Martina, confundida, miró a su amiga.—Lo sé, ¿qué pasa, Luci?—Nada... —Luciana, nerviosa, cambió de tema—. Oye, ¿no tienes que hacer algo ahora?—¡Ah! —exclamó Martina, dándose cuenta de la hora y mirando su teléfono—. Tengo que irme a trabajar. ¡Nos vemos, Luciana!Martina se despidió con una sonrisa y un rápido gesto de mano hacia Alejandro.—¡Hasta luego, señor Guzmán!Dicho esto, se fue corriendo.Sin decir una palabra, Alejandro giró sobre sus talones y caminó rápidamente hacia el coche. Luciana frunció el ceño y lo siguió en silencio.Subieron al auto, pero él no arrancó. Con una mano en el volante y la mirada fija al frente, Alejandro no decía nada. Luciana sabía que estaba molesto, pero no tenía idea de cómo manejar la situación.—Luciana. —Finalmente, Alejandro se volvió hacia ella con una risa seca y distante—. ¿Qué soy para ti? ¿No merezco que me presentes como algo más ante tu mejor amiga?—¡No es eso! —dijo Luciana, agitando las manos, nerviosa.—¿Entonces qué es? —Su vo
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