—Espero que ya te encuentres mejor —hablo Carter ingresando a la oficina de Dantes el cual ni se inmuta ante su presencia, sin embargo, lo escucha respira de manera exagerada—. Apestas a sexo —sacude su mano frente su rostro tratando de espantar el olor de su alfa.
—Eres muy molesto algunas veces —lo mira directo a los ojos—¿Qué quieres? —interrogó con exasperación fingida.
—Solo quería saber si estabas bien, pero veo que te encuentras de maravilla. También vengo a informarte que la fiesta del rey vampiro es en dos días. Se realizará en su lujosa mansión y es como un baile de máscaras y es muy tradicional para mi gusto —hace un ademán con su mano para expresar su disgusto mientras le extiende la invitación.
—Bien —murmuró—. Ayer hablé con Enzo y me recordó nuevamente el cumpleaños de mi sobrino Liam —informó a su mejor amigo.
—Nueve años el mocoso —Carter recuerda bien al pequeño príncipe travieso, puesto que en su visita a la casa del rey este niño lo hizo tropezar y caerse a la piscina.
—Así es —murmura—. De igual modo esperaba volver a Sicilia para esa fecha, me gustaría darles la noticia de que encontré a mi luna —añadió, Carter asiente comprendiendo su felicidad, por el hecho de que cuando él encontró a su mate fue el día más feliz de su vida.
—¿La llevarás a la fiesta del rey vampiro? —pregunto a lo que Dantes lo piensa.
—Le preguntaré si quiere ir, tal vez eso la ayude a soltarse un poco —su amigo asiente de acuerdo con sus palabras para luego dejarlo continuar con su trabajo.
Al terminar Dantes llamó a Lirio para decirle que el chofer la recogerá en media hora, no le da muchos detalles. Cuando le notifican que ella había llegado se dispone a abandonar la empresa y subir al auto donde su luna ya se encuentra, le da una orden a Marcus en italiano mientras que la loba no entiende lo que pasa.
—Me invitaron a una fiesta, me gustaría que fueras mi acompañante —le informó, Lirio lo mira por varios segundos antes de asentir. El auto se detiene frente a una calle llena de diferentes tiendas de marcas, Dantes, sujetó su mano y camino hacia una de Carolina Herrera.
—Bienvenidos —una hermosa joven de escote pronunciado se acercó a él enseguida. —¿En qué puedo servirle? —interrogó sin siquiera inmutarse por la presencia de Lirio que se remueve incómoda por la exagerada sobre atención que intenta darle a su alfa.
—Un vestido de noche para mi novia —los ojos de la mujer fueron hasta Lirio derrochando envidia de que ella estuviera agarrada de la mano de ese hombre tan imponente.
—Tome asiento, le mostraré la nueva colección —este asiente y camina al sofá más cercano. Esperan varios minutos por la chica que regresa con un perchero lleno de vestidos en diferentes colores y diseños, le mostró la mayoría mientras le habla de la elaboración de ellos.
Pasaron más de veinte minutos y la mujer parloteando de telas, encajes y piedras incrustadas en los diferentes diseños de la prestigiosa diseñadora Carolina Herrera, Dantes al final miro a su luna.
—¿Cuál deseas llevar? —interrogó el alfa, Lirio lo miro con cierta sorpresa de que la dejara decidir por ella misma. La loba luego llevo su mirada hasta los vestidos y señalo un verde oliva, la dependiente le pidió que la siguiera al probador para que pudiera medirse el modelo.
La dejo a sola mientras Lirio se cambia de ropa, se miró al espejo y le gustaba mucho el vestido. No era algo que dejara al descubierto su piel y lo que estaba debajo del vestido solo podía quedar a la imaginación, no existía vulgaridad en el diseño, puesto que Carolina Herrera solo expresa elegancia y poder femenino en sus prendas.
Este vestido se ajusta en su torso y cintura mientras que cae suelto a sus pies, cubriéndolos con la tela. Sus hombros quedan descubiertos por el cuello que lleva un corte redondo de estampados floridos, bordados en el mismo color verde oliva, ella suspiró acariciando la suave prenda, no se había sentido tan bien nunca.
Suspiró nuevamente tomando el pomo de la puerta del vestidor para salir de allí, Dantes levanto su mirada del móvil y sonrió en aprobación a su vestido, ella se ve elegante. La chica que los atiende regresó cargando los zapatos que debía utilizar con el atuendo más un pequeño bolso del mismo color de la tela.
—Se ve muy bien señorita —la halagó haciéndola olvidar el mal momento de hace rato.
