Él estaba ocupado, pero al ver su nombre en la pantalla, sonrió y respondió de inmediato. No era común que Luciana lo llamara, así que le pareció una buena señal.—Luci —saludó, con un tono suave.—Alejandro —respondió ella, aún incómoda con demasiada familiaridad—. Esta noche saldré a cenar con unos amigos. Iré por mi cuenta, así que no te preocupes por recogerme. Lo de los libros puede esperar hasta otro día.—¿Amigos? —preguntó Alejandro, entrecerrando los ojos con una pizca de curiosidad—. ¿Hombres o mujeres?—Ambos —contestó Luciana con sinceridad—. Los conoces. Son Martina y Vicente.Alejandro se relajó. Solo eran Martina y Vicente, sus amigos de confianza.—De acuerdo, ¿dónde cenan? Si se hace tarde, iré por ti.Una petición razonable.Luciana le dio la dirección.—Si termino temprano, vuelvo por mi cuenta.—Está bien.Alejandro colgó, pero no se sentía del todo cómodo. Aunque fueran amigos cercanos, aún no tenía la confianza para acompañarla a ese tipo de reuniones.Chasqueó la
—Luci... —Fernando, con la voz temblorosa, suavizó el tono—. Te soltaré, pero por favor... ¿puedes escucharme un momento?Luciana lo miró, confundida.—¿Qué hay que hablar? Todo está claro.—No, no está claro —respondió Fernando, asintiendo con firmeza—. Hace tres años, te fallé. Lo sé. Pero ahora... ahora es diferente.—¿Qué ha cambiado? —preguntó Luciana, incrédula.—Todo. —Fernando bajó la cabeza, arrepentido—. Sé que mi madre te dijo cosas horribles, pero ya no puede impedir que estemos juntos.Luciana lo miró, desconcertada.—Me fui de casa —dijo Fernando, con una determinación tranquila—. No solo eso, abrí mi propia empresa. Ya soy independiente. No dependo de mi familia.¿Estaba diciendo que había roto lazos con su familia por ella? Luciana sintió un dolor punzante en las sienes. Todo aquello le parecía una locura.—Fernando... son tus padres. No puedes cortar esos lazos así como así. Además, la relación con los padres no se corta de esa manera...—Puedo hacerlo —interrumpió Fer
Vicente se encogió de hombros, frotándose la nariz con nerviosismo.—Sí, lo admito, fue un error. No lo haré de nuevo.—Más te vale cumplir tu palabra —respondió Martina con desdén—. Dile a Fernando que si realmente quiere a Luciana, lo mejor que puede hacer es dejar de molestarla con los dramas de su familia. Ella tiene otras prioridades ahora.—Ajá... —respondió Vicente distraído, hasta que algo lo golpeó.—Espera un momento. ¿Qué fue eso de los exámenes? Pensé que Luciana tenía asegurada su plaza en la maestría.Martina se quedó congelada por un segundo, dándose cuenta de su error. Tragó saliva y, sin muchas ganas, explicó:—Bueno... el asunto de la plaza se arruinó gracias a esa bruja de Clara y a Mónica. Luciana no quería que lo supieras.—¿Cómo? —La rabia se encendió en los ojos de Vicente—. ¡Esto es una completa injusticia!—¡No te alteres! —Martina lo agarró del brazo—. Precisamente por esto Luciana no quería contártelo. El daño ya está hecho, no tiene sentido revivirlo.Vicent
Luciana suspiró, resignada.—Lo que pasó con Fernando no estuvo bien, lo admito. Pero no es lo que piensas.—¿Y tu primera reacción? —Alejandro apretó los dientes, desesperado—. ¡Me hiciste pensar que eres... que eres...!—Déjame terminar —lo cortó Luciana, su tono aún sereno—. Entiendo que, por lo que soy y por mi pasado, no confíes en mí.—No, no, por favor, no te enfades. No volverá a pasar, lo juro —Alejandro estaba nervioso, su voz reflejaba una súplica velada.Luciana sonrió con tristeza.—Puedo entenderlo, pero eso no significa que lo acepte.Alejandro se quedó callado.—Piensa en esto —continuó ella—. Si nos casamos, ¿puedes prometerme que no reaccionarás de la misma manera la próxima vez que algo así ocurra?Alejandro bajó la mirada, sin decir nada.—No puedes prometerlo, ¿verdad?Luciana parpadeó lentamente, con un aire de resignación.—El matrimonio se basa en la confianza. Y si no confías en mí, entonces...—¡No digas más! —Alejandro la soltó bruscamente, con el rostro oscu
