El oscuro deseo de un Marchetti
El oscuro deseo de un Marchetti
Por: Yerimil Perez
Capítulo 1: Destino

El joven príncipe Dantes Marchetti desde su primera transformación siempre se sintió que no encajaba en su familia aunque su madre es una loba, sin embargo, ser el único lobo en una familia de leones lo hacía sentir incompleto.

Su única opción fue viajar diferentes manadas en representación de su familia como el embajador y buscar de ese modo a su luna, esperando por fin sentirse completo y que su vida tenga un propósito más que firmar una pila de documentos, sonreír y estrechar manos.

Un hombre lobo solo tiene un amor en la vida, un propósito para existir durante toda su existencia, Dantes Marchetti estaba claro de eso y su lobo también. Aprendieron el uno del otro, Naiko agobiaba cada día la cabeza de Dantes con sus conversaciones y chistes sin sentido, sin embargo, el joven príncipe aprendió a vivir con ello.

Toda su monótona vida cambió en el momento que atravesaron las fronteras de Nattblod (Sangre nocturna) en Canadá, Banff, Alberta. Nunca esperaron encontrar a su luna en ese lugar, sin embargo, el destino se la coloco frente a sus narices; arrodillada con una bata de seda que deja ver un encaje de lencería rojo, sirviéndole como entretenimiento por su llegada.

Dantes se mantuvo firme en su lugar mientras que todavía las gotas de agua se deslizan por su cuerpo desnudo después de haber tomado una ducha, ella, por otro lado, ni se inmutaba ante su presencia o eso es lo que aparentaba la joven loba a la cual se le aceleró su corazón cuando capto el olor de su mate en la habitación.

—¿Quién eres? —Preguntó con su voz ronca, sin despegar la mirada de aquella mujer.

—Nadie —la bata de seda roja es retirada por la chica dejando a la vista un fino encaje rojo, Dantes apretó sus dientes pensando en todos los hombres a lo que seguro fue entregada su luna por el bastardo de Dominick.

—¿Qué haces? —Interrogó entre dientes conteniendo un gruñido, no quería seguir pensando en todo lo que ha de haberle sucedido a ella.

—El alfa me ordeno servirle esta noche —respondió sin siquiera mirar su rostro, ella no debe hacerlo al menos que este se lo ordene, no puede negarse a nada que le pidan, ya que de lo contrario sería castigada o en peor de lo caso, Dominick terminaría terminando con su miserable vida.

Naiko —lo llamó en espera de una respuesta, sin embargo, su lobo solo quiere tomarla y al mismo tiempo encajar sus caninos en su cuello.

—Por favor, permítame servirle —suplicó aquella mujer que solo sentía temor por su vida, él era su mate, pero su no sabía si quería a una esclava en su cama, ya que después de todo, ¿Quién la aceptaría? Pensaba.

—No, no haré tal cosa —se negó el príncipe a lo que ella levanta su mirada sin comprender por qué se niega. También porque si no lo satisface, él estaría condenándola a muerte con Dominick.

—¡Ella! —Rugió el lobo en su mente con enojo que reemplaza todo el deseo de tomarla, no podía creer lo que sus ojos estaban mirando en este momento.

¿Quién es ella, Niako? —Interrogó al sentir la lucha de este por tomar el control, sin embargo, Dantes no cede.

Es la mujer que asesinó a mi esposa —sentenció enojado.

Las palabras dichas por Naiko congelaron a Dantes, el cual sabía la historia de su lobo y lo de su amada que perdió en mano de una cazadora. Esa fue la razón por la que su parte animal se convirtió en un legendario guerrero para eliminar a la persona que acabo con la vida de lo más importante en su vida: su mate.

Naiko… no puedo cederte el control, ni permitir que la dañes —su lobo gruñía una y otra vez furioso.