—Gracias —susurró antes de regresar al probador para cambiarse de ropa.
Al salir, Dantes había pagado el vestido y demás accesorio, lo guardaron en una caja con las iniciales de la diseñadora grabadas en esta para luego abandonar el lugar mientras Marcus dejaba todo en la cajuela del auto.
Su siguiente parada fue una joyería, no podían faltar los accesorios para el vestido, Dantes esta vez fue quien eligió cada prenda en la que incluyo un collar en oro blanco con una esmeralda en el centro. También pidió la pulsera y arete creados con el mismo material.
Algunos humanos presentes en el lugar, observaron al hombre pagar la exagerada cantidad de dólares sin inmutarse mientras que el joyero tenía la sonrisa más grande en su vida, le entrego las joyas y le deseo todo lo mejor.
—Debemos comprarte una braga nueva —susurró en su oreja provocando que se sonroje, ya que sabe perfectamente que lo dice porque la que tenía, este se encargó de romperlas ayer, Dantes le compró más ropa, zapatos y todo lo que su luna miraba, pero no se atrevía a pedirle.
Al final terminaron regresando a casa con la ropa que necesitaba para el evento, mientras que las demás se las harían llegar a la residencia, Dantes se alejó de Lirio cuando recibió una llamada y esta no le quedo de otra que vagar por la casa hasta terminar en la cocina donde se estaba preparando la cena.
—Señorita, ¿en qué le puedo ayudar? —interrogó Marcela.
—Me gustaría ayudarle a preparar la cena —le dijo, Marcela abrió sus ojos como si fuera la ofensa más grande de todas.
—Dios, no, no… señorita el joven no permitirá tal cosa —soltó enseguida la señora—. Además, yo sola puedo con todo —trato de hacerla entrar en razón.
—Estoy aburrida, me gustaría distraer mi mente. Por favor —entrelazo sus dedos suplicándole a la mujer que la dejara ayudar, Marcela libero un suspiro.
—Bien —le señala los vegetales. —Puede picarlos, pero tenga mucho cuidado señorita —pidió, ya que no quiere saber lo que haría su jefe si la joven se llegara a cortar un dedo.
—Me puede llamar Lirio —la mujer la miro y luego continuo con lo que hacía, Marcela solo pensó que la joven es muy diferente, por otro lado, Dantes camina de un lado a otro con su teléfono en la oreja.
—Alteza —saludan del otro lado de la línea.
—Rey Erick —murmuró con cierta confusión en su voz. —Extraña llamada, ¿ocurre algo? —cuestionó.
—Solo llamo para saber de ti, no hemos hablado en años —le recordó.
—Supongo que ambos hemos estado ocupados —comentó sentándose en la mesa de su escritorio mientras enciende su laptop.
—Espero vengas a mi evento, ya que de lo contrario será muy aburrido —Dantes pone sus ojos en blanco.
—Iré, Erick —le dice—. Y espero no sea un inconveniente que lleve una acompañante —eso sorprende al vampiro.
—Vaya… ¿Quién es la afortunada que carga con el peso de tus deseos? —el príncipe se tensa mirando hacia la puerta y es suficiente su silencio como para que el vampiro pueda descubrir la verdad—. Ya veo, no lo sabe —se burló.
—Cállate —el vampiro se carcajea mucho más fuerte.
—Sí que es importante. Por lo que voy a suponer que encontraste a tu mate —saborea esas palabras como si fuera el manjar más exquisito—¿Tienes miedo de que no acepte tu lado oscuro? —cuestionó.
—Ella ha pasado por mucho —se limitó a decirle.
—Comprendo, no podrás estar mucho tiempo sin buscar tus verdaderos deseos —sentencio con cierta soberbia que es característica de un hombre que ha vivido mucho tiempo.
—Me es casi imposible controlarme —suspiró mientras decía eso y se levantó de su asiento para caminar hasta su licorera para poder servirse un vaso con whisky, lo toma de un trago sintiendo el calor de la bebida cruzar por su garganta.
—Ya ha pasado mucho desde la última vez que viniste —murmuró—. Después de lo que paso con…
—No diga su nombre —ordenó tajante, no quería recordar ese error tan nefasto que cometió por los caprichos de Naiko.
—Debo colgar, nos vemos en la fiesta y me presentas a tu chica —no lo deja responder, ya que le cuelga, Dantes suspiró y pasó una mano por su rostro agobiado.
Tocan la puerta de su oficina y camina hasta está encontrando a Lirio del otro lado.
—Hola —la escuchó murmurar con sus mejillas rojizas.
