Capítulo 138
Él estaba ocupado, pero al ver su nombre en la pantalla, sonrió y respondió de inmediato. No era común que Luciana lo llamara, así que le pareció una buena señal.

—Luci —saludó, con un tono suave.

—Alejandro —respondió ella, aún incómoda con demasiada familiaridad—. Esta noche saldré a cenar con unos amigos. Iré por mi cuenta, así que no te preocupes por recogerme. Lo de los libros puede esperar hasta otro día.

—¿Amigos? —preguntó Alejandro, entrecerrando los ojos con una pizca de curiosidad—. ¿Hombres o mujeres?

—Ambos —contestó Luciana con sinceridad—. Los conoces. Son Martina y Vicente.

Alejandro se relajó. Solo eran Martina y Vicente, sus amigos de confianza.

—De acuerdo, ¿dónde cenan? Si se hace tarde, iré por ti.

Una petición razonable.

Luciana le dio la dirección.

—Si termino temprano, vuelvo por mi cuenta.

—Está bien.

Alejandro colgó, pero no se sentía del todo cómodo. Aunque fueran amigos cercanos, aún no tenía la confianza para acompañarla a ese tipo de reuniones.

Chasqueó la
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