Luciana vaciló un momento antes de responder.—Nada importante, solo cosas del hospital.—¿De verdad? —Alejandro entrecerró los ojos, escéptico.—Voy a ducharme. Ahora vengo a acompañarte. —Se inclinó, besándola suavemente en los labios—. No tardo.—Está bien —murmuró ella.Mientras lo veía caminar hacia el baño, la sonrisa en el rostro de Luciana se desvaneció.¿Cómo lo hacía? Hace apenas unas horas habían discutido, y ahora él actuaba como si no hubiera pasado nada. ¿Realmente quería casarse con ella? ¿O solo lo hacía por Miguel?Alejandro salió de la ducha. Luciana ya estaba en la cama. Sin pensarlo dos veces, se metió junto a ella, rodeándola con sus brazos. La acercó a su cuerpo y, sin decir nada, bajó la cabeza para besarla.—Luci… Luci…El calor que emanaba de Alejandro se hacía cada vez más intenso. Luciana empezó a sentir miedo y lo apartó con suavidad.—No.Alejandro respiraba con dificultad.—¿Qué pasa? Han pasado días, no hay problema. Seré cuidadoso.—¡No es eso!El corazó
Al parecer, por teléfono no podían aclarar todo, así que Luciana se dirigió a la comisaría.Al bajar del taxi, vio a Martina esperando ansiosa en la entrada.—¡Luci, por fin llegaste!—Sí —respondió Luciana con un leve asentimiento—. Vamos hablando mientras caminamos.—Está bien…Martina la siguió mientras le explicaba:—La hermana de Vicente ya llegó. Está adentro hablando con él.-Dentro de la comisaría, Natalia Mayo miraba a su hermano con una mezcla de frustración y enojo.—¿De qué te sirve ponerte así conmigo? ¿Crees que esto es como las tonterías que hacías antes? Escúchame bien, ¡te metiste con Alejandro!—¿Qué? —Vicente estaba atónito—. La herida es de Mónica, ¿qué tiene que ver Alejandro en esto?—Hum. —Natalia lo empujó con fuerza en la frente—. ¿Todavía no entiendes? ¡Mónica es de Alejandro! ¿Ahora ves por qué tiene que ver?Vicente quedó en silencio, sorprendido. No lo había pensado de esa manera.—De nada sirve seguir hablando de esto.Natalia se levantó, agarrando su bol
—Por favor, Vicente. ¿Qué puede ser más importante que tu seguridad ahora?—Yo... estaré bien —murmuró Vicente, rascándose nerviosamente la cabeza.—Puede que tú estés bien, pero ¿y tu familia? ¿Y nosotras? ¿Qué pasa con Marti y conmigo? Si algo te sucede, ¿cómo crees que estaríamos?Vicente bajó la cabeza, frustrado, pero insistió:—De todas formas, no puedes ir a pedirle nada a esa bruja…—¡Vicente!La tensión en la habitación se mantuvo hasta que Fernando entró, acompañado de un abogado. Vicente, al verlo, no pudo ocultar su alivio.—¡Sabía que vendrías! No me dejarías solo.—Cállate un momento —le respondió Fernando, lanzándole una mirada severa antes de volverse hacia Luciana, su tono volviéndose más suave—. Vicente tiene razón. No te rebajes por esto. Natalia y yo nos encargaremos de su problema. Tú y Martina pueden esperar afuera. El abogado necesita hablar con Vicente.La llegada de Fernando trajo consigo una sensación de calma en Luciana. Asintió, sintiendo que algo en su inte
En la comisaría.Fernando y el abogado salieron de la sala. Martina y Luciana se acercaron rápidamente.—¿Cómo va todo? —preguntaron ambas con ansiedad.Fernando frunció ligeramente el ceño, sin dar una respuesta definitiva.—No se preocupen. La situación es complicada, pero el abogado está trabajando en ello. Denle tiempo. Confíen en mí, ¿de acuerdo?No había mucho más que hacer por el momento. Luciana asintió, decidiendo no presionar más.Fernando despidió al abogado y luego se volvió hacia ellas.—Vamos, las llevaré de vuelta a casa.Subieron al auto. Fernando dejó primero a Martina en su apartamento, y luego continuó para dejar a Luciana en su residencia.Cuando llegaron, Luciana bajó del auto. Fernando la acompañó hasta la puerta antes de regresar al coche.—¡Fernando! —Luciana lo llamó antes de que se fuera.Fernando se giró de inmediato.—¿Luci?Luciana dudó por un instante antes de hablar.—Si hay alguna novedad, por favor... avísame, ¿sí?Aunque lo que preocupaba a Luciana era