Al que madruga, Dios le ayuda, con eso en mente se levantó Noelia, muy positiva y con todos los ánimos del mundo para lograr ser la elegida. Tomo un baño rápido, poniendo un atuendo digno de una chica joven, sin mostrar tanto, su cabello cobrizo lo dejo suelto con sus ondas gruesas, maquillo su rostro algo suave, sin dejar de ser natural, aplicó un brillo y sonrió al espejo. Tomo sus llaves y bolso y bajo muy tranquila, llevaba casi una hora de anticipación, era su intención llegar temprano, el portero se sorprendió al verla bajar tan temprano. —Buenos días, nos vemos luego Ruperto —saludo muy sonriente Noelia. —Buenos días, señorita, feliz día —respondió al saludo el hombre, con una sonrisa que le deseaba lo mejor de su vida. Con una actitud positiva llegó al edificio, presentándose nuevamente, fue directamente al ascensor, antes de entrar a la oficina donde pensó que estaría la señora Cristina, pasó por un café, respiró profundo y tocó. Escucho un pase casi inaudible, entró
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