Ep (62)

La mañana, que prometía ser un aliciente para las emociones fuertes de la semana, terminó siendo un desastre.

Lali salió de la casa en un hilo de lágrimas; tenía atragantadas todas las palabras y los sentimientos que no podía confesar: la culpa por haber abierto la boca con Eva escuchándola y la imagen de la mano de Anna en el hombro de Owen. Creyó que iba a volverse loca.

Para cuando él pudo juntar todo su coraje y subir a la habitación de su hija, Raquel ya estaba preparando el almuerzo. Dudó unos segundos con el picaporte en la mano, escuchando, hasta que se animó a bajarlo.

Eva lo vio y corrió a abrazarse a sus piernas; ni bien Owen puso una mano sobre la melena negra de su niña, ella rompió en llanto una vez más. Tuvo que cerrar los ojos con fuerza para no desarmarse.

—¡No quiero ver a mi mamá, papá! —gritó Eva con todo lo que tenía, y el llanto se hizo feroz.

A Anna se le cerró el pecho. Owen tomó a su hija en brazos y la meció, tratando de calmarla.

—No llores, mi amor. Nada va
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