¡Ella debe morir! —gruñó con fuerza provocando que ese gruñido saliera de los labios de Dantes. El olor a jazmín, naranja y limón se mezcló con un amargo que identifico como miedo, Naiko se detuvo, le dolió saber que ella les teme—. El destino es cruel y despiadado —susurró el lobo en su cabeza antes de cortar la conexión, no quería seguir luchando, por el hecho de que el príncipe nunca lo dejaría dañarla.

—Señor… no me haga daño —le suplicó casi al borde del llanto.

Dantes libero un suspiro, se fue al baño y salió con una bata cubriendo su desnudez, ella permanece en el piso con su cabeza agachada y la eleva cuando este sale, no entendía lo que estaba sucediendo.

—No debes tenerme miedo —pidió mientras se servía un trago de whisky para tratar de aclarar sus pensamientos, puesto que su deseo de ir por la cabeza de Dominick es lo único que pasa por su mente, sin embargo, el olor de su luna lo mantiene calmado—¿Cuál es tu nombre? —interrogó, recostando su espalda de la pared manteniendo su vista puesta en ella.

La mujer es pequeña de una piel pálida, delgada hasta al punto de que sus costillas se marcan en su costado, lo que más llama la atención del príncipe es su cabellera castaña que es bastante larga y sus ojos verdes como un bosque en su etapa de primavera.

—Nadie —susurró, por lo que recibe un gruñido que la hace temblar y encogerse en su lugar.

—Responde, ¡Carajo! —le gruñó mostrando sus ojos rojos y felinos, Dantes no puede controlar el enojo de Naiko que desea dañarla para cumplir su promesa de eliminar a quien acabo con la vida de su mate.

—Lirio —sollozo con miedo.

El príncipe chasquea su lengua, le incomodaba su lloriqueo, por supuesto que también odiaba que ella le tenga miedo, le molestaba mucho más esa parte de este momento y todo porque Naiko no se controla.

—Bien, Lirio… repito, no quiero hacerte daño, sin embargo, requiero que cooperes conmigo y responder mis preguntas ¿entiendes? —Ella asintió mirando su rostro por segunda vez, Lirio no entendía por qué su mate debía ser uno de los amigos de Dominick, les tenía miedo a lo que pudiera hacerle. —¿Por qué debes servirme? —preguntó.

—El alfa me lo ha ordenado —susurró estrangulando sus propios dedos por los nervios que recorren su cuerpo.

—¿Siempre lo ordena? —Interrogó, Lirio asintió y Dantes apretó tan fuerte el vaso de cristal en sus manos que término rompiéndolo, Dominick sin duda sea ganado el odio del príncipe.

—Maldito hijo de perra —masculló entre dientes—. Nadie volverá a hacerlo —demandó con autoridad hacia ella—. Nadie excepto yo se atreverá a tocarte —añadió caminando a Lirio, se agachó y la tomó por la cintura para levantarla y pegarla a su cuerpo caliente, Lirio se tensó enseguida, no entendía lo que iba a hacerle, pero el príncipe llevo su rostro a su cuello y empezó a dejar besos en este.

—Por fa…          

—Shh… todo estará bien, ya estás a salvo, mi luna —susurró en su cuello, Lirio tomó una fuerte bocanada de aire y el olor del lobo que la mantiene en sus brazos provoco que se relajará hasta que sintió como este encajo sus caninos en su piel.

—¡Ah! —Gritó con dolor, se removía en los brazos del príncipe tratando de alejarse, por el hecho de que Dante la estaba marcando, reclamando como suya y de nadie más.

No había vuelta atrás, Lirio es suya y nadie volverá a hacerle daño a su mate, ella poco a poco se dejó llevar por el abrumante ardor que la llevo hasta las penumbras, Dantes se aseguraba de algo y es que Naiko, no dañaría a la loba aunque quisiera.

