Capítulo 4: Shopping

—Espero que ya te encuentres mejor —hablo Carter ingresando a la oficina de Dantes el cual ni se inmuta ante su presencia, sin embargo, lo escucha respira de manera exagerada—. Apestas a sexo —sacude su mano frente su rostro tratando de espantar el olor de su alfa.

—Eres muy molesto algunas veces —lo mira directo a los ojos—¿Qué quieres? —interrogó con exasperación fingida.

—Solo quería saber si estabas bien, pero veo que te encuentras de maravilla. También vengo a informarte que la fiesta del rey vampiro es en dos días. Se realizará en su lujosa mansión y es como un baile de máscaras y es muy tradicional para mi gusto —hace un ademán con su mano para expresar su disgusto mientras le extiende la invitación. 

—Bien —murmuró—. Ayer hablé con Enzo y me recordó nuevamente el cumpleaños de mi sobrino Liam —informó a su mejor amigo.

—Nueve años el mocoso —Carter recuerda bien al pequeño príncipe travieso, puesto que en su visita a la casa del rey este niño lo hizo tropezar y caerse a la piscina.

—Así es —murmura—. De igual modo esperaba volver a Sicilia para esa fecha, me gustaría darles la noticia de que encontré a mi luna —añadió, Carter asiente comprendiendo su felicidad, por el hecho de que cuando él encontró a su mate fue el día más feliz de su vida.

—¿La llevarás a la fiesta del rey vampiro? —pregunto a lo que Dantes lo piensa.

—Le preguntaré si quiere ir, tal vez eso la ayude a soltarse un poco —su amigo asiente de acuerdo con sus palabras para luego dejarlo continuar con su trabajo.

Al terminar Dantes llamó a Lirio para decirle que el chofer la recogerá en media hora, no le da muchos detalles. Cuando le notifican que ella había llegado se dispone a abandonar la empresa y subir al auto donde su luna ya se encuentra, le da una orden a Marcus en italiano mientras que la loba no entiende lo que pasa.

—Me invitaron a una fiesta, me gustaría que fueras mi acompañante —le informó, Lirio lo mira por varios segundos antes de asentir. El auto se detiene frente a una calle llena de diferentes tiendas de marcas, Dantes, sujetó su mano y camino hacia una de Carolina Herrera.

—Bienvenidos —una hermosa joven de escote pronunciado se acercó a él enseguida. —¿En qué puedo servirle? —interrogó sin siquiera inmutarse por la presencia de Lirio que se remueve incómoda por la exagerada sobre atención que intenta darle a su alfa.

—Un vestido de noche para mi novia —los ojos de la mujer fueron hasta Lirio derrochando envidia de que ella estuviera agarrada de la mano de ese hombre tan imponente.

—Tome asiento, le mostraré la nueva colección —este asiente y camina al sofá más cercano. Esperan varios minutos por la chica que regresa con un perchero lleno de vestidos en diferentes colores y diseños, le mostró la mayoría mientras le habla de la elaboración de ellos.

Pasaron más de veinte minutos y la mujer parloteando de telas, encajes y piedras incrustadas en los diferentes diseños de la prestigiosa diseñadora Carolina Herrera, Dantes al final miro a su luna.

—¿Cuál deseas llevar? —interrogó el alfa, Lirio lo miro con cierta sorpresa de que la dejara decidir por ella misma. La loba luego llevo su mirada hasta los vestidos y señalo un verde oliva, la dependiente le pidió que la siguiera al probador para que pudiera medirse el modelo.

La dejo a sola mientras Lirio se cambia de ropa, se miró al espejo y le gustaba mucho el vestido. No era algo que dejara al descubierto su piel y lo que estaba debajo del vestido solo podía quedar a la imaginación, no existía vulgaridad en el diseño, puesto que Carolina Herrera solo expresa elegancia y poder femenino en sus prendas.

Este vestido se ajusta en su torso y cintura mientras que cae suelto a sus pies, cubriéndolos con la tela. Sus hombros quedan descubiertos por el cuello que lleva un corte redondo de estampados floridos, bordados en el mismo color verde oliva, ella suspiró acariciando la suave prenda, no se había sentido tan bien nunca.

Suspiró nuevamente tomando el pomo de la puerta del vestidor para salir de allí, Dantes levanto su mirada del móvil y sonrió en aprobación a su vestido, ella se ve elegante. La chica que los atiende regresó cargando los zapatos que debía utilizar con el atuendo más un pequeño bolso del mismo color de la tela.

—Se ve muy bien señorita —la halagó haciéndola olvidar el mal momento de hace rato.

—Gracias —susurró antes de regresar al probador para cambiarse de ropa.

Al salir, Dantes había pagado el vestido y demás accesorio, lo guardaron en una caja con las iniciales de la diseñadora grabadas en esta para luego abandonar el lugar mientras Marcus dejaba todo en la cajuela del auto.

Su siguiente parada fue una joyería, no podían faltar los accesorios para el vestido, Dantes esta vez fue quien eligió cada prenda en la que incluyo un collar en oro blanco con una esmeralda en el centro. También pidió la pulsera y arete creados con el mismo material.

