En solo horas sería la celebración, una fiesta muy esperada por muchos.Carlota acostumbraba a dejar a todos muy satisfechos con cada evento que hacía. Noelia estaba que ya no podía con sus nervios. “Se molestará”, “Me enviará a Venezuela” eran las preguntas que se hacía Noelia en todo el transcurso de su preparación.Leonel mantuvo ocupada a su hermana y de esa manera no tendría tiempo de cambiar el vestido. A esa broma, se unió Carlota, que aún estaba molesta por no obtener respuesta de Braulio.Para ella, era muy importante que su familia estuviese y Braulio, también había parte de ella, solo esperaba que en algún momento, se diera cuenta que estaba por perder lo más importante que tenía. Su familia.—Oye, ¿no había otro apartamento más cerca? —preguntó Cristina en tono burlón, Leonel trataba que su hermana no comentará nada frente a su madre o sería blanco de preguntas que ni él sabía que responder.—¿De qué hablan? —preguntó Carlota.—Mi querido hermano quiere cambiar de apartam
La noche iba de maravilla, Carlota conoció a Noelia y no puso queja, estaba tan ocupada que no tenía tiempo para ver algo inquietante o molesto para ella, tampoco era consciente del interés de su hijo por esa joven y bella mujer.Eso logró que no estuviese un poco tranquila, disfrutando de tanto glamour en ese lugar.Eso sí, siendo el centro de toda la atención de Leonel. Su mirada se pasaba en cada centímetro del cuerpo de Noelia, sus pequeños movimientos que le mandaban un fuerte deseo por descubrir cosas en ella. Quién tampoco dejaba de observar, disfrutando su mirada en ella, con ese deseo de seguir ese juego que despertaba una profunda pasión en ella.No sabía de dónde le salía tanto deseo por descubrir lo que pasaba por la cabeza de ese hombre.—¡Oh por Dios! —exclamó Ámbar, estando junto a Noelia y Leonel, que solo tenían una guerra de miradas.—¿Qué pasa? —Se asustó Noelia, por lo pálida que estaba la chica, olvidando de momento pasional.—Llegó el admirador de mi madre y mi
Noelia conducía la camioneta del hermano de su jefa, seguía sin poder creer eso, en una ciudad que ella no conocía en lo absoluto. Por segundos observaba a un supuesto Leonel dormido, llevaba rato preguntándole su dirección y seguía sin responder, no sabía si reír o decirle unas cuantas palabras a ese hombre tan guapo e infantil.Su corazón latía sin parar, solo pensar en que podrían estar solos en un mismo lugar.—No se haga el dormido —reclamó Noelia por vigésima vez, esta vez en tono molesto.—No me hago, lo estoy —musitó con los ojos cerrados, sacando una carcajada de Noelia.—Ja, ja, ja, ja, no me haga reír, señor —Noelia quitó el cinturón de seguridad, ya habían llegado al edificio donde estaba el apartamento de ella. Tampoco pensaba conducir por toda la ciudad hasta que él se dignara a responder.—¿Dónde estamos? —preguntó algo desorientado, reconocía el estacionamiento del edificio de su apartamento y donde estaban, sabía que no era.—En mi apartamento, señor, pero no sé preo
Una noche realmente diferente, llena de sorpresas y declaraciones que cambiarían la vida de todos. Un beso apasionado que cambiaba toda la situación entre dos personas muy diferentes y aún más si la cobardía llegaba en el momento menos indicado.Cambios que traerán mucho estrés en quien ya estaba acostumbrada a estar sola en diferentes ocasiones importantes, restándole importancia el poco valor que le daba quien no se daba cuenta de lo mucho que tenía a su lado.Aunque eran muchas cosas difíciles para los involucrados, a una personita le haría feliz saber que todo se estaba arreglando entre sus padres y su tío, por fin sería feliz con una mujer que a ella le agradaba, eso sí él daba rienda suelta a sus sentimientos, a la pasión que llevaba dentro.A todo eso, con una jaqueca y un peso encima, despertó Leonel Kigman, abrió los ojos con dificultad y lentamente su vista se vio visible, una pierna y un brazo sobre su cuerpo, observó el rostro de quien se trataba y su corazón dio un vuelc
