Capítulo 137
Sin mucha paciencia, la tomó por el rostro con ambas manos, obligándola a mirarlo.

—¡Dime algo!

Luciana, con las mejillas encendidas y el ceño fruncido, susurró:

—¡Espera a que salgamos! ¡Qué vergüenza!

Se soltó de su agarre y salió del consultorio apresuradamente.

Alejandro se quedó inmóvil por un segundo. ¿Estaba... avergonzada?

Alejandro la alcanzó con pasos decididos y la abrazó por la espalda. Luciana se movió incómoda, intentando liberarse.

—No te muevas —dijo Alejandro, con una risa suave—. Tú misma eres doctora. La pregunta que le hice al médico es bastante normal. ¿Por qué te pones tan nerviosa?

—¡Y sigues hablando! —Luciana levantó la cabeza de golpe, con las mejillas infladas de frustración y mirándolo fijamente.

—Está bien, ya no digo nada —se rindió Alejandro, aunque una sonrisa juguetona seguía en sus labios. Se inclinó y besó su cabello con cariño.

Le resultaba adorable lo rápido que se sonrojaba. No podía entender cómo alguien había sido capaz de dejarla ir.

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