Aunque se había quedado, no era lo mismo. El ambiente, las sensaciones, todo era denso y frío. La única que no se percataba era la niña, emocionada porque Anna se quedaría a dormir con ella. Por su parte, Owen batallaba con el asco y con los celos.Anna volvió a sentirse fuera de lugar, como si ese pedazo pequeño que ocupaba en sus vidas se hubiera perdido. De vez en cuando lo miraba de reojo. Se había dado un baño, cambiado de ropa y hasta perfumado, pero de todas maneras, ella sabía.Se retorció un par de veces en su silla, incómoda, y a él no se le escapó. Ya no podía reconstruir lo que alguna vez compartieron, pero si lograba retenerla al menos por lástima, expiaría los pensamientos aunque fuera por un rato.Eva por fin bostezó.—Vamos a la cama —dijo Anna, poniéndose de pie.A él los ojos se le fueron, sin disimular, detrás de sus caderas. ¿Alguna vez volvería a sostenerse de ellas? ¿A hundirle los dedos? Probablemente no, se fastidió. Y ese tipejo en la puerta de su casa, buscan
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