(…)

La joven Lirio despertó en la solitaria habitación, con un fuerte ardor en su cuello y que si no fuera por esto, pensaría que todo fue producto de un mal sueño. Sus lágrimas no tardaron en rodar por sus mejillas, ya que fue marcada en contra de su voluntad, no esperaba tener tanto sufrimiento en su vida y ahora está unida a un desconocido que también es su mate.

Recorrió la habitación con la mirada y no vio rastro de Dantes, por lo que se dispuso a abandonar aquel lugar e ir al único sitio que considera suyo, Lirio camino por los pasillos solitarios de la mansión esperando no llamar la atención, sin embargo, bajando la escalera se encontró con un muy furioso Dominick.

—Tú —la señalo con enojo, Lirio sintió el miedo recorrer su espina dorsal. —¿Qué le hiciste a mi invitado que salió temprano a recorrer mi manada desprendiendo enojo? —preguntó con su ceño fruncido.

—No… no… hice nada —agacho su cabeza en sumisión mientras el miedo iba en aumento.

—Algo debiste hacerle, pequeña perra —se acercó a ella y la sujetó de un brazo con fuerza. —¿Qué le hiciste, zorra? —Lirio tembló con miedo mientras libero un gemido lastimero por la rudeza de Dominick. —¡Habla, m*****a sea! —la zarandeo dispuesto a propinarle una bofetada, sin embargo, le agarraron la mano con la misma brusquedad que sostenía a la loba.

—Suéltala —ordenó con su voz ronca y ojos felinos bastante rojos.

—Alteza —se alejó de Lirio mostrando sumisión al príncipe que lo miraba con odio.

—No quiero que vuelvas a tocarla, ni siquiera te atrevas a respirar el mismo aire que mi luna —masculló entre diente hacia el alfa Dominick mientras se acerca a Lirio y la carga estilo princesa, Dantes sube las escaleras para dirigirse a la habitación en donde la deposita en la cama. —¿Estás bien? —interrogó observando el rostro indefenso de su luna.

Ella no respondió a su pregunta, sin embargo, Dantes puede sentir sus emociones en este momento que se encuentran conectados y cerca, ya que el vínculo funciona cuando ambos comparten la misma habitación, pero a partir de los años la distancia suele aumentar.

»No debes tenerme miedo —detiene una lágrima de Lirio con sus nudillos.

—Me marcaste —la escuchó lamentarse con miedo de lo que este pueda hacerle.

—Ahora me perteneces —gruñó, Lirio no dijo nada a esas palabras, ya que después de todo, ella siempre ha sido utilizada como un vil objeto que pasa de una mano a otra, bajo las órdenes de Dominick.

Dantes la miro por un breve instante antes de irse al baño, se duchó para retirar el exceso de sudor y calmando sus pensamientos con el agua fría. Al salir encontró a Lirio con su mirada perdida en la ventana, suspiro, deseaba que ella no le tuviera miedo y que Naiko no la odiara tanto.

El príncipe se visitó con un traje azul marino para luego acercarse a Lirio que enseguida llevo su mirada hasta él, analizando cada uno de sus movimientos, Dantes quería irse de aquel lugar y llevarse lejos a su luna, le entrego una camiseta suya para que esta pueda cubrirse, lo hizo sin poner ninguna excusa.

»Nos iremos de aquí, ¿quieres llevarte algo? —Interrogó, Lirio lo pensó y no tenía nada que fuera importante, por lo que negó y Dantes asintió para luego extenderle su mano. —Vamos —ella la tomó y lo siguió hacia donde la lleva, no tenía voz, ni voto, por lo que se dispuso a hacer lo que el hombre le pidiera.

Al llegar al primer piso, Dominick y su beta observan consternado la escena.

—Alteza, ¿Qué pasará con la alianza? —cuestiono el alfa Dominick, el príncipe lo mira sin expresión.

