—Delicioso —ronroneó. Volvió a poner vino y, sin ella esperarlo, acarició su sexo con un dedo, provocando un estremecimiento que hizo que el vino se deslizara—. Muy mal, flor —no podía ocultar su sonrisa—. Te castigaré —estiró su mano para deshacer el nudo del cabezal y liberar las manos de Lirio. La arrastró hacia la orilla de la cama, llevándola a su regazo y dejando su torso en la cama y su trasero sobre sus piernas.—¿Qué vas hacer? —cuestionó con voz temblorosa.—Admito que no fui bueno jugando, por lo que solo te voy a castigar con premio incluido —murmuró—. Utilizaré una preciosa cola para tu hermoso culo, te azotaré y te vas a correr —enumeró cada cosa que le har&iacut
Lirio sentía algo suave en su rostro una y otra vez. Dantes estaba besando su cara para despertarla. Ella se estiró, provocando la risa del príncipe, y luego abrió los ojos, atrapada por la mirada divertida de su compañero.—Buenas noches —dijo él—. Te ves tan hermosa dormida que me duele despertarte, pero si no lo hago, no tendré tiempo para una ducha antes de que bajemos a cenar con mi familia —informó mientras se sentaba en la cama—. Vamos a la ducha —salió de la cama, sin darle tiempo a Lirio, la tomó en brazos y la llevó a su cuarto de baño.—No, no… —pataleó al verlo dirigirse a la ducha. Dantes se rió y abrió cada llave a presión. Lirio chilló por lo fría que estaba el agua mientras él la colocaba sobre sus propios pies.—Me agradecerás luego. El calor de Sicilia en esta época es abrumador —informó, bajando la presión del agua y besando los labios de Lirio—. Exquisita, te lavaré —anunció, tomando su gel de baño, vertiéndolo en una esponja y comenzando a t
—Altezas, ya pueden pasar al comedor para la cena —eso fue como una orden. Todos se dirigieron al lujoso comedor, donde la cena se presentaba como un encuentro entre la sencillez de la tradición y la opulencia del entorno.La sala, majestuosa y cargada de historia, brillaba bajo la luz suave de los candelabros de cristal, cuyas innumerables facetas atrapaban y reflejaban los destellos de las llamas.En el centro del salón, una larga mesa de caoba se extendía con una imponente presencia, su superficie pulida reluciendo bajo la luz. Sobre ella, un mantel de lino blanco, finamente bordado a mano, caía en suaves pliegues hasta casi rozar el suelo de mármol. La vajilla de porcelana fina, con delicados bordes dorados, estaba dispuesta con una precisión que hablaba de una meticulosa atención al detalle. Los cubiertos de plata, pulidos hasta brillar como espejos, descansaban a cada lado de los platos, mientras las co