—Hola —correspondió el saludo en el mismo tono e inhaló su olor que le trae calma para luego curvar un poco sus labios notando que desde ayer el miedo de ella sea disipado. —¿Ocurre algo? —interrogó curioso de verla allí.
—La cena esta lista —informó a lo que Dantes enseguida alzó sus cejas.
—¿Y Marcela? —interrogó, por el hecho de que no es trabajo de su luna traerle tal información.
—La convencí de dejarme venir a avisarte —él alzó sus cejas en sorpresa.
—Ya veo, ¿vamos? —le extendió su mano para caminar hacia el comedor en donde ya la cena estaba servida. En silencio terminaron para luego irse a la habitación, Dantes ingresó primero a la ducha y luego su luna que salió vistiendo una simple camisa del príncipe que al verla salir, le abre la colcha para que esta ingrese a su lado.
La abrazo desde atrás y deposito un beso en su hombro, Lirio cerró sus ojos dejándose llevar por el calor del cuerpo de su mate hasta terminar sumergida en la oscuridad de la noche, mientras que Dantes pensaba en la conversación con Erick, no quería sucumbir a sus oscuros deseos, no desde lo que ocurrió la última vez que se dejó llevar por ellos.
La mañana siguiente Lirio despertó primero que el hombre a su lado y que la tiene prisionera de su caliente cuerpo fornido. Viéndolo dormir ella se da cuenta de que su aspecto dominante solo se ve cuando abre aquellos impresionantes ojos que ocultan grandes y oscuros secretos.Ahora mismo para ella, Dantes se ve tierno en su estado de inconsciencia, con sus labios entre abiertos y sus largas pestañas negras.El hombre se removió apretándola un poco más y dejando salir un bajo gruñido.—Buenos días —lo escuchó murmurar con voz ronca—. Has despertado temprano —masculló al ver la hora en su reloj digital colocado en su mesita de noche.—No tenía sueño —murmuró sin apartar la vista de los ojos grises de Dantes y ocultando muy bien la verdadera razón por la que sea despertado.—He contratado un personal para que te hagan deslumbrar esta noche —informó—. Llegarán a las cuatro —añadió a lo que ella solo asintió, no tenía más opciones que seguir las indicaciones de su alfa.—¿A dónde vamos ex
La maquilladora da un último retoque a los finos labios de Lirio, quien se observa en el espejo, maravillada por el trabajo de la mujer. Nunca se había sentido tan hermosa. Luego, se dejó ayudar para ponerse el vestido y evitar dañar el trabajo de varias horas de todas dos chicas que se encuentran con a su lado en este momento.—Ha quedado como toda un princesa, señorita —la halagaron al verla con su vestido verde oliva.—Gracias —murmuró.Le ayudaron a colocarse las prendas que le compró Dantes y se retiraron, dejándola sola en la habitación, contemplando su reflejo en el espejo. Suspiró pesadamente, tomó la bolsa a juego y se sintió como una chica diferente en ese momento. No sabía qué papel desempeñaba, pero recordó las palabras que el príncipe dijo en la tienda el día que estuvieron de compras: "mi novia". Eso la hizo sonreír.Cuando Lirio llegó al salón principal, Dantes se puso de pie para admirarla con una sonrisa.—Te ves hermosa —le dijo, con esa mirada felina puesta en la jo
Un silencio incomodo se instaló en el interior de la limusina, Lirio se removió incomoda junto a Dantes, quien mantenía su mirada fija en la ventana, con la mandíbula tensa en una discusión interna con su lobo Naiko. —No debiste ser tan brusco con ella —le regañó su parte animal. —Mientras más rápido se haga a la idea de que no estamos interesados en ella, menos sufrirá —respondió, sin querer herirla. Había compartido un tiempo juntos, pero ya todo eso había terminado. —Nos ama —le recordó—, y llegué a sentir algo por ella —añadió, sumiendo a Dantes en más de esos recuerdos. —Hicimos un acuerdo. Yo cumplí mi parte contigo… ahora cumple tú con la tuya —pidió el príncipe. —No, todo se arruina con esta mujer —gruñó su lobo Naiko, cortando la conexión. —¿Quién era esa mujer? —preguntó la loba, sacándolo de sus pensamientos. Dantes la miró, provocando que se sintiera avergonzada y temerosa ante la frialdad de su mirada. —Nadie que deba importarte —respondió, haciendo que ella se enc
