Bob cruzó la sala en dirección a Owen y Anna como un rayo, casi choca con su amigo por la espalda. Tenía que sacarlos.—¿Me lo prestas un minuto, Anna? —preguntó, sin poder disimular del todo su preocupación.—Claro…Lo llevó a una esquina, lejos de todos.—¿Ahora qué te pasa? ¿El esposo de Susan te asustó? —Owen parecía muy divertido con la situación embarazosa de su amigo.—¿Qué? No, Owen, tienes que irte con Anna ahora.—Así que ya quieres huir, ¿eh? No te llevaré a cenar con nosotros. Además, la reserva es para dentro de una hora…—No entiendes, tienen que irse —lo cortó bruscamente—. Elena cruzará esa puerta en cualquier momento.Su tiempo se paró. El espacio a su alrededor se cerró sobre él. Su rostro se endureció, como si se volviera de piedra de repente, y el brillo chispeante que tenía en los ojos esa noche se opacó por completo. Como si una oscuridad helada, muy vieja y poderosa, lo pintara por dentro de los pies a la cabeza.—¿Y qué? —respondió fríamente. Su voz no lo era,
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