Algunos humanos presentes en el lugar, observaron al hombre pagar la exagerada cantidad de dólares sin inmutarse mientras que el joyero tenía la sonrisa más grande en su vida, le entrego las joyas y le deseo todo lo mejor.

—Debemos comprarte una braga nueva —susurró en su oreja provocando que se sonroje, ya que sabe perfectamente que lo dice porque la que tenía, este se encargó de romperlas ayer, Dantes le compró más ropa, zapatos y todo lo que su luna miraba, pero no se atrevía a pedirle.

Al final terminaron regresando a casa con la ropa que necesitaba para el evento, mientras que las demás se las harían llegar a la residencia, Dantes se alejó de Lirio cuando recibió una llamada y esta no le quedo de otra que vagar por la casa hasta terminar en la cocina donde se estaba preparando la cena.

—Señorita, ¿en qué le puedo ayudar? —interrogó Marcela.              

—Me gustaría ayudarle a preparar la cena —le dijo, Marcela abrió sus ojos como si fuera la ofensa más grande de todas.

—Dios, no, no… señorita el joven no permitirá tal cosa —soltó enseguida la señora—. Además, yo sola puedo con todo —trato de hacerla entrar en razón.

—Estoy aburrida, me gustaría distraer mi mente. Por favor —entrelazo sus dedos suplicándole a la mujer que la dejara ayudar, Marcela libero un suspiro.

—Bien —le señala los vegetales. —Puede picarlos, pero tenga mucho cuidado señorita —pidió, ya que no quiere saber lo que haría su jefe si la joven se llegara a cortar un dedo.

—Me puede llamar Lirio —la mujer la miro y luego continuo con lo que hacía, Marcela solo pensó que la joven es muy diferente, por otro lado, Dantes camina de un lado a otro con su teléfono en la oreja.

Alteza —saludan del otro lado de la línea.

—Rey Erick —murmuró con cierta confusión en su voz. —Extraña llamada, ¿ocurre algo? —cuestionó.

Solo llamo para saber de ti, no hemos hablado en años —le recordó.

—Supongo que ambos hemos estado ocupados —comentó sentándose en la mesa de su escritorio mientras enciende su laptop.

Espero vengas a mi evento, ya que de lo contrario será muy aburrido —Dantes pone sus ojos en blanco.

—Iré, Erick —le dice—. Y espero no sea un inconveniente que lleve una acompañante —eso sorprende al vampiro.

Vaya… ¿Quién es la afortunada que carga con el peso de tus deseos? —el príncipe se tensa mirando hacia la puerta y es suficiente su silencio como para que el vampiro pueda descubrir la verdad—. Ya veo, no lo sabe —se burló.

—Cállate —el vampiro se carcajea mucho más fuerte.

Sí que es importante. Por lo que voy a suponer que encontraste a tu mate —saborea esas palabras como si fuera el manjar más exquisito—¿Tienes miedo de que no acepte tu lado oscuro? —cuestionó.

—Ella ha pasado por mucho —se limitó a decirle.

Comprendo, no podrás estar mucho tiempo sin buscar tus verdaderos deseos —sentencio con cierta soberbia que es característica de un hombre que ha vivido mucho tiempo.

—Me es casi imposible controlarme —suspiró mientras decía eso y se levantó de su asiento para caminar hasta su licorera para poder servirse un vaso con whisky, lo toma de un trago sintiendo el calor de la bebida cruzar por su garganta.

Ya ha pasado mucho desde la última vez que viniste —murmuró—. Después de lo que paso con…

—No diga su nombre —ordenó tajante, no quería recordar ese error tan nefasto que cometió por los caprichos de Naiko.

Debo colgar, nos vemos en la fiesta y me presentas a tu chica —no lo deja responder, ya que le cuelga, Dantes suspiró y pasó una mano por su rostro agobiado.

Tocan la puerta de su oficina y camina hasta está encontrando a Lirio del otro lado.

—Hola —la escuchó murmurar con sus mejillas rojizas.

—Hola —correspondió el saludo en el mismo tono e inhaló su olor que le trae calma para luego curvar un poco sus labios notando que desde ayer el miedo de ella sea disipado. —¿Ocurre algo? —interrogó curioso de verla allí.

—La cena esta lista —informó a lo que Dantes enseguida alzó sus cejas.

—¿Y Marcela? —interrogó, por el hecho de que no es trabajo de su luna traerle tal información.

—La convencí de dejarme venir a avisarte —él alzó sus cejas en sorpresa.

—Ya veo, ¿vamos? —le extendió su mano para caminar hacia el comedor en donde ya la cena estaba servida. En silencio terminaron para luego irse a la habitación, Dantes ingresó primero a la ducha y luego su luna que salió vistiendo una simple camisa del príncipe que al verla salir, le abre la colcha para que esta ingrese a su lado.

La abrazo desde atrás y deposito un beso en su hombro, Lirio cerró sus ojos dejándose llevar por el calor del cuerpo de su mate hasta terminar sumergida en la oscuridad de la noche, mientras que Dantes pensaba en la conversación con Erick, no quería sucumbir a sus oscuros deseos, no desde lo que ocurrió la última vez que se dejó llevar por ellos.

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