—Me la llevaré conmigo y la alianza seguirá en marcha —indicó caminando fuera de la mansión—, pero no olvidaré nunca lo que hicieron con mi luna, Lirio tendrá justicia —añadió al momento de pasar por el lado de Dominick. Abrió la puerta del auto para que la joven subiera y luego subió él, mirando por última vez ese despreciable lugar.

(…)

El viaje en Jet privado hacia suelo norteamericano no fue tan largo desde Canadá, Dantes debía ir primero a resolver asuntos de la empresa antes de volar a Sicilia. El beta del príncipe esperaba por este en el aeropuerto con una sonrisa en sus labios en el momento que lo visualizo bajar del avión.

—Alteza —le hizo una exagerada reverencia en forma de burla, Dantes rondo sus ojos y le dio un puñetazo en el hombro para luego ser abrazado por su beta.

—Carter es bueno verte —murmuró sarcástico.

—Se suponía que este viaje iba a ser de una semana y tú regresas dos días después, ¿se puede saber por qué? —cuestionó sin entender la llegada tan repentina de su amigo.

—La encontré —llevó su mirada a la joven que se mantiene alejada de ellos.

—¡Oh mierd@! —Gritó alzando sus brazos, eufórico por la noticia. —¡Felicidades! —Añadió, Dantes hace una mueca por un intento de sonrisa, Carter nota que no todo es felicidad—¿Qué sucede? No te veo tan feliz —lo miró esperando una respuesta.

—Te lo explico con un vaso de whisky —propuso caminando hacia su luna—. Vamos, Lirio —sujetó su mano para llevarla al auto y esta vez, Marcus, su chofer y seguridad personal, es quien les abre la puerta del asiento trasero del Jeep.  

La joven loba se mantuvo mirando por la ventana, no había salido de Canadá nunca y ver la ciudad de Seattle llena de lujos por cada lado era más entretenido que sentirse agobiada por la mirada del príncipe junto a ella.

El auto ingreso en una residencia de mansiones lujosas hasta llegar a la más alejada de todas con una abundante vegetación. Los hombres armados caminaban por cada lado de la casa, Lirio entendió que no había forma de escaparse de su nueva prisión y sobre todo no tenía a donde ir en un país desconocido.

—Señor Marchetti, me alegra mucho verlo aquí —el ama de llave salió a recibirlos con una sonrisa de oreja a oreja.

—Marcela —le dio dos besos a la señora—. ¿Puedes mostrarle la casa a mi invitada y conseguirle algo de ropa? —cuestionó señalando a Lirio que seguía vistiendo la camisa, Marcela enseguida asintió.

—Venga por aquí señorita —pidió con amabilidad, Lirio le dio una mirada a Dantes para luego seguir a la señora Marcela. Por otro lado, el príncipe fue seguido por Carter hasta su estudio en donde se sirvieron whisky y le fue contada la pequeña historia de cómo conoció a su luna.

(…)

—Entonces, Naiko quiere matarla —susurró sorprendido, Dantes chasquea su lengua.

—Y ahora es imposible, ya la he marcado —anunció llevando el vaso con whisky hasta su boca.

—Sí que es complicado, ella se ve muy aterrorizada —murmuró con honestidad hacia su mejor amigo—. Sé que la has marcado para que Naiko no la dañe y así poder controlar el enojo de tu lobo, sin embargo, ella tal vez no se encontraba preparada para esto —añadió.

—Algún día debía marcarla, no dejaré que mi lobo cometa una estupidez en un arranque de ira, ella debe adaptarse a la nueva vida que le tocará vivir a mi lado  —soltó dando otro trago a su bebida, Lirio no tendría más opciones que las que el príncipe le diera.

—Entiendo lo que dices Dantes y estabas en una posición complicada —comentó—, espero que puedas ganarte la confianza de tu luna y al fin encuentres el sentido a tu vida —le sonrió alzando su vaso hacia él.

—Gracias, amigo —brindaron y tomaron whisky hasta muy tarde.

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