Horas después y ya estaba por llegar la noche; Noelia no solo se saltó el desayuno, también el almuerzo y si no fuera porque su teléfono seguía sonando, se saltaba hasta la cena.Sus ganas de seguir durmiendo, tenía más poder que el hambre que tenía.Adormilada tomó su teléfono sin ver quién era, solo deseaba saber quién molestaba su preciado sueño.Llamada—¿Dónde está, señorita? —preguntó la persona del otro lado.—¿Quién habla? —contestó Noelia en un susurró.—Leonel... —Susurró él.—No conozco a nadie que se llame así, ¡oh, sí! Conozco uno, pero no quiero saber de él —le respondió y de una trancó la llamada, con una pesadez se sentó en la cama y de una lo bloqueó.—No jugarás conmigo, Leonel Kigman —Habló mientras lo bloqueaba, no quería ni hablar con ese ser que la beso, la hizo dormir abrazada a él y luego se marchó sin decir o dejar una nota siquiera.Era mejor bloquearlo antes que volviera a marcar, decidió por fin levantarse, al ver la hora casi pega un grito de lo mucho que
Un nuevo día, con los mejores ánimos y dispuesta a todo, se levantó Noelia. Se aseguró de haber empacado todo lo necesario para esos días que estarían en Colombia. Trabajar con Cristina era el sueño más anhelado y que se hiciera realidad era maravilloso y satisfactorio para ella.Viendo sus cosas, se daba cuenta que debía mejorar muchas cosas de ella para una mejor representación como asistente.—Debo comprar otra maleta, la necesitaré —murmuró viendo ya lo desgastadas que están las ruedas, estaba consciente que con Cristina viajaría seguido.Revisó su teléfono y recordó a Leonel Kigman, pensó un momento en desbloquearlo, aun así no lo hizo, mejor debía estar bien concentrada en su trabajo y ese hombre tenía algo que la dejaba sin aire.—Mejor lo dejamos así, veamos qué hace para perdonarlo —Susurró con una sonrisa, ya extrañaba ser atrevida y lanzarse al vacío sin miedo.Cristina se levantó bien temprano, revisó por última vez todo lo que Noelia le había organizado y sonrió satisfe
Siete horas despuésBraulio bajaba de un avión que lo llevó a Colombia, ya no podía esperar a que Cristina siempre diera el cien en la relación, están aseguro que su posición en ese momento era la peor, tanto en el corazón de su esposa como en el de su hija.Buscarla en toda la ciudad era imposible, la única solución que encontró fue esperar pacientemente en el hotel donde se hospedaron, cosa que investigó con la secretaria.Estaba dispuesto a hacer lo que fuera, con tal de verla feliz y aún más a su hija.—Buenas tardes, ¿sabe en qué habitación se hospeda la señora Cristina Kigman Urrutia? —preguntó Braulio a la recepcionista.—Disculpe señor, esa información no se puede dar —le informo muy amable la chica.—Soy Braulio Urrutia, su esposo —Le dijo Braulio rogando que le diera la información. Noelia iba entrando y reconoció a Braulio.—Disculpe señorita, él es el esposo de la señora Kingman, ¿pueden llevar su maleta a la habitación de la señora? —pidió muy amable Noelia, Braulio la o
Dos días después, de duro trabajo para todos, de un lado para otro, entre papeles y miradas asesinas. Celos y deseos de apresurar todo trabajo y compromiso para poder ver y sentir a alguien importante cerca.Miles de sentimientos desbordados, imposibles de sacar y ocultar al mismo tiempo.Una verdadera tortura para Leonel Kigman, quien no había podido librarse de sus compromisos para ver a su niña; a ese ritmo no lograría obtener su perdón, su apartamento estaba lleno de flores y bombones, ya molestando a los vecinos. Se quedó pensando un momento en todo lo que empezaba a cambiar en su vida, se daba cuenta de que no lo hacía solo porque era algo que a ella le gustaba, no, era más que eso, a él le llenaba sentir ese deseo de ver su reacción, estaba ansioso por sus sentimientos en ese momento, le asustaba volver a sentir la preocupación por alguien. Un sentimiento que había olvidado, la muerte de su padre, cambió muchas cosas tanto en él, como en su hermana.Su soledad no era producto