El jet privado de Dantes reluce bajo el sol de la mañana. Su exterior impecable reflejando los destellos dorados del radiante sol mañanero. Su diseño aerodinámico, una obra maestra de ingeniería, prometía un vuelo tan suave como el terciopelo, deslizándose en los cielos con la gracia de un ave majestuosa. La pintura, en un elegante tono gris metálico, llevaba sutiles detalles en cromo que resaltaban su exclusividad, como si el mismo cielo hubiera bendecido al aparato con un toque de nobleza. Los pilotos saludaron a Dantes con formalidad mientras el chofer cargaba el equipaje. Dantes recibió las últimas instrucciones del vuelo a Sicilia en italiano, y Lirio permaneció a su lado, observando mientras él comenzaba a subir las escaleras del jet. El interior revelaba un refugio de lujo y sofisticación, un oasis alejado de la realidad mundana. El primer pasó de Lirio sobre la alfombra de lana, ella sintió como si hundiera sus pies en las nubes, una bienvenida a un mundo donde cada detalle h
El jeep recorría suavemente las calles serpenteantes carreteras de Sicilia, un camino que parecía tallado en las laderas mismas de la historia. A cada lado, los paisajes se extendían en una mezcla de colores vibrantes y texturas antiguas: campos dorados por el trigo, viñedos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y olivos centenarios, sus troncos retorcidos como si guardaran los secretos de mil años. Lirio observaba maravillada mientras avanzaban por la carretera, bordeando acantilados que caían abruptamente hacía el mar. A lo lejos, el Mediterráneo brillaba bajo el sol de la tarde, sus aguas de un azul profundo que parecía fusionarse con el cielo. A medida que el auto se adentraba en la campiña siciliana, los pequeños pueblos aparecían y desaparecían como fragmentos de un sueño: casas de piedra encaramadas en colinas, con balcones llenos de geranios en flor y ancianas que observaban el mundo desde sus puertas, envueltas en pañuelos negros. Las calles eran estrechas, empedr
Lirio se quedó quieta después de esa orden. Dantes, por otro lado, empezó a caminar por la habitación hasta una neverita de donde sacó hielo, copas y frutas. Esperaba pacientemente a que la loba hiciera lo que le había ordenado. En el momento en que parecía que su mente hacía clic, ella se deshizo del vestido, quedando en braga y sostén.—Toda la ropa fuera —expresó lentamente. Sonrojada, ella lo hizo y lo observó dejar todo lo que sacó en la mesita de noche antes de ingresar al vestidor.El aire fresco, impregnado con un leve aroma a cuero, madera noble y algún cítrico que describe el olor corporal de Dantes, emanaba de las paredes revestida en paneles de roble oscuro.La iluminación, cuidadosamente diseñada, provenían de luces empotradas que se derramaban suavemente desde el techo y los estantes, destacando la riqueza de las textur
El príncipe deslizó el hielo por su abdomen y lo dejó caer en el ombligo para beber el vino.—Delicioso —ronroneó. Volvió a poner vino y, sin ella esperarlo, acarició su sexo con un dedo, provocando un estremecimiento que hizo que el vino se deslizara—. Muy mal, flor —no podía ocultar su sonrisa—. Te castigaré —estiró su mano para deshacer el nudo del cabezal y liberar las manos de Lirio. La arrastró hacia la orilla de la cama, llevándola a su regazo y dejando su torso en la cama y su trasero sobre sus piernas.—¿Qué vas hacer? —cuestionó con voz temblorosa.—Admito que no fui bueno jugando, por lo que solo te voy a castigar con premio incluido —murmuró—. Utilizaré una preciosa cola para tu hermoso culo, te azotaré y te vas a correr —enumeró cada cosa que le har&iacut
Lirio sentía algo suave en su rostro una y otra vez. Dantes estaba besando su cara para despertarla. Ella se estiró, provocando la risa del príncipe, y luego abrió los ojos, atrapada por la mirada divertida de su compañero.—Buenas noches —dijo él—. Te ves tan hermosa dormida que me duele despertarte, pero si no lo hago, no tendré tiempo para una ducha antes de que bajemos a cenar con mi familia —informó mientras se sentaba en la cama—. Vamos a la ducha —salió de la cama, sin darle tiempo a Lirio, la tomó en brazos y la llevó a su cuarto de baño.—No, no… —pataleó al verlo dirigirse a la ducha. Dantes se rió y abrió cada llave a presión. Lirio chilló por lo fría que estaba el agua mientras él la colocaba sobre sus propios pies.—Me agradecerás luego. El calor de Sicilia en esta época es abrumador —informó, bajando la presión del agua y besando los labios de Lirio—. Exquisita, te lavaré —anunció, tomando su gel de baño, vertiéndolo en una esponja y comenzando a t